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LA ‘ESTRELLA’ DE NAPOLEÓN, O «EL ÁGUILA VUELA AL SOL», PARTE II

Por Jean Michel Angebert
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—Y contesto, como contesté, en 1773, al obispo de Canope (título del duque de Rohan). Es una fecha y un símbolo. Es el polo opuesto a 1769; es el alto o el bajo de la escala de la fortuna. Contened un poco vuestra impaciencia... Ahora bien, querido señor, fijaos bien en esto: el corazón de Leo en el 23° de Leo tiene el título misterioso de estrella real. Es indicio de una alta ascensión de fortuna, y su presagio en vuestro favor no dejaría nada que desear si el Sol se encontrase en la primera casa. Sea como fuere, esa estrella os dota de fortaleza de ánimo para ir al encuentro del futuro. La estrella de Perseo os ha hecho aventurero y arriesgaréis peligrosas temeridades. Pegaso os torna ambicioso, pero en vuestras ideas, vanidoso, permitidme esta declaración. Podéis enmendaros. La estrella de Piscis austral confirma vuestra fortuna, pero la COPA os amenaza con beber las heces de la desdicha. El decano que preside los grados 21 a 30 de Leo es el XV en el ciclo del Zodíaco tebaico. Anuncia carácter inflexible en el sentimiento del derecho y tesón en los propósitos, aun a riesgo de perderse. Ese decano es un espíritu de Marte, y lleva, con el número de TIFÓN, una amenaza de fatalidad.

»El espíritu de tercera jerarquía que preside el grado astral de vuestro nacimiento es figurado, en los jeroglíficos, por un hombre de DOS CABEZAS, que mira a la vez delante y detrás de él. Es el presagio de una inteligencia poderosa que abarcará con igual intuición el pasado y el futuro...

—Me lisonjeáis, señor Guyon...

—Digo lo que leo en el lenguaje de los signos sagrados, esto es todo.

¿Qué interés podía tener en lisonjearos? Quizá no volveremos a vernos nunca. Siete días antes de vuestro nacimiento, la noche del 8 al 9 de agosto, apareció un gran cometa en los cielos. Fue percibido por el astrónomo Messier, del Observatorio de la Marina (22), y encontraréis su examen científico en las memorias de la Academia de Ciencias, impresas en 1775, página 444, con un mapa de su curso, calculado en París, en Bolonia, en Tenerife, en Cádiz y en la isla Bourbon. Aquel cometa, que se manifestó hacia el final de Aries, recorrió 242 grados antes de sumergirse en los rayos del Sol. Los cometas, como los planetas, no son CAUSAS, sino SIGNOS ANUNCIADORES de los acontecimientos. La astrología valora esos fenómenos ígneos según las casas solares y las regiones del horóscopo donde comienza, continúa y termina su evolución. Luego veremos en qué puede influir éste sobre vuestro porvenir. Escribo su nota sideral al final de Aries (casa IX) y el grado 242 de su carrera marca su extinción en la casa V. Vuestra figura genetlíaca está completamente erigida. Percibo en ella, al primer golpe de vista, dos grandes contrastes, ASCENSIÓN y CAÍDA...

Y como el prior, instruido por la experiencia, no quisiera continuar en la vía de las confidencias que arriesgaban tornarse peligrosas, el futuro emperador le replicó:

—Señor prior, creo tener más aplomo que el mostrado por Monsieur de Rohan. No quiero tentar a la providencia, pero, sin embargo, me gustaría poder deletrear algunas palabras en el libro de sus designios sobre mí. Recuerdo que en su lecho de muerte, mi tío, el arcediano Luciano, que no era hombre de pocos alcances, decía a mis padres reunidos en torno a él en sus últimos momentos: «No tenéis necesidad de pensar en la fortuna de Napoleón, pues se la hará él mismo.» Y dirigiéndose a mi hermano mayor, añadió: «Eres el primogénito de la familia, pero no olvides nunca que el jefe es él.» Dicen, señor prior, que los moribundos tienen a veces la facultad de ver el porvenir de los seres que les sobreviven. Mi tío el arcediano sólo profetizó a medias. He conquistado a paso ligero las charreteras de general de brigada, pero heme aquí destituido por los intrigantes que conducen el Ministerio de la Guerra. Ascensión y caída, he aquí mi horóscopo cumplido, a menos que rehaga mi fortuna yendo a servir al gran Mogol. Por si fuera poco, el Oriente me atrae. Desde que no tengo nada que hacer, devoro relatos de viajes y a fe mía que a la primera ocasión que se presente iré a ver si todavía hay magos por la parte del Eufrates y del Indo. Veamos pues, señor prior, si mi viaje será más afortunado que el del pobre Luis XVI.

