TRÁNSITOS PLANETARIOS - RAPHAEL
Las teorías de Morin sobre los tránsitos
Tomado de ASTROLOGÍA RACIONAL de Adolph
Weiss.
Raphael, que nunca enunció
una opinión que no se apoyara en extensas experiencias, recalca enérgicamente
que los tránsitos sobre planetas de la rádix son ineficaces si no existen a la
vez direcciones básicas o progresiones lunares de naturaleza análoga.
En cambio, atribuye un valor
muy notable a los tránsitos de los planetas a través de las casas de la
natividad y opina muy acertadamente que estos tránsitos deben valorarse como si
un planeta del estado cósmico del transitor estuviera presente en la casa.
Es ésta, pues, una materia
para la cual tampoco es posible proporcionar recetas listas para copiar
simplemente; al contrario, hay que realizar en cada caso individual una propia
síntesis, para la cual sirvan de recursos los datos que siguen:
CASA I
Neptuno en tránsito por la
casa I acarrea confusiones, extraños estados psíquicos y de miedo, además de
despertar temores a sucesos presentidos.
Si Urano transita por la
casa I, resulta, según la experiencia de Raphael, que las debilidades y los
vicios del nativo se ponen de manifiesto en forma inesperada. Si el nacido
propende a la borrachera, cometerá excesos al respecto; si tiene una
disposición sensual, se dejará inducir a lujurias sin consideración a las
eventuales consecuencias; si su natividad apunta una muerte violenta, será él
mismo quien ponga fin a su vida.
El tránsito de Saturno por
la casa I indica que el nativo estará expuesto a vacilaciones pesimistas, o,
dada una constitución débil, será afectada su salud, y, dada una
intelectualidad débil, su razón.
Júpiter favorecerá o
ventajas personales y financieras o buena salud, según su determinación radical
y en proporción con su estado cósmico radical.
Raphael atribuye a los
tránsitos de Marte un efecto escaso, a menos que se combinen con otras
influencias o direcciones simultáneas.
Juzga, con razón, que son
aún menores los efectos de los tránsitos de los demás planetas a través de las
casas, si bien aconseja no descuidar los del Sol, ya que explican por qué en
determinados períodos del año ciertas personas tienen suerte o "mala
sombra" en determinados asuntos.
CASA II
El tránsito de Neptuno por
la casa II ocasiona dificultades, confusiones y complicaciones en asuntos
pecuniarios.
El tránsito de Urano exhorta
guardar la mayor reserva en especulaciones, inversiones, préstamos de dinero,
fianzas o en cualesquiera transacciones comerciales más importantes; cambios
financieros de carácter repentino en sentido bueno o malo, según la fuerza
radical de Urano.
El tránsito de Saturno
provoca disminución de la renta, pérdidas pecuniarias, dificultades
financieras. Dado un Saturno r fuerte, puede actuar también en el sentido de la
economía y la limitación razonable de los gastos inútiles.
El tránsito de Júpiter es
favorable para asuntos monetarios, negocios y especulaciones, según la fuerza
radical de Júpiter.
CASA III
El tránsito de Neptuno hace
una mentalidad desasosegada, llena de preocupaciones y temores relacionados con
parientes, vecinos o viajes.
El tránsito de Urano o
Saturno produce viajes desfavorables, pérdidas de dinero debidas a hermanos, o
dificultades por los asuntos de los mismos.
En caso de un Saturno r
óptimamente acondicionado y de un nativo altamente desarrollado, este tránsito
puede indicar también profundización, esmero y perseverancia en actividades
intelectuales.
El tránsito de Júpiter
acarrea ganancias y éxitos por hermanos, vecinos o por actividad intelectual.
CASA IV
El tránsito de Neptuno por
la casa IV apunta un período desfavorable en asuntos hogareños y familiares, y,
circunstancialmente, también una muerte en el círculo más íntimo de la familia.
Efectos análogos pueden
esperarse por el tránsito de Urano y Saturno, aunque el de este último alude
más bien al enfriamiento de las relaciones con el hogar y la familia, a
enajenación y disensiones.
