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ARIES


André Barbault

Presentamos a continuación, de la pluma de André Barbault, una semblanza del signo de Aries.

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ARIES

Simbolismo: Simboliza el fuego original que se manifiesta a la entrada de la primavera, el surgimiento de las fuerzas brutas de la vida (estallido de las yemas, nacimiento de los brotes de la tierra, celo de los animales ... ). El ritmo vital, bajo este signo, es el de un salto adelante, de una aceleración: comienzo,renovación, propulsión, impulsión, chorro, estallido, explosión

... Es el soplo del fuego prometeico, ese fuego a la vez creador y destructor, ciego y generoso, caótico y sublime, capaz de expandirse en todas direcciones; es la descarga irruptiva, fulgurante, indomable del rayo, 'la violencia del fuego animal indiferenciado, el impulso anárquico, devorador, de vigorosos instintos primitivos; una liberación de las fuerzas nuevas, inclasificables e inadaptadas, de generosas promesas, empujadas hacia su apogeo.

Esta naturaleza es de esencia marciana representa, ante todo, la lucha por la vida en el estado de la selección natural en el que reina la ley del más fuerte. Pero junto al grito de guerra agresivo y los arranques de cólera y deseos de Marte, aparece la exaltación solar, simbolizada por la victoria de los días sobre las noches, del calor y de la luz. Bajo la rúbrica Marte-Sol, Aries es el signo más masculino, el que corresponde al prototipo animal (carnero) que es un hipermacho.

Psicología: El factor dominante de la estructura psicológica del tipo Aries es la primariedad, que es como una presencia del ser completamente implicado en el instante, del que se deriva todo un comportamiento general: reacciones fuertes, inmediatas y breves; impulsividad, movilidad y fugacidad de las impresiones; gusto por el cambio, la novedad; inestabilidad, indisciplina, precipitación, arrebatamiento, testarudez; espontaneidad, improvisación, fervor, exaltación, pasión, extravagancia, política del "todo o nada", estados de paroxismo ... Hay que añadir que este Primario se ve, a imagen del animal cuya fuerza se encuentra concentrada en la masa craneana hacia delante, proyectado hacia un futuro al que aborda con una cierta violencia (de ahí la relación de Aries con la cabeza): vive de proyectos, se lanza a aventuras, siembra, pero deja a menudo que recojan los demás ...

La Primariedad se asocia en él a la Actividad y a la Emotividad, lo que hace de él un Colérico bastante puro. Incluso, a menudo, es super-emotivo; la Actividad es el coeficiente más modificable. La inteligencia es del tipo Intuición (introvertida o extrovertida).

Dialéctica: No existen dos tipos de Aries dialécticos, al estar este signo hecho de una sola pieza, simple, franco, directo, puro, total frente a sí mismo y los demás. Todo lo más puede señalarse que, aunque ordinariamente tiende a la extroversión, influencias exteriores pueden volverle hacia la introversión (oposición típica de los Aries Zola y Baudelaire).

Destino: Predisposición a la aventura, a los accidentes, a las luchas, combates, rivalidades, procesos, gastos excesivos, enamoramientos, pasiones devoradoras; tendencia a la vida ruidosa, inestable, palpitante, febril, a los excesos y desórdenes; propicio a la afirmación de una personalidad que traza una nueva vía, a jugar un papel de guía, de iniciador, de iluminador, de innovador, de precursor, de jefe.

El ejemplo de Enrique II (único rey francés con una fuerte marca Aries, por ocupación del Sol, la Luna y Venus) muestra que una dominante planetaria (más tarde se verá lo que este término significa con precisión) contraria al signo, tiende a aniquilar o transformar su sello. De hecho, el saturnino Enrique II es un Aries mezquino, un Aries inhibido. Lo vemos, Delfín, tomar una actitud díscola frente a su padre, Francisco I, y, una vez coronado, romper con las costumbres de éste. Sin duda, también es de un valor indomable, amante de la caza, de las carreras de caballos y de los torneos. Pero el conflicto Saturno-Aries hace de él un débil, un tímido, un indeciso, que se obstina para dar la ilusión de decisión y autoridad, un sumiso que se deja gobernar. Su destino lleva más la marca del signo: su reinado empieza entre el humo de las hogueras y los clamores de los mártires heroicos que inauguran las guerras de religión. Debuta, también, con el duelo Jarnac La Chátaigneraie para acabar con el accidente mortal en la cabeza bajo el lanzazo de Montgomméry (tendencia disonante del Aries afectado por Saturno).

Nota nuestra: sobre la dominante planetaria de que habla André Barbault (“el saturnino Enrique II es un Aries mezquino, un Aries inhibido”, dice), Saturno está en conjunción al ángulo del MC, domiciliado en su propio signo de Capricornio, y en cuadratura a Sol/Venus en Aries.


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