Alentado por esta respuesta, el anciano continuó su exposición del tema astrológico: «Tomando el número 1804, o suma de vuestro horóscopo, dispongo sus generadores 1 + 8 + 0 + 4 sobre los puntos de la estrella (o sello de Salomón), empezando por la cima y yendo de derecha a izquierda. El generador 4 está pues al fondo del cielo. Procediendo luego de la misma manera, yendo de izquierda a derecha, coloco 8 y 0 sobre los dos rayos vacíos y obtengo una figura en cuyo entorno se lee 1804 bajando de la cima hacia la derecha o hacia la izquierda. Indiferentemente.

La suma de los 6 rayos del sello de Salomón, obtenida por el  acercamiento de los generadores 1 + 8 + 0 + 4 + 0 + 8, igual a 21. El ciclo de las casas solares siendo de 12, el restante de 21, es decir 9, me revela que habéis entrado en la vida por la puerta de los VIAJES, casa IX del horóscopo. VIAJAR es, y será, uno de los principales caracteres de vuestra existencia, y vuestros viajes serán brillantes, pues el cometa parte de la casa IX para juntarse, en la casa X, con Júpiter, símbolo de la FORTUNA MAYOR.

—El hecho es —continuó Bonaparte—, que, desde mi infancia, he viajado bastante. Primero, de Córcega a Brienne, luego a París; de París a Valence y después al sitio de Tolón... ¿Qué quiere hacer Dios de un general como yo?

—Voy a decíroslo de su parte, puesto que ha querido traeros a mí. En el manuscrito que tenéis delante y que contiene una parte de los secretos que saqué del libro, hoy desaparecido, de Simeón bar Jochai (23), el arcano XXI del 10° círculo de la R + C, es una corona con florones de 7 estrellas, símbolo de la más alta elevación a la cual puede aspirar un hombre. Es el talismán supremo de la fortuna que anuncia a su poseedor que todos los obstáculos se borrarán de su camino y que la ascensión de sus designios no tiene más límites que los de su voluntad. Pues bien, Monsieur Bonaparte, este número 21, que marca para vos el sello de Salomón, es el signo de vuestro porvenir para 1804 (1+8+0+4+0+8 = =XXI). No tenéis más que QUERER.

—¡Vaya! ¿Y qué puedo querer en medio de esta casa de Tócame Roque política donde vivimos? ¿Qué puedo esperar de una Revolución que, cansada de guillotinar a sus generales, les rompe la espada ante la Europa en armas?

—Una vez más, señor, no tenéis más que querer, y a la Revolución la conduciréis atada con la brida de vuestro caballo de batalla. Si no sabéis leer en el libro de los destinos, aprended de mí a deletrear en él el porvenir...

¡Revolución francesa! ¿Queréis saber en seguida, y antes de cualquier horóscopo, qué significan para vos mismo estas dos palabras retumbantes como el cañón de las victorias? Tomad esta pluma... Escribid la profecía contenida en estas 19 letras:

R É V O L U T I O N  1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
F R A N C A I S E  1112131415 16171819

Estas 19 letras se combinan por transposiciones que alcanzan la cantidad de 121, 610, 900, 408, 832, 000. Habría que ser más ducho en matemáticas que vos, confesadlo, para descubrir inmediatamente cuál de  estas transposiciones es precisamente el horóscopo de la Revolución francesa... 

Escribid pues los números que voy a dictaros: 6-14-15-4-1-18-19- 3-9-7-2-5-13-11-17-10-8-12-16. ¡Acercad los números a las letras y leed!

Bonaparte escribió, debajo de los números, las letras correspondientes de las dos palabras: RÉVOLUTION FRANCAISE, y leyó en voz alta:

—UN CORSÉ VOTÉ LA FINIRÁ (Un corso votado la acabará).

—¡Esto es exactamente, y vos sois corso, señor Bonaparte! —exclamó el ex benedictino—. Podéis estar seguro. Hacia 1804, la República francesa os votará la corona de oro con florones de 7 estrellas... Y la voz estremecida de dom Bonaventure Guyon vibraba como el eco de una charanga bajo la cúpula indigente donde la magia saludaba al cesar del porvenir... Al oír estas palabras, Bonaparte miró una última vez al anciano, se puso de pie de un salto y, echando unas monedas sobre la mesa coja, bajó de dos en dos las escaleras, a riesgo de romperse la crisma, pensando: «¡Ese hombre está loco!» O más sencillamente aún:

«¡Es un timador!» Podemos estar seguros de que, durante aquel descenso vertiginoso en las tinieblas de la escalera, jamás el joven general, a quien un burócrata acababa de expulsar de los controles del Ejército en activo (!), pensó que el viejo Bonaventure hubiera podido decirle la verdad. Los acontecimientos no debían tardar en demostrarle lo contrario, puesto que el 5 de octubre de 1795, nombrado general de la guarnición de París, había de aplastar, con ayuda de sus escasas tropas, a 40.000 insurrectos realistas que querían derrocar la República. En el mes de marzo del año siguiente, la jefatura de mando del Ejército de Italia iba a abrirle las puertas de la gloria militar. Le restaba cumplir el sueño de su juventud: la La confirmación egipcia.
  