El tránsito de Júpiter
favorece los asuntos de la casa y la vida hogareña.
CASA V
El tránsito de Neptuno
indica dificultades y preocupaciones por hijos, tendencia a la intemperancia,
embriaguez, libertinajes sensuales y desperdicio de dinero en diversiones.
Más o menos el mismo efecto
corresponde al tránsito de Urano.
El tránsito de Saturno
indica decepciones y enfriamiento en asuntos sentimentales, pérdidas en
especulaciones, preocupaciones por hijos tal vez la pérdida de uno de ellos.
El tránsito de Júpiter es
favorable para especulaciones, diversiones, asuntos amorosos y la prosperidad
de los hijos.
CASA VI
El tránsito de los maléficos
es malo para la salud y las relaciones con personas subordinadas; fraude o
hurto por individuos de posición inferior.
El tránsito de Júpiter
promete el robustecimiento de la salud y buenas relaciones con la servidumbre y
personas subordinadas.
CASA VII
El tránsito de Neptuno,
Urano y Saturno, respectivamente, es muy potente para los asuntos de esta casa.
Corresponden a ellos pérdidas en pleitos, experiencias desfavorables con
partícipes o colaboradores, pérdidas comerciales por socios, además de una vida
marital infeliz. En cuanto a esta última, el tránsito de Urano (y el de Plutón)
son los más desfavorables.
El tránsito de Júpiter, en
cambio, actúa favorablemente sobre todos estos asuntos.
CASA VIII
Los tránsitos de los
maléficos por esta casa señalan a menudo muertes de personalidades allegadas y
también una administración perjudicial del dinero por el otro cónyuge.
Los tránsitos de Júpiter
proporcionan ventajas por muertes, si tal cosa está indicada en la rádix.
CASA IX
Los tránsitos de los
maléficos son malos para viajes al extranjero, asuntos religiosos o
metafísicos, actuación de la espiritualidad y también para las relaciones con
la afinidad.
Los tránsitos de Júpiter son
propicios a estos asuntos.
CASA X
El tránsito de Neptuno trae
pérdidas de crédito, fama y prestigio.
El tránsito de Urano instiga
al nativo a actos raros, excéntricos, que perjudican el renombre, el crédito,
los negocios, etc.
El tránsito de Saturno causa
descrédito y pérdidas en asuntos profesionales y comerciales.
El tránsito de Júpiter es
bueno para la actuación profesional, para negocios, fama y prestigio, para
relaciones con superiores, etc.
CASA XI
El tránsito de Neptuno
ocasiona dificultades, confusiones y preocupaciones por amigos.
El tránsito de Urano trae
disputas con amigos y pérdidas por ellos.
El tránsito de Saturno
indica amigos falaces, desengaños, enfriamiento de las relaciones, y, con un
Saturno bien acondicionado, también la intervención favorable de amigos
experimentados de edad avanzada, supuesto que tal indicación exista en la
rádix.
El tránsito de Júpiter
confiere buenos amigos, que prestan su ayuda al nativo en cualquier momento,
con palabras y hechos.
CASA XII
El tránsito de los maléficos
provoca malicia, envidia, traición, intrigas de enemigos secretos. El tránsito
de Saturno puede acarrear también el aislamiento en un instituto curativo, o el
retiro de todo trato con la gente.
El tránsito de Júpiter tiene
a menudo el efecto de llevar al fracaso las intrigas y maquinaciones de
enemigos secretos y de hacer que, al contrario, de ellas resulten cosas favorables
para el nacido.
Muy en general deben ser
considerados estos tránsitos por las casas.
Al respecto debe tenerse muy
en cuenta:
Ninguno de ellos puede
acarrear nada que sea contrario a la natividad.
