LA HIPERGEOMETRÍA Y LA SABIDURÍA ANTIGUA
A propósito del tema fascinante
de los Djinns, Jinas, universos paralelos, portales dimensionales y viajes en
el tiempo, presentamos de la pluma magistral del sabio Don Mario Roso de Luna
este extraordinario ensayo.
LA
HIPERGEOMETRÍA Y LA SABIDURÍA ANTIGUA
Mario Roso de
Luna
"Corresponde
al inmortal Euclides, dice la obra antes citada, del P. Barbarín, la gloria de
haber fijado los principios de la geometría usual. De Egipto, según Herodoto,
pasó esta ciencia a Thales, Pitágoras, Platón y sus discípulos. En Alejandría
luego, hacia el año 320 de nuestra era, enseñó Euclides la geometría que él
mismo fundó bajo la protección de Ptolomeo, escuela que más tarde había de
damos a Arquímedes y a Apolonio. El sabio redujo su ciencia a un mínimo estricto
de postulados, nociones primitivas
indemostrables, o axiomas... Aunque tales postulados resultan ciertos en la
práctica, tenía que llegar un. día en que el espíritu de originalidad y de
crítica se preguntase qué ocurriría si tales postulados no fuesen ciertos, o
fuesen reemplazados por otro postulado de mayor amplitud generalizadora.
"Semejante
idea revolucionadora condujo a varios geómetras a concebir, hacia 1813, otra
geometría, por ellos llamada ora astral, ora
no euclideana, y en la cual se
prescindiese del famoso "postulado de Euclides" que dice: "Si
dos rectas situadas en un plano forman con una tercera recta que les corte dos
ángulos inferiores del mismo lado cuya suma sea menor que dos ángulos rectos,
aquellas rectas se encontrarán por este lado si se las prolonga
suficientemente.. ." El propio Proclo, el primer comentador de Euclides
(412-485), nos dice que aun en las mismas Escuelas de Alejandría y de Atenas el
postulado era objeto de discusiones, añadiendo que no fueron nada felices los
esfuerzos de Posidonius, Geminus y Tolomeus para su demostración. Iguales
preocupaciones asaltaron a los árabes AI-Nazizi y Nasir-Eddin, y a los
renacentistas Commandin, Clavius, Giordano, Vitale, Wallis, etc., quienes,
influidos por el comentario de Prodo, se ocuparon del problema... Saccheri,
Lambert y Taurinus tuvieron la curiosidad de averiguar lo que ocurriría si se
dejase a un lado dicho axioma, y obtuvieron así ciertas proposiciones
características de una geometría más general... Este último, por ejemplo;
construyó su geometría logaritmo-esférica...
"Desde
1792, Gauss abrigaba la esperanza de vencer la quimera. Después de rechazar la
tentativa de Bolyai (1804) para demostrar la existencia de rectas
equidistantes, o sea hacia 1813, cortó de plano la dificultad, concibiendo un
proyecto de geometría no euclídea, aunque
exigiendo en 1824 a sus amigos, tales como Taurinus, la más absoluta reserva
acerca de sus comunicaciones, ante el temor de que no fuesen ellas debidamente
comprendidas.
" . . .
Desde 1815, por su parte, Lobatschewsky se ocupaba también de las paralelas, y
a partir de 1825 sus ideas se orientaron claramente hacia una geometría basada
en la negación de la paralela única, y así escribió en 1830 sus Fundamentos de la Geometría; en 1837 su Geometría imaginaria..., y en 1855 su Pangeometría, con. junto de
conocimientos a los que se ha denominado Geometría
lobatschewsquiana, en honor a la infatigable perseverancia del sabio ruso.
"Pero vino
por aquella época de Lobatschewsky, Juan Bolyai, quien, animado por los
trabajos de su padre Wolfgang, en un apéndice al Tentamen de éste, puso de relieve las proposiciones del mismo
respecto a la ciencia absoluta del
espacio. Bolyai terminó su Appendix
scientiam spatii absolute veram exhibens, construyendo un círculo
equivalente a un cuadrado, y enunciando este inmortal dilema: "0 el axioma
de Euclides es verdadero, o la cuadratura del círculo es posible."
"De TilIy,
en fin, apoyándose en una idea de Cauchy, admite la acción de distancia como
irreductible, y probó que las tres geometrías de Riemann, Eudides y
Lobatschewsky son las tres únicas posibles, y cada una de ellas lógicamente admisible, independientemente de
las otras dos."
Y, ahora, va de cuento.
Con ocasión del descubrimiento que hice de la última
estrella temporaria aparecida entre la constelación del Águila y la de la Serpiente[1],
tuve el honor de conocer al célebre aviador, matemático e ingeniero militar don
Emilio Herrera, quien me dejó pasmado con los dos folletos suyos que relacionan
la hipergeometría con la mecánica celeste. Vi, al punto, toda la genialidad del
hombre que tal escribía y calculaba, y mi sorpresa fué mayor al notar que, con
aquéllos, llegaba a conclusiones idénticas a las que, por ellado oriental, había yo llegado al estudiar (pág. 185, tomo
11 de mis Conferencias en América del
Sur) las cronologías brahmánicas, cronologías en las que el ciclo de
precesión equinoccial (25.'920 años) y el del perihelio (108.000) son meros
módulos de las cifras siguientes, tomadas del Calendario Tamil:
AÑOS
Kali-yuga (edad del
hierro actual). . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . 432.000
Duiapara yuga (edad del bronce) . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 864.000
Treta-yuga (edad de la plata, o lunar) . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.296.000
Krita-yuga (edad del oro,
o solar). . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 1.728.000
Estos cuatro
yugas forman el Maha-yuga, con. .
