SINCRONICIDADES LINGUÍSTICAS Y ASTROLOGÍA
“En la mano de todo
hombre terrestre pone un sello, para que todo hombre mortal conozca su obra:
Job, Cap.3, Ver 7,
Versión Watch Tower.
Al planeta Mercurio y
al signo de Géminis (cada signo actúa según la naturaleza de su señor) se les
atribuye en astrología la regencia de las manos, los dedos, el cerebro, la
mente y los procesos de pensamiento resultantes
de la actividad cerebral como instrumento de las facultades intelectuales y
racionales. Mercurio en su condición de intermediario establece puentes de
comunicación entre estas partes a través del sistema nervioso. Si algo caracteriza
al ser humano y le da un sello distintivo, es el uso de la herramienta manual
-aparte de la voz- como medio de
exteriorización del pensamiento y las ideas. De hecho, y no caemos en cuenta de
ello, movemos y agitamos las manos (ejecutando todo un concierto lingüístico
gestual) cuando queremos manifestar
enfáticamente nuestras ideas. Manifestar… en efecto, según la
etimología del término, manifestar viene
del latin manifestare, manus (mano)
y del verbo festare, de festus (fiesta), es decir "hacer fiesta con las
manos".
Ahora bien, si tomamos
otras vías etimológicas, las del oriente, nos encontramos con la palabra
sánscrita Manas, mente, y de ella se
deriva la voz indoeuropea Man, el
hombre, el pensador, vocablo presente en lenguas como el inglés con igual significado. Supongo que se ve
bien clara la similitud ortográfica y fonética entre ambos términos -Mano y Manas-, relacionados con la mente y el pensamiento (Mercurio), pero
para muchos será una vez más una simple “coincidencia”, cuando en verdad es un
fenómeno de sincronicidad lingüística (en el sentido de esas relaciones no causales), pero cuyas conexiones
indudables talvez el esoterismo del lenguaje –del cual no es ajena la
astrología- pueda explicar.
Ciertamente, la
astrología es una rama más de ese majestuoso y frondoso árbol de la auténtica y arcaica sabiduría universal, y como ya lo hemos afirmado en otras ocasiones, está unida
a todas las demás por la infinita, perfecta y armónica cadena de las analogías
y los símbolos. En ese sentido, no llevan nada de razón aquellos astrólogos
que aseveran que la astrología nada
tiene que ver con lo que ellos denominan despectivamente “las demás mancias”.
Tambien,
etimológicamente, 'Mancia' proviene del griego Manteia, Adivinación, derivado de
Mantis, Vidente, y es bien sabido que la capacidad de videncia requiere el
desenvolvimiento extraordinario de las facultades superiores del espíritu, un
verdadero logro evolutivo.
Así, por ejemplo,
tenemos a la Quiromancia, la adivinación por las prominencias y líneas de la
mano (Quiro), y es bien sabida la relación existente entre éstas y los dedos
con los diferentes Planetas, de manera
que un verdadero quiromántico competente debería serlo también astrólogo.
Precisamente, el
Doctor Arnold Krumm Heller, en su obra Tratado
de Quirología Médica, dice lo siguiente:
“Newton, el gran
físico, conocía la Quirología, y al estudiar el dedo pulgar, descubrió sus maravillas,
y dijo: "Si yo no tuviera más pruebas de la existencia de Dios, el pulgar
me convencería".
En las obras antiguas
de teología, cuyas prácticas aun se conservan, el sacerdote, para la bendición,
extiende el pulgar, el dedo índice y el del medio. El pulgar fue siempre la
representación del amor, y el del medio, que se llama el dedo de Saturno,
representa la Justicia Divina, mientras el índice es el "ego", la
personalidad. El dedo anular simboliza dominio mundano y riqueza material, y el
pequeño, que es el dedo de Mercurio, debe desaparecer y se esconde algo en la
mano”.
“Artajerjes I, Rey de
Persia, que vivió unos 460 años antes de la era cristiana, tenía, según el
historiador Plutarco, manos muy grandes, que correspondían a sus facultades
morales, 'y por ello lo llamaban el Makrocheir o Longímano. Julio César, según
los historiadores de aquella época, no admitía a nadie en su Corte sin antes
haberle examinado la mano. En la Edad Media, el médico más afamado que
propagaba la Quirosofía era Paracelso; luego, en Cataluña, Arnaldo de Villanova
se ocupó mucho de ella.”
Federico Engels, por
los caminos del materialismo dialéctico, estableció el importante rol que
desempeñó el desarrollo de la habilidad manual en la Transición del mono en hombre.
“Ciertos monos se ayudan de las manos para
construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a
construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del
tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de
sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran
en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que
copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la
distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los
antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo
durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los
huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano
del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no
pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha
construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.
Por eso, las
funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus
manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del
mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente
sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede
presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una
degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período
de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en
cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan
largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros
resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era
libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor
flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en
generación.
Vemos, pues, que la
mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Unicamente
por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la
transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los
músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y
por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones
nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado
ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de
magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de
Paganini.”
Federico Engels en: El papel del trabajo en la transformación del mono en
hombre.
Es tan estrecha la relación entre la mano, el cerebro y la inteligencia,
todo ello relacionado con Mercurio, que en la actualidad se utilizan novedosas
técnicas para el desarrollo de las potencialidades de los hemisferios
cerebrales, consistentes en adquirir la habilidad y la destreza en escribir (Mercurio)
con la mano (Merdcurio) no dominante. Por ejemplo, los zurdos son más imaginativos, pues tienen
más activo el hemisferio derecho, y éste se expresa en imágenes, símbolos y
colores; mientras el izquierdo tiene qué ver con el pensamiento lógico y
abstracto.
Post a Comment