LA ‘ESTRELLA’ DE NAPOLEÓN, O «EL ÁGUILA VUELA AL SOL», PARTE II
Por Jean Michel
Angebert
—Y contesto, como contesté, en
1773, al obispo de Canope (título del duque de Rohan). Es una fecha y un
símbolo. Es el polo opuesto a 1769; es el alto o el bajo de la escala de la
fortuna. Contened un poco vuestra impaciencia... Ahora bien, querido señor, fijaos
bien en esto: el corazón de Leo en el 23° de Leo tiene el título misterioso de
estrella real. Es indicio de una alta ascensión de fortuna, y su presagio en
vuestro favor no dejaría nada que desear si el Sol se encontrase en la primera
casa. Sea como fuere, esa estrella os dota de fortaleza de ánimo para ir al
encuentro del futuro. La estrella de Perseo os ha hecho aventurero y
arriesgaréis peligrosas temeridades. Pegaso os torna ambicioso, pero en
vuestras ideas, vanidoso, permitidme esta declaración. Podéis enmendaros. La
estrella de Piscis austral confirma vuestra fortuna, pero la COPA os amenaza
con beber las heces de la desdicha. El decano que preside los grados 21 a 30 de
Leo es el XV en el ciclo del Zodíaco tebaico. Anuncia carácter inflexible en el
sentimiento del derecho y tesón en los propósitos, aun a riesgo de perderse. Ese
decano es un espíritu de Marte, y lleva, con el número de TIFÓN, una amenaza de
fatalidad.
»El espíritu de tercera
jerarquía que preside el grado astral de vuestro nacimiento es figurado, en los
jeroglíficos, por un hombre de DOS CABEZAS, que mira a la vez delante y detrás
de él. Es el presagio de una inteligencia poderosa que abarcará con igual
intuición el pasado y el futuro...
—Me lisonjeáis, señor Guyon...
—Digo lo que leo en el
lenguaje de los signos sagrados, esto es todo.
¿Qué interés podía tener en
lisonjearos? Quizá no volveremos a vernos nunca. Siete días antes de vuestro
nacimiento, la noche del 8 al 9 de agosto, apareció un gran cometa en los
cielos. Fue percibido por el astrónomo Messier, del Observatorio de la Marina
(22), y encontraréis su examen científico en las memorias de la Academia de
Ciencias, impresas en 1775, página 444, con un mapa de su curso, calculado en
París, en Bolonia, en Tenerife, en Cádiz y en la isla Bourbon. Aquel cometa,
que se manifestó hacia el final de Aries, recorrió 242 grados antes de
sumergirse en los rayos del Sol. Los cometas, como los planetas, no son CAUSAS,
sino SIGNOS ANUNCIADORES de los acontecimientos. La astrología valora esos
fenómenos ígneos según las casas solares y las regiones del horóscopo donde
comienza, continúa y termina su evolución. Luego veremos en qué puede influir
éste sobre vuestro porvenir. Escribo su nota sideral al final de Aries (casa
IX) y el grado 242 de su carrera marca su extinción en la casa V. Vuestra
figura genetlíaca está completamente erigida. Percibo en ella, al primer golpe
de vista, dos grandes contrastes, ASCENSIÓN y CAÍDA...