. . . . . . . . . . . 4.320.000
71 maha-yugas
forman el reinado de un Manú
oNoé,de. . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . 306.720.000
14 Manús son 934 maha-yugas o. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.224.080.000
Añadiendo 6 Sandhis, o reinado de
entre-Manús,
dan cada uno mil veces la precesión equinoccial,
o sean. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25.920.000
El total de
reinos e interregnos es de. . . . . . . . . . . . . . .. . . 4.320.000.000
O sea un día de Brahmâ, que con la Noche de
Brahmâ dan. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . 8.640.000.000
360 de estos
días dan un año de Brahmâ, o . . . .
. . . . . . 3.110.400.000.000
100 añós
semejantes constituyen una edad de Brahmâ;
esto es, el Mahakalpa de. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.311.040.000.000
Cuál no habrá
sido, pues, mi sorpresa al recibir de dicho sabio la carta, que, literalmente,
dice así:
"Mi
admirado y querido amigo: No esperaba que mi pobre y enrevesado trabajo tuviese
la suerte de ser leído por usted con el interés que me demuestra su genial
carta, carta cuyos conceptos entusiastas, hijos de su amabilidad y no de mis
merecimientos, le agradezco profundamente. Desconociendo la literatura
oriental, únicamente me propuse demostrar con este trabajo cómo en los
problemas más fundamentales del Universo, como son los cosmográficos y
cosmogónicos, las deducciones lógicas obtenidas por el cálculo puro concuerdan
con las creaciones de la fantasía, las tradiciones, las religiones y los
resultados de la observación. La lectura de su maravilloso libro me enseña,
además, que las cosmogonías orientales también concuerdan con estas
deducciones, pues que la revolución de cada sol con su sistema planetario
alrededor de un punto de ecuador del espacio y la de este punto alrededor de
otro situado en la línea polar; el período de revolución de nuestro sistema
alrededor del punto ecuatorial, que, según las fórmulas de la hipergeometría y
las constantes conocidas, resulta de unos trescientos millones de años, y la
serie infinita de espacios giratorios de todas dimensiones deslizándose sin
rozamiento cada uno de los demás órdenes superiores, y todos ellos de forma hiperelipsoidal,
coinciden perfectamente con los conceptos orientales de sol. físico, sol
ecuatorial, sol polar y Sol Central, con la duración del reinado de un Manú o
tipo de Humanidad, con la teoria de las esferas cristalinas y demás que trata
usted en sus "Conferencias teosóficas en América del S_r." Todo ello
constituye una nueva prueba de la existencia de una Humanidad prehistórica, de
cultura inmensamente superior a la nuestra, de que hablo en una de las páginas)
de mi articulo.
En el párrafo
final me he referido a las innumerables personas relativamente ilustradas que
ignoran la existencia de la hipergeometria, ciencia exacta, parte de la
matemática, de la que son casos particulares las geometrías del espacio y
plana, y cuyos rigurosos cálculos analíticos permiten deducir, por ejemplo, que
el hipervolumen de la hiperesfera de 20 dimensiones, de un metro de radio, es
igual a π¹º/10! o sea (0,026 m.) . Muchos de estos señores han oído hablar del
hiperespacio y de la cuarta dimensión como de una cosa que permite realizar
actos sobrenaturales (según ellos), como son: la desaparición o aparición de un
cuerpo en nuestro espacio o la salida de un objeto del interior de una caja
herméticamente cerrada; por lo que suponen que la hipergeometría es cosa de
brujeria y debe ser incluida en las ciencias ocultas[2].
Aparte de ello,
estoy conforme con usted: primero, en la existencia del Ocultismo, puesto que
negarlo equivaldría a afirmar el absurdo de la omnisciencia del hombre; y
segundo, que la hipergeometría debe tener gran aplicación al Ocultismo, como la
tiene a la mecánica celeste, a la química, a la física y, seguramente, a las
ciencias biológicas y psíquicas, lo que, según supe, demostró usted
brillantemente en su conferencia del Ateneo, a la que no pude asistir. por
encontrarme ausente de Madrid.
Yo conozco muy
poco o nada de la literatura filosófica oriental, porque mi profesión me ha
obligado a dedicar mi tiempo preferentemente a determinadas ciencias de
aplicación; pero infiera que hay mucho que investigar en ella en armonía con la
ciencia de Occidente.
Se reitera de usted, entusiasta admirador y afectísimo
amigo, q. b. s. m., Emilio.
Herrera."
Los admirables folletos en cuestión, debidos al Sr. Herrera, nos enseñan,
por su parte, cosas hondísimas, respecto a lo que llamar podríamos, al tenor de
la carta dicha, "la moderna espiritualización de las cielos".