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Confirmación Egipcia.

Reincorporado a su regimiento en Valence, entonces joven teniente, Bonaparte se entregaba en cuerpo y alma al estudio del antiguo Egipto. Han sido hallados los cuadernos en los que cubrió cuatrocientas páginas de notas con su escritura febril. Los extractos más completos se refieren a las medidas de la Gran Pirámide y al sueño roto de Alejandro:

«Frente a Egipto, situado entre dos mares, en realidad entre Oriente y Occidente, Alejandro Magno concibió el plan de trasladar allí la sede de su imperio y hacer de Egipto el punto central del comercio del mundo. Aquel conquistador ilustrado comprendió que el único medio de reunir todas sus conquistas en un Estado, Egipto se lo brindaba uniendo África y Asia a Europa.» Estas palabras, las ha leído tan a menudo que, treinta años más tarde, las recordará todavía (24).

En sus visitas al padre Bonaventure Guyon, el teniente, convertido en general del ejército del interior, mostrará su interés por la cábala y las claves del hermetismo egipcio. Ahí es donde hay que buscar, en parte, la atracción del «espejismo egipcio» del futuro emperador. La travesía del Mediterráneo nos informa acerca de su estado de ánimo, Rodeado de sabios que ha hecho embarcar con sus tropas en dirección a la patria de los faraones, anima debates en los cuales los mismos temas se repiten sin cesar: la posibilidad de la existencia de habitantes en los otros planetas, el problema de la creación del mundo...

A Monge y a Laplace que se empeñan en explicarle que todo en la Naturaleza ha sido creado de forma razonable, Bonaparte les replica, mostrando las estrellas: «Por mucho que digáis, señores, ¿quién ha hecho todo eso?» El oficial que el miércoles 12 de agosto de 1795 quedara conturbado por el oráculo que le había revelado: «Dentro de cinco años, seréis el dueño de Francia, y antes de diez años toda Europa estará a vuestros pies», se acordaba de la iniciación a las matemáticas celestes en las cuales el padre Bonaventure fundamentaba sus horóscopos.

El Ejército entró, pues, en aquella tierra de Egipto en pos de su general para descubrir el famoso «Zodíaco negro» de Dendera en el Alto Egipto (25).

Él pisa estos desiertos, tumbas de las ciudades muertas.

Abidos, Selimón, Luxor, Tebas la de cien puertas.
El viejo templo de Hermes, cuyo largo pasillo
brilla de un vivo azul, cuajado de estrellas de oro.
Tentyris, que guardaba bajo su bóveda profunda
el Zodíaco negro, contemporáneo del mundo.
En vano en sus mausoleos los sacerdotes lo ocultaron,
y como un cuadro móvil Desaix lo ha desprendido,
y la obra constelada de un mágico astrónomo
es prometida por Egipto a la nueva Roma.
jLouvre, palacio del mundo, eterno Panteón,
adornado por la Victoria y por Napoleón!
Un día sobre el pavimento de tus pomposas salas,
las Esfinges alargarán sus garras colosales.
El Zodiaco negro, gigantesca ruina,
con su disco estrellado cargará tus artesonados.
Nuestros hijos sabrán entonces qué poderosa hada
arrebató a los muros de Tentyris este trofeo,
boletín de granito donde sus bravos antepasados
mezclaron su historia con la historia de los cielos (26).

Aquel Zodíaco negro, expuesto después en la Biblioteca Nacional, había de suscitar las más vivas controversias en cuanto a su fecha de construcción. algunos no dudaban incluso en tenerlo por el último legado de un continente desaparecido.
  
El Ejército seguía a aquel hombre que declaraba a los habitantes de El Cairo, el 21 de diciembre de 1798:

“Podría pedir cuentas a cada uno de vosotros de los sentimientos más secretos del corazón, pues lo sé todo, hasta lo que no habéis dicho a nadie, pero día llegará en que todo el mundo vea con evidencia que estoy conducido por órdenes superiores y que todos los esfuerzos humanos no pueden nada contra mí. Felices aquellos que, de buena fe, son los primeros en ponerse a mi lado (27).