Y como el prior, instruido por
la experiencia, no quisiera continuar en la vía de las confidencias que
arriesgaban tornarse peligrosas, el futuro emperador le replicó:
—Señor prior, creo tener más
aplomo que el mostrado por Monsieur de Rohan. No quiero tentar a la
providencia, pero, sin embargo, me gustaría poder deletrear algunas palabras en
el libro de sus designios sobre mí. Recuerdo que en su lecho de muerte, mi tío,
el arcediano Luciano, que no era hombre de pocos alcances, decía a mis padres
reunidos en torno a él en sus últimos momentos: «No tenéis necesidad de pensar
en la fortuna de Napoleón, pues se la hará él mismo.» Y dirigiéndose a mi
hermano mayor, añadió: «Eres el primogénito de la familia, pero no olvides
nunca que el jefe es él.» Dicen, señor prior, que los moribundos tienen a veces
la facultad de ver el porvenir de los seres que les sobreviven. Mi tío el
arcediano sólo profetizó a medias. He conquistado a paso ligero las charreteras
de general de brigada, pero heme aquí destituido por los intrigantes que
conducen el Ministerio de la Guerra. Ascensión y caída, he aquí mi horóscopo
cumplido, a menos que rehaga mi fortuna yendo a servir al gran Mogol. Por si
fuera poco, el Oriente me atrae. Desde que no tengo nada que hacer, devoro
relatos de viajes y a fe mía que a la primera ocasión que se presente iré a ver
si todavía hay magos por la parte del Eufrates y del Indo. Veamos pues, señor
prior, si mi viaje será más afortunado que el del pobre Luis XVI.
Alentado por esta respuesta,
el anciano continuó su exposición del tema astrológico: «Tomando el número
1804, o suma de vuestro horóscopo, dispongo sus generadores 1 + 8 + 0 + 4 sobre
los puntos de la estrella (o sello de Salomón), empezando por la cima y yendo
de derecha a izquierda. El generador 4 está pues al fondo del cielo.
Procediendo luego de la misma manera, yendo de izquierda a derecha, coloco 8 y
0 sobre los dos rayos vacíos y obtengo una figura en cuyo entorno se lee 1804
bajando de la cima hacia la derecha o hacia la izquierda. Indiferentemente.
La suma de los 6 rayos del
sello de Salomón, obtenida por el acercamiento
de los generadores 1 + 8 + 0 + 4 + 0 + 8, igual a 21. El ciclo de las casas
solares siendo de 12, el restante de 21, es decir 9, me revela que habéis
entrado en la vida por la puerta de los VIAJES, casa IX del horóscopo. VIAJAR
es, y será, uno de los principales caracteres de vuestra existencia, y vuestros
viajes serán brillantes, pues el cometa parte de la casa IX para juntarse, en
la casa X, con Júpiter, símbolo de la FORTUNA MAYOR.
—El hecho es —continuó
Bonaparte—, que, desde mi infancia, he viajado bastante. Primero, de Córcega a
Brienne, luego a París; de París a Valence y después al sitio de Tolón... ¿Qué
quiere hacer Dios de un general como yo?
—Voy a decíroslo de su parte,
puesto que ha querido traeros a mí. En el manuscrito que tenéis delante y que
contiene una parte de los secretos que saqué del libro, hoy desaparecido, de
Simeón bar Jochai (23), el arcano XXI del 10° círculo de la R + C, es una
corona con florones de 7 estrellas, símbolo de la más alta elevación a la cual
puede aspirar un hombre. Es el talismán supremo de la fortuna que anuncia a su
poseedor que todos los obstáculos se borrarán de su camino y que la ascensión
de sus designios no tiene más límites que los de su voluntad. Pues bien,
Monsieur Bonaparte, este número 21, que marca para vos el sello de Salomón, es
el signo de vuestro porvenir para 1804 (1+8+0+4+0+8 = =XXI). No tenéis más que
QUERER.
—¡Vaya! ¿Y qué puedo querer en
medio de esta casa de Tócame Roque política donde vivimos? ¿Qué puedo esperar
de una Revolución que, cansada de guillotinar a sus generales, les rompe la
espada ante la Europa en armas?
—Una vez más, señor, no tenéis
más que querer, y a la Revolución la conduciréis atada con la brida de vuestro
caballo de batalla. Si no sabéis leer en el libro de los destinos, aprended de
mí a deletrear en él el porvenir...
¡Revolución francesa! ¿Queréis
saber en seguida, y antes de cualquier horóscopo, qué significan para vos mismo
estas dos palabras retumbantes como el cañón de las victorias? Tomad esta
pluma... Escribid la profecía contenida en estas 19 letras:
R É V O L U T I O N 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
F R A N C A I S E 1112131415 16171819
Estas 19 letras se combinan
por transposiciones que alcanzan la cantidad de 121, 610, 900, 408, 832, 000.