Dicen ellas así, y perdónenos el lector la extensa de
la cita:
"Por lo
poco que hasta ahora se ha podido observar acerca de las movimientos de las
estrellas, sus direcciones y velocidades, la única consecuencia que parece
deducirse acerca de la naturaleza de las fuerzas que las impulsan es que éstas
no son de las llamadas newtonianas y, por tanto, no obedecen a la ley, hasta
hoy sostenida por universal, de la gravitación. Aparte de esta, aun dentro de
nuestro Sistema solar, se han notado en el movimiento de los planetas anomalías
incompatibles con la exactitud de la ley newtoniana de la gravitación, fuerza
cuya naturaleza permanece en el misterio, a pesar de las muchas teorías con que
se ha intentado explicarla, de las cuales ninguna ha podida ser admitida como
satisfactoria.
La mecánica
estelar, probablemente, está también llamada a resolver en definitiva el pleito
entre las geometrías euclidiana y no euclidiana, y a decidir sobre la tan
discutida realidad del espacio de más de tres dimensiones, puesto que en esta
ciencia, donde se estudian los movimientos de los cuerpos en las mayores
extensiones posibles del espacio, es donde principalmente las propiedades de éste
han de ser reveladas, pudiendo entonces decidirse si el espacio ocupado por
nuestro Universo. es recto o euclidiana o curvo, en cuyo caso estará
seguramente comprendido dentro de una extensión de orden superior.
La excesiva
rapidez del movimiento de traslación de algunas estrellas, que ha llegado a
apreciarse hasta de 325 kilómetros por segundo, según observaciones hechas en
el Observatorio de Mouni Wilson
(E. U.), la que
excede con mucho a la velocidad de 40 kilómetros por segundo, calculada por
Newton como límite de lo que puede alcanzar un cuerpo sometido a la
gravitación; el hecho de que la velocidad de las estrellas esté en relación can
su edad; la distribución de sus movimientos en dos corrientes opuestas; la
ausencia de centros atractivos capaces de causar estos movimientos, y otros
fenómenos observados, difícilmente explicables par la ley newtoniana,
demuestran que las estrellas están en cierto modo fuera de la ley de
gravitación.
La posibilidad de que exista una extensión exterior al
espacio que nos rodea no puede ser negada por otras razones de más fundamento
que las que podría presentar la Humanidad, si careciera del sentido de la
vista, para negar la existencia de la luz. El hombre sólo. puede percibir
sensaciones que provengan del espacio de tres dimensiones que ocupa el éter y,
por tanto, le es imposible imaginar que la extensión puede desarrollarse en
otras direcciones distintas de las que sus sentidas le revelan, pero su
inteligencia le demuestra que, existiendo las extensiones de una, dos y tres
dimensiones, y no habiendo razones que nieguen la existencia de otras de
órdenes superiores, es perfectamente lógico que esas extensiones, naturalmente
incomprensibles para nosotros, existan también, habiéndose llegado a calcular
la geometría de ene dimensiones,
aunque únicamente como un alarde de la inteligencia humana que se siente capaz
de determinar las propiedades geométricas de un mundo inaccesible a la
imaginación y reconociéndose que este estudia no puede tener ninguna aplicación
práctica, puesto que el mundo físico
a que pertenecemos se desarrolla totalmente en un espacia de tres dimensiones
independientemente de que haya o no una extensión exterior o hiperespacio, con
el que, si existe, carecemos de todo medio de relación. Esta es la opinión generalmente
admitida por las personas que se han dedicado al estudio de la hipergeometría.
El objeto de
este estudio es presentar las razones con que creemos se puede demostrar que el
contrario, el mundo físico conocido, está directamente relacionado con el
hiperespacio, hasta el punto de que su existencia sería imposible si se
redujeran a tres las dimensiones de la extensión. Para ello deduciremos las
consecuencias que lógicamente se desprenden de la existencia del hiperespacio,
haciendo notar la conformidad de ellas con los fenómenos observados en el mundo
físico, la mayor parte de los cuales carecen de explicación satisfactoria si no
se supone más de tres dimensiones a la extensión."
Después de una
hermosa discusión analítica en la hipótesis de tres y de más dimensiones, el
Sr. Herrera termina diciendo:
"1° La
forma del espacio será la de una superficie de doble revolución. 2° Las
acumulaciones y elementos materiales se atraerán aparentemente hasta una cierta
distancia en razón directa de sus masas e inverso del cuadrado de la distancia.
3° Se formará una serie de sistemas compuestos de un núcleo central, alrededor
del cual girarán otras masas que a su vez pueden ser núcleos de otros sistemas secundarios. 4° Además de los anteriores
movimientos, cada masa tendrá otra de traslación, describiendo con velocidad
uniforme una línea geodésica de la hipersuperficie en movimiento absoluta, cuyo
movimiento, con relación a la rotación del espacio en las proximidades de cada
uno de los dos ecuadores, es aproximadamente elíptica, teniendo. por centro el
punto en que su plano corte al ecuador. Aparentemente, cada ecuador ejercería
una acción atractiva que en sus inmediaciones sería directamente proporcional a
la distancia y a la masa. 5° Se formará una acumulación de masas en las
inmediaciones de los dos ecuadores, que irán aumentando a medida que los
choques sean más frecuentes. Las masas muy distantes o la materia muy
enrarecida no obedecen exactamente a la ley atractiva del número 2, pudiendo en
algunos casos no atraerse cuando la distancia o la fuerza centrífuga de sus
movimientos de giro sea suficientemente grande. La distancia a que se anula la
fuerza atractiva es variable, según la dirección en que se considere.