Si la rádix señala, por
ejemplo, éxitos en especulaciones y asuntos amorosos, los tránsitos de los
maléficos por la casa V o quedarán sin efecto o se referirán a hijos,
diversiones, etc. Como enseña, además, la experiencia -y esto Raphael lo
recalca con fuerza- un planeta herido y mal
colocado en la rádix, aun
cuando se trate de un benéfico, no puede acarrear cosas favorables ni por sus
direcciones ni por sus tránsitos, mientras que los maléficos de buen estado
cósmico radical facilitarán cosas favorables tanto por sus direcciones como por
sus tránsitos, aunque, desde luego, no en la proporción prometida por un
benéfico de buen estado cósmico.
LAS TEORIAS DE MORIN
SOBRE LOS TRANSITOS
En la cuarta parte
("Las Direcciones Secundarias") de esta obra he expuesto las
opiniones de astrólogos renombrados al tema de los tránsitos. Aquellas
exposiciones bastarán por completo para quienes estén dispuestos a contentarse
con las direcciones secundarias. En esta parte, sin embargo, que está destinada
a describir los métodos más afinados, verdaderamente clásicos, de determinar
los vencimientos de todos los sucesos indicados en la natividad, me parece
oportuno reproducir un sumario de las teorías que Morin, el hasta ahora maestro
sin igual de la astrología, ha expuesto al respecto en su "Astrología
Gallica", lib. XXIV, sect. II.
Morin destaca que a la
teoría de los tránsitos, desterrada comúnmente al último lugar en las doctrinas
astrológicas, corresponde una jerarquía mucho más alta, dado que es la
perfección y la coronación de todos los métodos anteriores (direcciones,
revoluciones).
"La figura natal
juntamente con sus direcciones -así dice textualmente en la "Astrología
Gallica"- representa con respecto al nativo el total de todas las
posibilidades futuras, como son determinadas por los significadores y los
promisores. Pero estos apuntados acontecimientos futuros no pasan del mero
estado potencial al estado de la acción efectiva si no existen causas que los
exciten. Tales causas excitantes son, como lo han demostrado numerosas
observaciones y experiencias astrológicas, los tránsitos de los planetas, los
que actúan de acuerdo con su significado radical y el del lugar que transitan,
y que no sólo actúan en caso de que el tránsito se realice físicamente (o sea
por Conjunción), sino también en caso de que se haga por aspecto".
Los tránsitos adecuados son,
pues, por lo menos tan necesarios como las causas preparatorias (direcciones,
revoluciones), las que no pueden surtir efecto, a menos que otra causa
excitante acuda en su ayuda.
Morin opina que es necesario
tomar en cuenta los tránsitos de todos los planetas sobre los distintos lugares
de una natividad (planetas, cúspides de casas), e indica también las razones de
ello. He aquí sus consideraciones: Los lugares de una natividad son de
naturaleza doble y comprenden:
En aquel lugar también he
explicado ampliamente lo que se comprende por "tránsito", Por lo que
remito al estudiante a las definiciones allí expuestas.
1 Los significadores (todos
los planetas, todas las cúspides de casas, sobre todo las de las casas
angulares, y la rueda de la fortuna).
2) Los promisores (todos los
planetas, sus puntos de aspecto, y también sus antiscios; estos últimos, sin
embargo, se descuidan comúnmente por los modernos, lo cual se ve justificado
hasta cierto grado por mi experiencia, dado que el tenerlos en cuenta iría
demasiado lejos, sin facilitarnos indicios tan seguros como los procurados por
los demás promisores).
Cada planeta puede ser
significador y promisor:
a) significador de cosas
hacia las que es determinado en la figura natal; b) promisor de cosas que es
capaz de efectuar sólo por direcciones con los significadores.
Cada planeta mantiene,
mientras marcha por el zodíaco, desde el momento natal en adelante durante toda
la vida del nacido los significados que poseía en la natividad en virtud de su
posición y sus relaciones con las casas y los demás planetas, y de acuerdo con
estos significados actúa continuamente sobre el nacido mediante sus tránsitos
... en un grado imperceptible, mientras transite sobre lugares no ocupados, y,
en cambio, en forma perceptible si transita sobre lugares ocupados, y esto,
sobre todo, si a la vez llega a desplegar allí su efecto de excitar direcciones
o revoluciones por su tránsito.