Habría que ser más ducho en matemáticas que vos, confesadlo, para descubrir
inmediatamente cuál de estas transposiciones es precisamente el horóscopo de la Revolución francesa...
Escribid pues los números que voy a dictaros: 6-14-15-4-1-18-19-
3-9-7-2-5-13-11-17-10-8-12-16. ¡Acercad los números a las letras y leed!
Bonaparte escribió, debajo de
los números, las letras correspondientes de las dos palabras: RÉVOLUTION
FRANCAISE, y leyó en voz alta:
—UN CORSÉ VOTÉ LA FINIRÁ (Un
corso votado la acabará).
—¡Esto es exactamente, y vos
sois corso, señor Bonaparte! —exclamó el ex benedictino—. Podéis estar seguro.
Hacia 1804, la República francesa os votará la corona de oro con florones de 7
estrellas... Y la voz estremecida de dom Bonaventure Guyon vibraba como el eco
de una charanga bajo la cúpula indigente donde la magia saludaba al cesar del
porvenir... Al oír estas palabras, Bonaparte miró una última vez al anciano, se
puso de pie de un salto y, echando unas monedas sobre la mesa coja, bajó de dos
en dos las escaleras, a riesgo de romperse la crisma, pensando: «¡Ese hombre
está loco!» O más sencillamente aún:
«¡Es un timador!» Podemos
estar seguros de que, durante aquel descenso vertiginoso en las tinieblas
de la escalera, jamás el joven general, a quien un burócrata acababa de
expulsar de los controles del Ejército en activo (!), pensó que el viejo
Bonaventure hubiera podido decirle la verdad. Los acontecimientos no debían
tardar en demostrarle lo contrario, puesto que el 5 de octubre de 1795,
nombrado general de la guarnición de París, había de aplastar, con ayuda de sus
escasas tropas, a 40.000 insurrectos realistas que querían derrocar la
República. En el mes de marzo del año siguiente, la jefatura de mando del
Ejército de Italia iba a abrirle las puertas de la gloria militar. Le restaba
cumplir el sueño de su juventud: la La confirmación egipcia.
Confirmación
Egipcia.
Reincorporado a su regimiento
en Valence, entonces joven teniente, Bonaparte se entregaba en cuerpo y alma al
estudio del antiguo Egipto. Han sido hallados los cuadernos en los que cubrió
cuatrocientas páginas de notas con su escritura febril. Los extractos más
completos se refieren a las medidas de la Gran Pirámide y al sueño roto de
Alejandro:
«Frente a Egipto, situado
entre dos mares, en realidad entre Oriente y Occidente, Alejandro Magno
concibió el plan de trasladar allí la sede de su imperio y hacer de Egipto el
punto central del comercio del mundo. Aquel conquistador ilustrado comprendió
que el único medio de reunir todas sus conquistas en un Estado, Egipto se lo
brindaba uniendo África y Asia a Europa.» Estas palabras, las ha leído tan a
menudo que, treinta años más tarde, las recordará todavía (24).
En sus visitas al padre
Bonaventure Guyon, el teniente, convertido en general del ejército del
interior, mostrará su interés por la cábala y las claves del hermetismo
egipcio. Ahí es donde hay que buscar, en parte, la atracción del «espejismo
egipcio» del futuro emperador. La travesía del Mediterráneo nos informa acerca
de su estado de ánimo, Rodeado de sabios que ha hecho embarcar con sus tropas
en dirección a la patria de los faraones, anima debates en los cuales los
mismos temas se repiten sin cesar: la posibilidad de la existencia de
habitantes en los otros planetas, el problema de la creación del mundo...