Veamos ahora
cómo estas consecuencias se relacionan con los fenómenos observados en el
Universo: 1° La observación de algunos astrónomos que han encontrado semejanza
de forma entre las constelaciones más remotas y las más cercanas pudiera
constituir una prueba de la curvatura del espacio, siendo en este caso unas y
otras constelaciones imágenes de la misma, cuyos rayos luminosos llegarían a
nuestros ojos siguiendo en ambos sentidos una línea geodésica del espacio
después de haberlo rodeado por completo; sin embargo, la inmensidad de las
dimensiones del espacio hace poco probable que esta semejanza, si se
comprobase, sea debida a la curvatura del espacio. De todos modos, aunque no
exista prueba de la curvatura del espacio, tampoco la hay en contra, con tal de
que el radio sea suficientemente grande. 2° Las leyes de la gravitación
universal quedan explicadas en la segunda consecuencia con sus propiedades
peculiares de propagarse instantáneamente y sin sufrir modificaciones a través
de cualquier materia que se interponga. 3° La tercera consecuencia está de
completo acuerdo con la hipótesis cosmogónica de Laplace, las leyes de Kepler y
las teorías modernas sobre la constitución de la materia por electrones,
girando alrededor de iones.
Las vibraciones transversales y normales del
espacio etéreo explican la propagación de la energía luminosa y
electromagnética, pudiendo las ondas normales, o en el sentido de la cuarta
dimensión del éter, originar modificaciones locales en la curvatura del
espacio, que darían lugar a los fenómenos de las atracciones o repulsiones
electromagnéticas, 4° Las velocidades de algunas estrellas, mucho mayores de lo
que correspondería si obedeciesen a la gravitación, sus movimientos en dos
corrientes opuestas situadas en el plano de la Vía Láctea, según las
observaciones de Kapteyn, o según elipses muy alargadas cuyo eje mayor está en
este plano, según observaciones posteriores, sin que haya podido notarse la
presencia de ningún centro atractivo que produzca estos movimientos, quedarían
explicados por la consecuencia cuarta. 5° La siguiente consecuencia concuerda
perfectamente con las dos acumulaciones de materia que se observan en el
Universo: una, de estrellas, en la Vía Láctea, y otra, de materia disgregada
que forma el sistema de nebulosas, que parece independiente del anterior.
Teniendo el espacio dos ecuadores que corresponden a dos movimientos de
rotación distintos, de radio y velocidad angular diferentes, el ecuador que
corresponda a la mayor fuerza centrífuga quedará rodeado de masas en que la
atracción aparente y la cohesión de la materia será mayor, formándose así el
conjunto de estrellas que constituyen la Vía Láctea. En cambio, la materia
acumulada en el ecuador de menor fuerza centrífuga llegará a un grado menor de
condensación y permanecerá en estado de nebulosa, del mismo modo que las masas
situadas en regiones lejanas del primer ecuador. La región de la Vía Láctea más
próxima a nuestro sistema solar aparecerá con el mayor brillo, y lo mismo debe
ocurrir con la diametralmente opuesta, cuyos rayos luminosos deben llegar a
nuestra vista formando un ángulo igual que los de la más próxima, por hacer la
curvatura del espacio el efecto de lente convergente. En cambio, en las
regiones perpendiculares a esta dirección, debe presentar la Vía Láctea un
mínimo de intensidad. Todo esto se observa y se confirma, porque la dirección
de las corrientes estelares mostradas por Kapteyn coincide, próximamente, con
la dirección de las dos regiones más intensas del ecuador galáctico. 6° Por
último, la sexta consecuencia explica en primer lugar la expansión de los gases
y los fenómenos del estado radiante de la materia, que al llegar a un cierto
grado de enrarecimiento y de calor (o sea fuerza viva interatómica) las
trayectorias de los electrones pueden llegar a ser hiperbólicas en lugar de
elípticas por debilitación o anulación de la acción atractiva aparente, debida
a la excesiva separación de los elementos de masa.
Si una cantidad
de materia rarificada está situada en la deformación debida a una masa y, por
lo tanto, dentro de su acción atractiva aparente, las partes más próximas a
esta masa sufrirán una aceleración mayor que las más separadas dándose lugar a
un alargamiento de materia, que se irá pronunciando al irse acercando al foco
de atracción. La cohesión de la materia será mayor en la parte más próxima, por
ser allí menor el radio de curvatura negativo del espacio, lo que dará lugar a
una condensación de la materia o núcleo en esta parte; en cambio, en dirección
transversal a la acción atractiva, el radio de curvatura es positivo y
decreciente hacia la masa atrayente, originando una rápida disminución de la
cohesión en sentido transversal hasta llegar a la disgregación de los elementos
de la materia a una distancia del eje longitudinal, tanto menor cuanto más
próxima esté del extremo anterior o núcleo; en resumen, la materia enrarecida y
atraída por un astro, tomará la forma que se observa en los cometas. La
dirección de la cola marcaría la de la línea de máxima pendiente de la
deformación del espacio etéreo, desviada por la velocidad de traslación del cometa,
cuya dirección nunca coincide con la de dichas líneas, o sea que los cuerpos no
pueden caer en línea recta hacia el centro atractivo, debido a la acción de la
fuerza centrífuga complementaria engendrada por la rotación del espacio, lo que
también se observa en el movimiento de los astros, sin que las leyes de
gravitación, por sí solas, puedan dar la explicación.