Lo que en virtud de las
direcciones o revoluciones se encuentra en el mero estado potencial, es
transportado de esta manera al de la realidad, así que ocurre al nacido alguna
cosa de la naturaleza correspondiente al planeta transitante y al lugar
transitado.
Si un planeta transita sobre
su propia posición en la natividad, resulta de ello un acontecimiento de la
naturaleza indicada por el planeta en ese lugar.
Si un planeta transita sobre
un lugar significativo de la rádix, hay que revisar si las dos determinaciones
-la del transitor y la del lugar transitado- actúan en la natividad en el mismo
sentido.
Si se da este caso, sucederá
algo inequívoco que corresponde al significado radical del lugar transitado.
Pero si los dos significados contradicen uno el otro, o, en otras palabras, si
el significado radical del transitor es contrario al del lugar transitado, se
indican impedimentos, perjuicios o infortunio. Por consiguiente, si un maléfico
transita sobre un lugar favorable, mezclará algo desagradable en lo favorable,
y si un benéfico transita sobre un lugar desfavorable, hará que, pese a todo,
se presente un rayo de suerte en la desgracia.
A raíz de estas dos
condiciones de eficiencia de un tránsito (transitor y lugar transitado), la
fuerza que causa el resultado final no se entraña sino parcialmente a cada uno
de los dos factores, y se hace completa sólo por la cooperación de los dos.
Morin entra luego en la
cuestión de si todos los tránsitos sobre los lugares de una natividad son
eficaces, y cómo actúan sobre el acaecer. Niega la primera parte de la cuestión.
Que no todos los tránsitos llegan a ser eficaces, esto es algo que se desprende
fácilmente de los de las dos luminarias celestes; porque el Sol pasa año tras
año, y la Luna mes tras mes, por todos los lugares de la natividad, y, a pesar
de ello, no se presenta al nativo ni en cada año ni en cada mes una vivencia
-por lo menos ninguna llamativa- que correspondiera al significado del lugar
transitado. Venus, por ejemplo, que en cada año transita por lo menos una vez sobre
todos los lugares radicales, actuaría así, como lo sustentan ciertas corrientes
teorías en boga, en el sentido de diversiones, placeres sensuales, etc.,
mirando su paso por el Asc. . . resultado que ciertamente siempre no puede ser
observado. Serán más frecuentes los casos en que se hará sentir tal tránsito si
en la natividad Venus domina la casa V y goza de buen estado cósmico; pero sin
revoluciones o direcciones análogas ese tránsito apenas provocará un
acontecimiento notable.
Se plantea ahora la cuestión
de si los planetas prestan su significado a los lugares por ellos transitados,
o si reciben el significado de estos últimos.
Como ya fue expuesto, el
transitor y el lugar transitado cooperan, por decirlo así, como socios de un
negocio, para producir un acontecimiento determinado en la vida del nativo, y
esto no sólo de modo simple, es decir, según su naturaleza esencial, sino
también según su determinación en la figura natal. Si, por ejemplo, Marte como
señor de la casa VIII transita sobre el Asc o el regente natal, determina ambos
factores no sólo según su naturaleza esencial, marcial, -lo que Morin llama
"determinación simple"-, sino ante todo con respecto a la muerte o el
riesgo de la vida, porque por su determinación radical hacia la casa VIII
obtiene su fuerza mortífera, la que ejercerá con eficiencia si se relaciona
físicamente (por conjunción) o por malos aspectos con lugares radicales que son
significativos para la vida (Asc, regente natal).
Porque, si un lugar radical
se determina por un tránsito contrariamente a su sentido verdadero, han de
esperarse cambios inarmónicos en el asunto indicado por el significador -o sea,
en este caso, por el Asc. o el regente natal- y así, por tanto, en el caso de
nuestro ejemplo, cambios que se refieren a la vida del nativo; y de ahí que el
tránsito de Marte ha de valorarse en este caso como excepcionalmente peligroso,
dado que influencias mortíferas se dirigen de esta manera directamente contra
la vida.