A Monge y a Laplace que se
empeñan en explicarle que todo en la Naturaleza ha sido creado de forma
razonable, Bonaparte les replica, mostrando las estrellas: «Por mucho que
digáis, señores, ¿quién ha hecho todo eso?» El oficial que el
miércoles 12 de agosto de 1795 quedara conturbado por el oráculo que le había
revelado: «Dentro de cinco años, seréis el dueño de Francia, y antes de diez
años toda Europa estará a vuestros pies», se acordaba de la iniciación a las
matemáticas celestes en las cuales el padre Bonaventure fundamentaba sus
horóscopos.
El Ejército entró, pues, en
aquella tierra de Egipto en pos de su general para descubrir el famoso «Zodíaco
negro» de Dendera en el Alto Egipto (25).
Él pisa estos desiertos,
tumbas de las ciudades muertas.
Abidos, Selimón, Luxor, Tebas
la de cien puertas.
El viejo templo de Hermes,
cuyo largo pasillo
brilla de un vivo azul,
cuajado de estrellas de oro.
Tentyris, que guardaba bajo su
bóveda profunda
el Zodíaco negro,
contemporáneo del mundo.
En vano en sus mausoleos los
sacerdotes lo ocultaron,
y como un cuadro móvil Desaix
lo ha desprendido,
y la obra constelada de un
mágico astrónomo
es prometida por Egipto a la
nueva Roma.
jLouvre, palacio del mundo,
eterno Panteón,
adornado por la Victoria y por
Napoleón!
Un día sobre el pavimento de
tus pomposas salas,
las Esfinges alargarán sus
garras colosales.
El Zodiaco negro, gigantesca
ruina,
con su disco estrellado
cargará tus artesonados.
Nuestros hijos sabrán entonces
qué poderosa hada
arrebató a los muros de
Tentyris este trofeo,
boletín de granito donde sus
bravos antepasados
mezclaron su historia con la
historia de los cielos (26).
Aquel Zodíaco negro, expuesto
después en la Biblioteca Nacional, había de suscitar las más vivas controversias
en cuanto a su fecha de construcción. algunos no dudaban incluso en tenerlo por
el último legado de un continente desaparecido.
El
Ejército seguía a aquel hombre que declaraba a los habitantes de El Cairo, el
21 de diciembre de 1798:
“Podría
pedir cuentas a cada uno de vosotros de los sentimientos más secretos del
corazón, pues lo sé todo, hasta lo que no habéis dicho a nadie, pero día
llegará en que todo el mundo vea con evidencia que estoy conducido por órdenes
superiores y que todos los esfuerzos humanos no pueden nada contra mí. Felices
aquellos que, de buena fe, son los primeros en ponerse a mi lado (27).
Los
musulmanes, fatalistas, no se llamaban a engaño porque veían en su persona un
signo del destino. Le apodaron el «sultán Kebir», «el señor del fuego». Puede
ser útil recordar la imagen que él quiso dejar de sí mismo a la posteridad:
“Sí,
había robado el fuego del cielo para dotar con él a Francia, el fuego ha vuelto
a su fuente, y aquí estoy “(28).
Este
fuego, ¿había ido a buscarlo en el santuario de Osiris (29) el gran dios de los
muertos? Fue, en efecto, uno de los miembros del Instituto de Egipto, fundado
para estudiar allí mismo los vestigios de aquella antigua civilización, quien
propuso al general en jefe conversar con uno de
los sacerdotes de Osiris, descubierto por él en las ruinas de un templo donde
todavía oficiaban en secreto —ante escasos adeptos— los hierofantes de la
antigua religión.
Punto
por punto, el mistagogo confirmó la predicción del prior de Lagny:
«Un
anciano de mi país me dijo lo mismo en París, el año 1795, cuando, caído en
desgracia, sin empleo ni sueldo, vendía mis libros para comer.
»—Vuelve
a tu país, noble extranjero, y encuentra al iniciado que te hizo estas
revelaciones. No pueden proceder más que de un mantenedor de vuestra antigua
religión, pariente de la nuestra (30). Por lo demás, voy a intentar comunicarme
con vuestros sacerdotes. El LOTO y la BELLOTA son signos equivalentes.