. . . Si
nuestra hipótesis llegara a comprobarse se demostraría que la Humanidad había
incurrido, con relación al espacio, en el mismo error que sufrió con relación a
la Tierra, considerada como plana e inmóvil durante muchos siglos, del mismo
modo que el espacio es considerado también como inmóvil y recto, a pesar de
que, así como la formación y propagación de los ciclones en la superficie terrestre
constituyen una prueba de la rotación de la Tierra, los movimientos giratorios
de los sistemas planetarios y de todos los conjuntos materiales del Universo
parecen demostrar de igual manera su rotación.
Admitida como
cierta esta hipótesis, cabe aún preguntar: ¿qué hay en el hipervolumen
encerrado por el espacio curvo en que estamos? Y del mismo modo, ¿qué otras
cosas constituyen el hiperespacio? La contestación categórica a estas dos
preguntas sería muy atrevida, porque no hay datos en que fundarse; quizá el
espacio curvo que constituye nuestro Universo no sea más que un elemento
material que, con una infinidad de otros análogos, formen un cuerpo de cuatro
dimensiones que a su vez esté situado en un hiperespacio curvo clásico, dentro
de la extensión de quinto orden, y así hasta llegar a la extensión de infinitas
dimensiones que las comprende a todas y en que, según se demuestra por la
hipergeometría, se reproducen las propiedades geométricas de la extensión de
cero y, por tanto, no será más que un punto matemático de otras extensiones de
órdenes superiores, inconcebibles para la inteligencia del hombre"
Gustosos
seguiríamos transcribiendo, si no lo impidiese su mucha extensión, las
notabilísimas deducciones que nuestro insigne aviador y matemático hace de su
teoría respecto a las oscilaciones que las manifestaciones físicas y químicas
de nuestro sistema deben experimentar al ser nuestro espacio físicoetéreo
giratorio y elástico, cayendo así en las célebres adivinaciones orientales
reproducidas por Platón, relativas a inviernos
y veranos siderales en cada yuga,
o sean períodos en los que el fuego solsticial de éste, decimos nosotros, pudo
destruir por paroxismos volcánicos al tercer contingente terrestre -la Lemuria-
hace unos cinco millones de años, y el mínimo invernal subsiguiente pudo anegar con sus aguas desbordadas a la
Atlántida, todo ello veladamente aludido también en el capítulo LXV, v. 17 de
Isaías, y aun en el Apocalipsis, respecto
a "nuevos cielos y tierras nuevas", como si presintiéramos ya la
unidad filosófico-científica de esos remotos tiempos, en los que la mítica
Torre de Babel de nuestra soberbia ignorancia no hubiese confundido las lenguas, es decir, los pensamientos y
las universales doctrinas primitivas...
En el problema
del hiperespacio está la clave probable de todos los fenómenos llamados
espiritistas, telepáticos, hipnóticos, etc.,
cuantos hechos de la historia tenidos, más o menos, por efectivos milagros,
y que autores tan queridos como Flammarión han tratado de catalogar, bajo el rótulo
de Lo Desconocido o Lo maravilloso positivo, como diría
nuestro Estanislao Sánchez Calvo. No hay que decir también si ello puede ser
clave, tanto para las pretendidas comunicaciones interplanetarias, cuanto para
explicarnos la dificultad que tenemos hoy de comunicarnos con los muertos o con
seres del otro mundo.
Observando
atentamente la historia de todos los grandes descubrimientos -y cuenta que
pocos serían más importantes como el que nos ocupa-, venimos a comprender que
ellos han sido realizados por vía distinta de la que podríamos llamar
religiosa, artística, espiritista ú estrictamente científica. Siempre la mal
llamada casualidad, que no es sino
"ley de causalidad" o juego de leyes que nos son desconocidos, es el
alma de los más revolucionadores descubrimientos, como si los seres superiores,
que invisibles actúan sobre nuestros destinos, "dejándose vencer por el
esfuerzo del genio", otorgasen a su
debido tiempo a la Humanidad, al tenor del juego de las leyes de la
historia, el descubrimiento que precisamente la época necesita, descubrimiento
mucho antes intuído, sin embargo, por genios al estilo del de Lope de Vega,
adivinando la transmisión eléctrica, o el de Séneca presintiendo el hallazgo de
América, etc., etc. Siempre, además, llega el descubrimiento anhelado, después
de vencerse por la Humanidad una resistencia por demás extraña y a la que
conviene consagrar unas líneas.