Dado que Marte, además,
sigue manteniendo siempre su determinación radical, puede ejercer su efecto
mortífero ora en esta forma, ora en aquella otra, es decir, que puede
acarrearlo por acontecimientos distintos, como ser actos, combate, pasiones,
etc.
Transitando, pues, sea por Conjunción, sea por mal aspecto, sobre uno de
los significadores de tales cosas, recibe de él un significado determinado
respecto de la forma general de un acontecimiento del que puede resultar la
muerte o el riesgo de la vida. En consecuencia, sí Marte transita sobre el Asc.,
se ve determinado así a ejercer su fuerza mortífera o mórbida por medio del
temperamento, la constitución, las propiedades innatas, etc., y si transita
sobre el MC, por medio de los actos, empresas, honores y dignidades, lo que se
acentuaría sobre todo para un militar en tiempo de guerra.
Morin recalca que cabe
considerar también los tránsitos sobre los lugares de la revolución solar. La
experiencia ha demostrado que los planetas transitan en los días críticos de su
eficacia sobre lugares correspondientes del cuadro celeste anual. Luego,
actúan, lo mismo que en el cuadro celeste natal, ora como causas posibles, ora
como reales; como las últimas, en cuanto provocan los acontecimientos que a la
hora de la revolución, por decirlo así, son "impresos" efectivamente
en el nativo por aquel cuadro celeste; y como las primeras, en cuanto que los
acontecimientos, cualesquiera sea que se esperen en el transcurso del año,
pueden depender de esta impresión de la influencia. ·
Ahora bien, dado que, pues,
el cuadro celeste de la revolución solar no señala nada más que posibilidades,
se necesita una causa eficaz que las impulse a transformarse en hechos reales.
Tales causas eficaces son los tránsitos sobre lugares importantes del cuadro
celeste anual, pero sobre todo los del Sol. Se sobreentiende, sin embargo, que
los tránsitos sobre lugares del cuadro celeste natal son aún más eficaces.
Surge la cuestión de sí para
todos los acontecimientos que ocurran al hombre es indispensable que haya una
coincidencia de tránsitos con direcciones o revoluciones. Morín no afirma esta
cuestión sino condicionalmente; tiene por innecesaria esta coincidencia para
los pequeños acontecimientos del diario vivir. Dice al respecto más o menos lo
que sigue: Hay indudablemente en la vida humana acontecimientos y cambios extraordinarios,
los que, en consecuencia, tocan en forma particularmente sensible a la
constitución física y psíquica del nativo, como ser enfermedades peligrosas,
guerra, caída del rango y la posición social, etc.; fuera de ello, hay
acontecimientos menores, como ser estallidos de cólera, orgías, intemperancia; y
otros más, de importancia mediocre, como ser quimeras, enfermedades poco
peligrosas y de corta duración, etc. Pero con todas estas cosas hay que darse
buena cuenta de los significados e índoles inherentes al nacido mismo, porque
determinan la escala mayor o menor de sus actos. Si, por ejemplo, alguien roba
millones de dineros públicos, el robo de decenas de miles le parecerá una
bagatela. A otra persona, que actúa en plena libertad en los cargos más
elevados del gobierno, se presentan diariamente oportunidades para obtener
aumentos de fortuna, que tal vez le parezcan reducidos, pero que serían grandes
para una persona de posición subalterna. Para un camorrista, una pelea no es
ningún acontecimiento extraordinario, mientras que puede ser una catástrofe
para un hombre de natural pacífico; y lo mismo rige para todo cuanto concierna
las índoles naturales, la profesión y la posición del nativo.
En estas cosas basta para cambios menores,
según enseña la experiencia, un mero tránsito, porque es palmario que influencias
exiguas alcanzan para para producir acontecimientos de esta clase, mientras que
para cambios más importantes, se necesitan influencias más fuertes
proporcionalmente.