»—Y
aquel hierofante pudo...
»—Todos
los iniciados en las verdades eternas pueden conversar entre
sí a través del tiempo y del espacio (31).»
De
Perriére a Menfis, por las ondas invisibles, los pensamientos se
intercambiaron. Bonaparte fue puesto al corriente de la situación lamentable en
que se hallaba Francia, pero, escéptico, se negaba a creer los informes que
aquel oscuro superviviente de un culto caduco podía transmitirle.
Sin
embargo, las noticias que recibió de Francia, el 15 Termidor del año VII (2 de
agosto de 1799), por periódicos traídos por un aviso inglés, le confirmaron los
decires del sacerdote de Osiris (32).
Pero
el futuro emperador se empeñaba en su conquista egipcia (33). Su sueño de
irnperator mundi nos lo revela él mismo:
¡No
tengo nada que hacer de Europa, no tengo siquiera ganas de volver a verla...!
En Europa, todo me es contrario y mi imaginación no puede reinar en ella. En
Egipto me siento libre y, para detenerme en mis empresas, sólo estaría yo. El
freno de las civilizaciones asfixia en Europa los impulsos de la Naturaleza. No
los aguantaré más. Sueño con una religión que crearé. Los viejos dogmas han de
ser destruidos, las virtudes vueltas a inventar, las bases de los conocimientos
humanos recobradas y vueltas a forjar. Las tierras de donde salieron los
hombres no han dicho su última palabra. La India y el Tibet han de ser
revisados (34). Daré con sus secretos. Después, reapareceré en nuestro viejo
continente. Habré reunido en mi empresa las experiencias de dos mundos,
recuperando en provecho mío las magnificencias de todas las historias y
realizando en mi vida las leyendas de todas las Biblias (35).
¿Se
obstinaba en su conquista oriental, confiando en la invencibilidad de su
pantaclo? Aquel talismán que le habían entregado los sacerdotes egipcios del
culto de Amón-Ra, el dios solar por excelencia. El hecho es que su visita al
oráculo de Amón no pasó inadvertida: varios historiadores nos refieren la
entrega de aquel «collar-pantaclo » (36), cuya aventura debió de ser peregrina.
Según Robert Charroux (37), el collar lo protegió durante todas sus campañas y
hasta durante su avance fulgurante en Rusia. En Moscú, lo dejó olvidado en el
cajón de un mueble y el hado se le puso de espaldas a partir de aquel momento.
“La
joya pasó a una familia rusa que, cuando la revolución de 1917, emigró a
Niza... En 1956, después de la primera guerra israelí-árabe, el general israelí
Moshe Dayán estaba muy relacionado con una periodista francesa judía. Por
mediación de ésta, conoció a la familia rusa, judía igualmente y residente en
Niza, que poseía el precioso depósito. En homenaje al vencedor del Néguev, le
regalaron el collar y es sabido que el general Moshe Dayán goza, desde aquella
época, de una extraordinaria «baraka».
Esta
información de nuestro colega que él tiene del C.E.R.E.I.C. (38) merece, sin
embargo, una pequeña rectificación. Napoleón no olvidó el pantaclo en Moscú,
pues era demasiado supersticioso y nunca se separaba de él. Fue para ablandar a
la mujer del embajador de Austria e impresionar a su marido, el célebre
Metternich, que se lo dio, diciendo:
«Tomadlo,
ya no lo necesito.» De allí, el talismán pasó a Rusia...
Trastornado,
sin embargo, por las numerosas confirmaciones que le llegaban de Francia,
despechado por su fracaso delante de San Juan de Acre que le cerraba las
puertas de Oriente (debía repetir más tarde el mismo camino por Rusia con el
éxito que sabemos), Bonaparte no dudó más. Dio instrucciones a Kléber, abandonó
Egipto el 24 de agosto de 1799 y llegaba a París el 17 de octubre.