En efecto, los
griegos sabios tuvieron respecto a semejante misterio de la comunicación del
hombre con seres superiores todo un poema simbólico, el de Las Aves, de Aristófanes; poema en el que, de mano maestra, se nos
traza la historia de la edad de oro -esa edad cuya reminiscencia se halla como
idea innata en todos nosotros, y cuyo recuerdo consta históricamente en todos
los grandes libros religiosos-, edad del keitayuga,
en la que los hombres y los dioses se entendían directamente, sin necesidad
de intermediario alguno. Estos dioses recibían de aquéllos el debido homenaje a
su paternal excelsitud, y los hombres primitivos, en cambio, obtenían para sus
mentes infantiles la necesaria protección, guía y enseñanza, de los dioses jinas o ángeles, ni más ni menos -¡oh divina ley de la analogíal- que
acontece en particular a cada niño con sus padre'), hasta que alcanza la edad
de valerse por sí mismo.
En uno como en
otro caso, llega al fin, tanto para el niño-hombre, como para la Humanidad
niña, el momento cruel de la separación emancipadora, separación operada por
algo o por alguien, que se interpone en el nativo idilio, cual se interpone
inopinadamente entre el sol y el alpinista la negra nube de tempestad que
amenaza fulminade con su rayo...
Diríase, en
efecto, que siendo la vida, en todas sus manifestaciones, el eterno juego de
esa electricidad trascendente que se
denomina Foat -el fogoso corcel- por
los libros iniciáticos hindúes, ha menester, como en la clásica pila de Volta,
de la interposición de un liquido, de una
realidad destructora o corrosiva, entre
dos metales de distinta capacidad
calorífica, para producir la corriente eléctrica, que es el alma de la vida, y
así entre el cobre de los dioses y el
cinc de los mortales, que inactivos
reposaban en su seno tuitivo, se interpuso, fatídica, la consabida rodaja de paño humedecido con agua
acidulada, quiero decir que, según Aristófanes, se interpusieron negras
Aves crueles entre dioses o padres y hombres: los pajarracos de la Stinfalia;
los terribles cuervos de Remo, de Sigfredo, de Las mil y una noches, las "Aves de mal agüero", "Las
potestades intrusas", etcétera, etc., cortándose desde entonces la antigua
comunicación entre el cielo y la tierra, porque las perversas aves impidieron a los hombres que
dirigiesen oraciones, filiales ruegos, a los dioses, sus padres, exigiendo para
ellas, en cambio, la idolatría de sus almas cándidas y el fruto todo de su
esfuerzo laborioso, que así venía a quedar estéril en definitiva. Al par
también se impidió por las aves a los
dioses e] que siguiesen protegiendo a los hombres como antes, dejándolos a
éstos entregados a sí propios, para que, con su solo esfuerzo redentor y
rebelde a lo Hércules, a lo Sigfredo o a lo Prometeo, reconquistasen algún día
ese mismo "Paraíso perdido" de su infancia, sin aquellas protecciones
de antaño, y que, de continuar, le habrían dejado eternamente irresponsable e
imbécil.
Es más, todo
poema épico, desde el Mahabharata, el
Ramayana o la Ilíada, hasta el Paraíso Perdido o el Fausto, pasando por los divinos poemas
nórdicos instrumentados por el coloso de Bayreuth[3], no
tienen, en puridad, otro argumento que el de tamaña reconquista, tamaño retorno
al seno amante de nuestros dioses-padres,
los del primitivo y nunca olvidado culto ario -que no murieron, !lino que
pasaron a un mundo mejor- "ora con el triunfo del hombre puro sobre la
muerte misma", ora con el gallardísimo triunfo de ]a mente humana que,
subiendo en el aeroplano de nuestro esfuerzo por encima de los negros
nubarrones amontonados por largas generaciones de perversos sobre nuestras
cabezas, llega a bañarse de nuevo en los efluvios purísimos de ese Sol de
Verdad que luciese antaño en nuestra primera edad de oro infantil, y que
volverá a lucir aún más esplendoroso en esotra nueva edad de oro de nuestro
triunfo. . .
La China, país
que tantos valiosos recuerdos conserva de ]a perdida Atlántida, tiene sobre
este particular de las aves, elementales,
demonios tentadores y demás "enemigos del hombre" que nos ocupan,
detalles mucho más gráficos y concretos que los veladamente expuestos en el
poema de Aristófanes. Refiriéndose a ellos, nos dice sabiamente la Maestra H.
P. B.:
"En el
interior de la China queda todavía un puñado de gentes de elevada estatura,
restos de los aborígenes del país pertenecientes a la rama superior, última de
la Cuarta Raza, que alcanzó su más elevada civilización en la Atlántida, cuando
la Raza Aria acababa de aparecer en Asia. Si pudiesen ser correctamente
traducidos los manuscritos más antiguos de esta raza aborigen, escritos en
lengua lolo, se obtendrían testimonios inapreciables; pero éstos son tan raros
como ininteligible su lenguaje. Hasta ahora, dos o tres arqueólogos han podido
procurarse obras tan preciosas. Por ejemplo, en la traducción francesa del Shu-King se lee: "Cuando la raza
antediluviana del Miao-tse se pervirtió por causa de los engaños de Tchy-yen, toda la tierra se llenó de
iniquidad; el Miao-tse, según rezan
nuestros antiguos documentos, se retiró a las cuevas rocosas. Chang-ty, un Rey de la Dinastía Divina,
paseó su mirada por su pueblo, sin hallar ya en él el menor rastro de virtud,
por lo cual ordenó a Tchon y a Ly que cortasen toda comunicación entre el Cielo
y la Tierra, cesando desde entonces las subidas y bajadas entre ambos mundos.