Por consiguiente, si por
ejemplo Saturno transita sobre el Asc. de un hombre endeble, esto bastará para
provocar estados patológicos, físicos y psíquicos.
Desde luego, este efecto
será aún más fuerte si Saturno es el señor de las casas I, VI, VIII o XII,
respectivamente. O, para mencionar otro ejemplo, si Marte transita sobre el MC
de un general en guerra, este tránsito lo estimulará a emprender enérgicas
acciones bélicas, sobre todo en caso de que Marte sea regente de la casa X.
Para cambios mediocres se
necesita que, por lo menos, el planeta transitante esté de acuerdo con el
significador respectivo de la revolución solar.
Cambios de importancia
exigen que exista, además, una dirección adecuada. Fuera de ello, hay en la
vida humana acontecimientos que se presentan en forma repentina, como ser la
caída desde una montaña, una lesión, una cosa totalmente imprevista, dignidades
inesperadas que nunca fueron objeto de aspiraciones, etcétera.
Hay asuntos efímeros como,
por ejemplo, indisposiciones; otros se preparan durante días y hasta meses,
como ser enfermedades mortales, combates en mayor escala, crímenes seguidos
finalmente por la sentencia del juez, amor, casamientos, etcétera.
Según enseña la experiencia,
en todos estos acontecimientos suelen cooperar los tránsitos como causas
excitantes, sin las cuales no podrían realizarse los acontecimientos indicados
como posibilidades en la natividad o la figura solar.
En el caso de
acontecimientos repentinos o limitados a la duración de unos pocos días suceden
también los tránsitos en los días respectivos, y si no están en el punto
partil, no distarán mucho de él; porque la fuerza del tránsito va en aumento
cuanto más se acerque al significador, y puede hacerse sentir ya 1 ° antes de
llegar al punto partil.
En el caso de
acontecimientos cuya duración abarca varios días o hasta meses, se necesita
imprescindiblemente que en el exacto momento de su realización existan
tránsitos adecuados, porque no puede haber ningún cambio grande en la vida
humana sin intervención de una causa excitante.
Muy a menudo se presenta tal
tránsito también como punto final. Así, por ejemplo, al día del fallecimiento,
al término de matrimonios, o junto con dignidades obtenidas, por fin, después
de un largo lapso lleno de adversidades. Tal tránsito confirma aquel otro,
sucedido al comienzo del acontecimiento, y completa, ni más ni menos, el efecto
de ese otro.
A veces basta un solo
tránsito inicial. Si ha sido adecuada la fuerza de la benéfica o maléfica
influencia que impulsaba al nativo a asumir una actitud activa o pasiva, ya no
aparece ningún tránsito final, de manera que puede faltar, por ejemplo, al día
del fallecimiento después de una larga enfermedad. Este hecho de no hallar
ningún tránsito al día del fallecimiento, al menos ninguno de cierta energía,
induce a menudo a los astrólogos en juicios erróneos sobre la eficacia de los
tránsitos; y, no obstante, el tránsito ha ocurrido, pero no precisamente al
fin, momento en que lo esperaban, sino ya antes, al comienzo del asunto en
desarrollo.
Ahora bien, aunque -dada la
fuerza adecuada- el solo tránsito inicial puede ser suficiente, no por eso se
deben descuidar jamás los tránsitos posteriores; porque, de todos modos, podría
encontrarse entre ellos (y se encuentra comúnmente) uno que vence al día en que
se realiza el fin.
Tránsitos que suceden poco
después del natalicio, o poco después de haberse iniciado una nueva revolución
anual, son de efecto más enérgico, porque coinciden con un nuevo ciclo de la
vida del nacido, ciclo iniciado por el respectivo cuadro celeste anual y sus
posibilidades.
Pasemos ahora con Morin
también a la cuestión de por qué se necesitan cualesquiera tránsitos para que
se realice un acontecimiento especial, indicado por direcciones, y examinemos a
la vez el problema del lugar sobre el cual el tránsito ha de producirse para
que pueda ser llamado "afín" o "análogo" o
"adecuado" o "correspondiente".
Continuará…
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