En
tres semanas, había de convertirse en el señor indiscutible del país más
poderoso de entonces, Francia, pero le faltaba una confirmación antes de poner
en marcha el mecanismo de su toma del poder y volvemos a encontrarlo, en
vísperas de su golpe de Estado, en la calle de
la Estrapade, en el cuchitril del padre Bonaventure, ansioso por conocer el
desarrollo de su destino.
Las predicciones del abate de Lagny
El
jueves 7 de noviembre de 1799, antevíspera del golpe de Estado del 18 de
Brumario, la puerta del número 13 de la calle de la Estrapade fue empujada por
la misma mano y el mismo cliente entró en el mismo tabuco, ávido de conocer la
sentencia de las ciencias ocultas.
—Mi
querido maestro —atacó sin preámbulos y sin cumplidos—. Soy el muy humilde
discípulo de los misterios de Isis. He visto esfinges, pirámides, obeliscos,
momias, jeroglíficos... Me habéis sido muy útil allí para enseñar a leer a mi
pobre Instituto que no hace, creo yo, una labor excelente, a pesar de sus
pretensiones arqueológicas. Heme aquí en la escuela. Hablemos de Hermes...
A
estas palabras, dom Guyon hojeó su enorme Biblia y sacó de ella lo que él
llamaba su reliquia...
—Tengo
quehacer el 9 de noviembre —prosiguió Bonaparte—, es decir, pasado mañana.
—¿Pasado
mañana, 18 Brumario, nuevo estilo?
—Sí...
una gestión que creo de alguna importancia para mis pequeños intereses
personales, y esa gestión es de tal naturaleza que el éxito o el fracaso debe
ser inmediato...
Manejando
sus naipes, a los que atribuía un poder de adivinación, el padre Bonaventure
comenzó a interpretarlos (39)... «La Luna anuncia "fácil impulsión" a
ideas imprudentes. Mercurio, en casa IX, en conjunción con la Luna, os anuncia
fortuna movediza y amenaza de derrumbamiento... Si fueseis príncipe, Marte
irradiando aún en casa VI os anunciaría el peligro de sedición, de complot, de
revolución. No sois principal pero os encontráis este año en un movimiento
revolucionario. Tened cuidado... En fin —continuó el ex prior—, Marte en casa
III, anuncia querellas, y su conjunción con el Sol anuncia que podríais perder
vuestra posición... Pero el Sol coronado, unido a la fuerza mayor, irradia en
la cima del cielo, casa X... Salvaréis el peligro, y seréis elevado todavía más
alto de lo que estáis... Pero, lo repito, sed prudente... Antes de que expire
el año, seréis todavía más grande y más poderoso de lo que sois ahora.»
Bonaparte,
que estaba tenso y crispado durante la primera parte de la consulta, se había
calmado progresivamente y con una sonrisa en los labios preguntó a su profesor
de ciencias ocultas:
—Os
agradezco infinito vuestras buenas intenciones, pero ¿qué tiene que ver eso con
mis intereses de pasado mañana?
—Hagáis
lo que hagáis, la revolución del horóscopo no me inspira ningún cuidado, pues
camináis por una ley oculta, hacia el cumplimiento de los brillantes destinos
que os esperan en 1804. ¿Qué importan, pues, vuestros pequeños intereses de
pasado mañana? Sean de la naturaleza que sean, fiad en vuestra estrella.