Esto último, en esencia, está representado también en el Libro de Enoch y en la
mística Escala de Jacob. Sin dejar su asiento, un vidente puede comunicarse con
seres de un plano superior al nuestro. Cuando, en efecto, los "vestidos de
piel" de que habla el Génesis al
ser Adán y Eva expulsados del Paraíso se hicieron más densos por el pecado
físico, la relación entre el hombre físico y el Etéreo se interrumpió. El Velo
de la Materia entre los dos planos) se hizo demasiado denso para que ni aun el
mismo Hombre Interno pudiera penetrarle, y aquel vívido foco de luz de los
Misterios del Cielo y de la Tierra, revelados a la Tercera Raza por sus
Maestros Celestes en los días de su infantil pureza, se debilitaron más y más
al caer en las impenetrables tinieblas de las mentes de aquellos caídos.
degenerando en hechicería y luego en crueles religiones esotérica), llenas de
superstición y de idolátrico culto al hombre o al héroe. Solamente un puñado de
hombres primitivos, en quienes la chispa de la Divina Sabiduría ardía
brillantemente, tanto más cuanto que menos se gastaba en iluminar a los que la
prostituían en fines maléficos, permanecieron los custodios electos de los Misterios
revelados a la Humanidad por sus Maestros Divinos. Entre ellos había quienes
permanecieron en su Kaumdrico estado
o estado de pureza desde el principio. La Doctrina Arcaica, igual que la
tradición, afirma que semejantes elegidos fueron el germen de una Jerarquía, que vive desde entonces y vivirá hasta
el último día del mundo.”
Abundando en
las mismas ideas de la Maestra y del propio Aristófanes, Pablo, el iniciado
apóstol de las gentes, alude muy claramente a las famosas Aves, Sílfides o "Potestades del Aire" en estas frases a
los de Epheso (capítulo V, v. 12): "Porque nosotros -los iniciados- no
tenemos que luchar ya contra la sangre y la carne -es decir, contra las
pasiones vulgares -sino contra los
principados y potestades; contra los gobernadores de las tinieblas de este
mundo; contra los espíritus de maldad en los aires." Y esto, más o
menos, se repite en diversos otros pasajes, tales como en la Epístola a los Colosenses (11, 15).
Estos
"espíritus de maldad", interpuestos física, intelectual y moralmente
entre nuestra pequeñez heroica de "dioses caídos que retornar pretenden a
su prístino origen", son los que hay que vencer, antes de comunicarnos, de
un modo u otro, con los seres de los mundos infinitos y el Velo de Isis, el
muro que de ellos nos separa no es otro que el del misterio de la vida y de la muerte, misterio de la cuarta y
ulteriores "dimensiones de nuestro espado", que hay que esclarecer matando a la muerte misma, a tenor del
célebre pasaje, también de San Pablo, que pronto habremos de ver, acerca del
misterio de la muerte, una de las más grandes bellaquerías que han podido
imaginarse nunca para tormento y explotación de la mísera Humanidad doliente.
Dichos
"espíritus de maldad" están sometidos, sin embargo, a la mágica
potestad de cualquier adepto de la buena o de la mala magia, como lo revela
aquella famosa sura XXVII del Corán titulada "Salomón en el valle de las
hormigas", y con cuya paráfrasis terminaremos este abigarrado capítulo. La
sura en cuestión dice así:
"Los
ejércitos de Salomón, compuestos de genios y de hombres, se reunieron ante él,
y los pájaros del cielo también aline2dos por tropas separadas.
Cuando el
glorioso cortejo así formado llegó al valle de las hormigas, una de ellas
exclamó:
-¡Oh, hermanas
hormigas: entrad al instante en vuestros hormigueros por temor de que seáis
aplastadas sin saberlo bajo los pies del ejército innumerable del gran Salomón!
El rey sabio
sonrió al oír a la hormiga; pasó revista al ejército de los pájaros y dijo al
notar de entre ellos la ausencia de la abubilla:
-¿Dónde está
esa ave rebelde que así deja de comparecer ante mí, su Rey y Señor?
Presurosa,
presentóse de allí a poco el ave y prosternándose ante Salomón, le dijo:
-Te traigo
noticias ciertas acerca de la gran reina de los pueblos sabeos. He hallado ayer
a esa mujer que reina sobre aquellos hombres y posee toda clase de cosas
preciosas, incluso un prodigioso trono. He visto además que ella y su pueblo
adoran al Sol como Dios. Satán, el apedreado, ha engrandecido la obra de sus
manos y embellecido la vista de sus ojos, apartándoles de la verdadera ruta del
Señor.
-Veremos,
abubilla, si has mentido o has dicho la verdad -contestó Salomón, y añadió:
-Vete de mi
parte con esta carta a la reina de Saba, entrégasela y, desde respetuosa
distancia, procura ver cuál será su respuesta.