Fijaos, hacedme el favor de tomar la pluma y escribir un momento lo que voy a
dictaros. El 18 Brumario o el 9 de noviembre, como se prefiera, corresponde en
el calendario tebaico al grado 18 de la constelación de Escorpión, 8° signo del
Zodíaco. Sean, pues, el año 1799; + 8, número del signo zodiacal; + 1 + 8,
signos generadores del número 13, que es la suma de vuestro horóscopo,
producida por los generadores 1 + 8 + 0 + 4. El producto es 1820, cuya suma es
11 por la adición de los signos generadores + 1 + 8 + 2+20. Esta suma 11
corresponde, en el 10.° círculo de la R + C al arcano XI, y os promete para vuestro
asunto de pasado mañana la fuerza, si tenéis fe en vos mismo. Sea cual sea
vuestro proyecto, seguid adelante. El obstáculo es un fantasma. Para poder hace
falta creer que se puede, y me parece que eso no os resulta difícil. Si
estuvieseis en vísperas de un combate, os predeciría la victoria, pues el
arcano XI está grabado en el trono planetario de Samael, genio de la Guerra,
que gobierna Marte.
—Basta
por esta vez —repuso Bonaparte levantándose bruscamente—.
Si
quedo contento de vos os lo haré saber.
Y
le entregó esta vez, a guisa de honorarios, su bolsa repleta.
Es
de imaginar la angustia con la cual el «mago oficial» del gran hombre siguió
las peripecias del golpe de Estado y la alegría que su logro le proporcionó.
Pero lo mejor no había ocurrido aún, ya que la promesa de Bonaparte se realizó
el 31 de diciembre de 1799. Este día pudo leerse en las columnas del Moniteur,
el diario oficial de la época, el decreto siguiente:
“El
abate Bonaventure Guyon ha sido nombrado miembro honorario del Instituto de
Egipto y bibliotecario de las Tullerías”.
Bonaparte
había pagado bien sus consultas. Aquel regalo de Año Nuevo acompañado de la
mudanza del ex ermitaño de su tabuco al pabellón de Flore, fue seguido por la
visita repentina del señor de Francia quien, tras haberle felicitado y oído
agradecer sus aguinaldos ocultos, le pidió que estableciera su horóscopo
completo y se lo entregase tan pronto estuviese concluido.
Algunos
días después, Bonaventure Guyon predecía al nuevo señor de Francia el atentado
fallido de la calle Saint-Nicolás para el año 1800, le confiaba las «pruebas»
de su subida al trono para 1804 y le anunciaba la encrucijada de su destino
para 1808 (40).
Un
año más tarde, el 24 de diciembre de 1800 por la noche, fecha del atentado
fallido contra él, Bonaparte, que acudió a dar las gracias al «mago», recibió
un gran pliego lacrado que contenía su horóscopo completo y el anuncio de su
trágico fin.
«El
signo de Leo preside el estómago, el hígado y el diafragma. Dominando el
nacimiento, presagia que si el consultante ha de morir de muerte natural,
sucumbirá probablemente al estado morboso de uno de los órganos arriba
mencionados...
»E1
sello de Salomón ha presagiado ya al consultante la más alta fortuna a la cual
pueda aspirar un hombre. El rayo proyectado por Mercurio en la casa XI anuncia
apoyos y alianzas que favorecerán la ascensión de esa fortuna...
«Júpiter
en Tauro significa también favor y apoyo de personajes poderosos; enlaces y
alianzas provechosas y adquisición de bienes por influencia de las mujeres...
«Júpiter
irradiando sobre Sagitario, que es su trono, anuncia ante todo fortuna
ascendiente, empleos elevados y crédito cerca de los hombres eminentes...
»En
aspecto trígono con la Luna, presagia también ascensión de fortuna, honores,
renombre...
»En
aspecto sextil con el Sol, sigue presagiando alta ascensión, adquisición de
riquezas. Hace esperar en la procreación de un niño, heredero de esa fortuna,
pero por
estar
el Sol debajo de Júpiter y situado en región descendente del horóscopo, ese
nacimiento será tardío...
«Saturno,
en Acuario, que es su trono, y proyectando un rayo sobre la casa X, promete
elevación por encima de los demás hombres, dignidades, dominación.
»Venus,
dueña de la casa X en la IX, anuncia ascensión de fortuna lejos del país natal.
Pero como que Aries es su lugar de exilio, este aspecto mezcla en los presagios
afortunados un peligro de CAÍDA...