La abubilla
cumplió con toda fidelidad la orden; la reina cogió la carta y la enseñó
triunfalmente a los magnates del reino diciéndoles:
-He aquí el contenido
de la carta que me escribe el gran Salomón de Israel, sabio y rey de las aves,
de los hombres y de los genios: "En el nombre de Dios clemente y
misericordioso. No os levantéis contrá mí. Venid más bien a mí, abandonándoos
por entero al verdadero y único Dios." Luego la reina les pidió consejo.
Los magnates
respondieron:
-Somos un
pueblo fuerte y temido de todos, pero a ti te toca, ¡oh reina!, el disponer lo
que por mejor colijas.
La reina,
entonces, decidió enviar ricos presentes a Salomón, aguardando los
acontecimientos y las impresiones que los enviados con ellos le trajesen.
Cuando éstos depositaron reverentes los regalos a los pies de Salomón, éste
les dijo solemne:
-¿Es acaso que queréis deslumbrarme con vuestros tesoros? Pues sabed que
los que mi Dios me ha dado superan infinitamente a todos los tesoros juntos de
la Tierra. Volved al punto a vuestra reina, y decid la que muy en breve iremos
a atacar sus Estados con un ejército cuyo empuje le será imposible resistir y
os expulsaremos de vuestro país humillados y envilecidos. -Luego clamó a los
suyos el rey sabio, y les dijo:
-¡Oh, mis
guerreros! ¿Quién de vosotros me va a traer en el acto a la propia reina de
Saba sentada en su trono excelso, ante., de que a todos los suyos les mueva a
venir y a entregarse a la voluntad omnipotente de Dios?
A lo que
respondió Ifrit, el horrible, el deforme rey de los genios: .-Yo seré, pues,
quien te traiga, si así lo ordenas, Señor, a la reina de Saba antes de que
hayas tenido tiempo de levantarte de tu trono. Soy lo bastante fuerte y leal,
como sabes, para hacerlo.
Otro genio, Sidjill, el que escribe con su dedo el Libro Eterno de las Vidas, añadió:
-y yo puedo traerte a la reina en su trono antes siquiera de que hayas
pestañeado[4].
-como así lo hizo.
Salomón, no
obstante su poder, quedó asombrado ante tamaño prodigio de ver a la reina de
Saba trasladada así ante su presencia y deslumbrante de riquezas cuanto de
hermosura.
-Haced que la reina no se dé cuenta
de lo que le sucede –les ordenó a los genios, y preguntó en seguida a ésta para
ver si podía ser ella del número de los elegidos:
-Oh, reina de
Saba, ¿reconocéis en este trono en que estáis sentada al trono vuestro?
Ella respondió:
-Yo diría, a fe
mía, que es el mismo en efecto.
Con esta contestación tan frívola y tan lejos del asombro que podía
esperarse de la reina ante tamaña maravilla, comprendieron todos los que con
Salomón estaban que la reina seguiría siendo del número de los infieles, ciegos
ante la grandeza de Dios.
Entonces se la hizo entrar en el palacio de cristal del rey Salomón, y se
le dijo:
-Entrad en este palacio.
Pero la reina,
cuando se vió ante el palacio de cristal creyó que era sólo una gran pieza de
agua transparente, e hizo ademán de recogerse el vestido para no mojar su orla.
-Señor -exclamó
entonces la reina maravillada-; yo he obrado inicuamente hasta aquí adorando a
los ídolos; pero ahora, como Salomón, a la completa voluntad de Dios, el Señor
del Universo. .."
[1]
Como protesta contra
la. conducta seguida contra mí por disparidad de ideas filosóficas y religiosas
por el entonces Jefe del Observatorio de Madrid, F. Iñíguez, no comunicando
nada de ello al extranjero, ni mencionándolo en el correspondiente Anuario del mismo, debo consignar que en
la madrugada del 8 al 9 de junio de 1918, después de bien comprobada la
realidad de mi descubrimiento en la noche anterior, di cuenta de él en extenso
artículo, uno o dos días antes de que lo
hiciese Observatorio alguno del mundo, según aparece en El Liberal de dicho día. La conducta,
pues, de dicho sujeto corre parejas con la de aquel ministro de Instrucción
pública, señor Alba, que, a preguntas de un diputado, declaró solemnemente en
pleno Parlamento -para luego no hacerlo él ni nadie- (Diario de Sesiones del día 12 de junio de 1918, págs. 8-13)
"que el Estado español no dejaría sin recompensa la labor del señor Roso
de Luna, con sus descubrimientos y sus libros..." Tal es el patriotismo
que hoy se estila con cuantos en España no se prestan a ser "borregos de
Panurgo".
[2]
El Ocultismo, dice H. P. B., es a las
ciencias ocultas lo que la luz del Sol a la fosforescencia de una luciérnaga.
Las charlatanerías conocidas con este nombre, como monedas falsas que son, presuponen la existencia de aquella
legitima Ciencia de la Religión o Religión de la Ciencia. - M. R. de L.
[3]
Nada perdería el
lector con ampliar estas ideas con la lectura de los argumentos de las obras
wagnerianas comentadas en el tomo 111 de la Biblioteca
de las Maravillas, para hacerse perfecto cargo de todo el titanismo
redentor de la humana rebeldía.
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