«Mercurio,
en casa II, promete ascensión de fortuna en la carrera que sea, y Marte, en
Piscis, determina que tendrá lugar por la espada. El cometa que se enciende al
final de Aries para subir a la cima del cielo, alcanzará el cénit de su destino
a través de las fulguraciones de marchas triunfales...
»Mas
he aquí, desgraciadamente, LA VERTIENTE DEL DESTINO...
Saturno
en aspecto sextil con Venus presagia boda temprana con una viuda, o boda tardía
con una doncella; y, dueño de la casa VII, presagia aflicciones en
matrimonios... El rayo proyectado por Marte sobre la casa V anuncia privación
de hijos, o, si nacieran, su muerte sería prematura.
Además,
el cometa que resplandecía en la cima del cielo acaba de apagarse en esta misma
casa V y confirma esa privación de posteridad, sea por esterilidad de los
padres, sea por muerte de los hijos...
El
consultante se casará dos veces... El rayo que proyecta Venus sobre la casa XI,
partiendo de Aries, lugar de exilio del planeta, anuncia en el futuro abandono
por los amigos, por la esposa, por el hijo, si lo hay, y pérdida de
prosperidad. Ese desamparo, fuente de amargas aflicciones, se
une a una amenaza de cautiverio, presagiado por el rayo que Marte proyecta en
la casa X, ocupada por Tauro, su lugar de exilio... La pérdida de prosperidad
se confirma por la oposición del Sol y de la Luna que presagia cambio de
fortuna, alternativa de ascensión y de caída...
«Júpiter,
en cuadratura con Saturno, presagia pérdida de posición, gran adversidad, vanos
proyectos y esfuerzos estériles contra la mala fortuna. El infortunio será en
la segunda parte de la vida del consultante que tendrá un fin desgraciado por haber
emprendido obras superiores a sus fuerzas, o por haber temerariamente desafiado
a enemigos demasiado poderosos... El rayo proyectado por el Sol sobre la casa
III presagia lejanos viajes, persecución de la celebridad y de la fortuna en
una tierra extranjera, y como que ese rayo da en Libra, lugar de caída del Sol,
habrá un eclipse de fortuna... El rayo proyectado por Saturno en casa III
presagia discordias con los hermanos o próximos parientes, viajes por intereses
que no se realizarán... El rayo proyectado por Venus en casa III, partiendo de
Aries, lugar de exilio del planeta, reitera el presagio de discordia con los
hermanos o los parientes, y anuncia viajes desgraciados... El Sol, en
conjunción con Marte, presagia ruina de posición y peligro de muerte por
incendio... Si la Luna, dueña de la casa XII, está en la II, significa que las
posesiones del consultante serán disputadas por enemigos encarnizados... El
rayo proyectado por el Sol en la casa XII, anuncia peligro de revolución contra
los príncipe y persecuciones enemigas poderosas, traición de parte de los
subalternos, expoliación de bienes y amenazas de cautiverio o de exilio. Por
último, el rayo proyectado por Marte sobre la casa IX presagia pérdida de
amigos, ruina del porvenir por desamparo, enemistades temibles, huida del país
o destierro con amenaza de muerte para el consultante durante su exilio...
»El
Sol y la Luna en mal aspecto presagian siempre algún cautiverio. Marte, dueño
de la casa IX, su trono nocturno, cuando está en casa VIII presagia arresto en
una carretera y cautiverio, y el signo del cautiverio, y el signo de casa VIII,
que es signo de agua, el ARRESTO TENDRÁ LUGAR EN EL AGUA... El Sol, dueño de la
casa I, si se halla en VIII e infortunado por Marte, presagia MUERTE POR
CAUTIVERIO, lejos del país natal, y si la casa VIII está ocupada por un signo
de agua, la muerte tendrá lugar en el agua o al final de un viaje por agua. O
EN UN SITIO RODEADO DE AGUA...»
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