Los musulmanes, fatalistas, no se llamaban a engaño porque veían en su persona un signo del destino. Le apodaron el «sultán Kebir», «el señor del fuego». Puede ser útil recordar la imagen que él quiso dejar de sí mismo a la posteridad:

“Sí, había robado el fuego del cielo para dotar con él a Francia, el fuego ha vuelto a su fuente, y aquí estoy “(28).

Este fuego, ¿había ido a buscarlo en el santuario de Osiris (29) el gran dios de los muertos? Fue, en efecto, uno de los miembros del Instituto de Egipto, fundado para estudiar allí mismo los vestigios de aquella antigua civilización, quien propuso al general en jefe conversar con uno de los sacerdotes de Osiris, descubierto por él en las ruinas de un templo donde todavía oficiaban en secreto —ante escasos adeptos— los hierofantes de la antigua religión.

Punto por punto, el mistagogo confirmó la predicción del prior de Lagny:

«Un anciano de mi país me dijo lo mismo en París, el año 1795, cuando, caído en desgracia, sin empleo ni sueldo, vendía mis libros para comer.

»—Vuelve a tu país, noble extranjero, y encuentra al iniciado que te hizo estas revelaciones. No pueden proceder más que de un mantenedor de vuestra antigua religión, pariente de la nuestra (30). Por lo demás, voy a intentar comunicarme con vuestros sacerdotes. El LOTO y la BELLOTA son signos equivalentes.

»—Y aquel hierofante pudo...
»—Todos los iniciados en las verdades eternas pueden conversar entre sí a través del tiempo y del espacio (31).»

De Perriére a Menfis, por las ondas invisibles, los pensamientos se intercambiaron. Bonaparte fue puesto al corriente de la situación lamentable en que se hallaba Francia, pero, escéptico, se negaba a creer los informes que aquel oscuro superviviente de un culto caduco podía transmitirle.

Sin embargo, las noticias que recibió de Francia, el 15 Termidor del año VII (2 de agosto de 1799), por periódicos traídos por un aviso inglés, le confirmaron los decires del sacerdote de Osiris (32).

Pero el futuro emperador se empeñaba en su conquista egipcia (33). Su sueño de irnperator mundi nos lo revela él mismo:

¡No tengo nada que hacer de Europa, no tengo siquiera ganas de volver a verla...! En Europa, todo me es contrario y mi imaginación no puede reinar en ella. En Egipto me siento libre y, para detenerme en mis empresas, sólo estaría yo. El freno de las civilizaciones asfixia en Europa los impulsos de la Naturaleza. No los aguantaré más. Sueño con una religión que crearé. Los viejos dogmas han de ser destruidos, las virtudes vueltas a inventar, las bases de los conocimientos humanos recobradas y vueltas a forjar. Las tierras de donde salieron los hombres no han dicho su última palabra. La India y el Tibet han de ser revisados (34). Daré con sus secretos. Después, reapareceré en nuestro viejo continente. Habré reunido en mi empresa las experiencias de dos mundos, recuperando en provecho mío las magnificencias de todas las historias y realizando en mi vida las leyendas de todas las Biblias (35).

¿Se obstinaba en su conquista oriental, confiando en la invencibilidad de su pantaclo? Aquel talismán que le habían entregado los sacerdotes egipcios del culto de Amón-Ra, el dios solar por excelencia. El hecho es que su visita al oráculo de Amón no pasó inadvertida: varios historiadores nos refieren la entrega de aquel «collar-pantaclo » (36), cuya aventura debió de ser peregrina. Según Robert Charroux (37), el collar lo protegió durante todas sus campañas y hasta durante su avance fulgurante en Rusia. En Moscú, lo dejó olvidado en el cajón de un mueble y el hado se le puso de espaldas a partir de aquel momento.

“La joya pasó a una familia rusa que, cuando la revolución de 1917, emigró a Niza... En 1956, después de la primera guerra israelí-árabe, el general israelí Moshe Dayán estaba muy relacionado con una periodista francesa judía. Por mediación de ésta, conoció a la familia rusa, judía igualmente y residente en Niza, que poseía el precioso depósito. En homenaje al vencedor del Néguev, le regalaron el collar y es sabido que el general Moshe Dayán goza, desde aquella época, de una extraordinaria «baraka».

Esta información de nuestro colega que él tiene del C.E.R.E.I.C. (38) merece, sin embargo, una pequeña rectificación. Napoleón no olvidó el pantaclo en Moscú, pues era demasiado supersticioso y nunca se separaba de él. Fue para ablandar a la mujer del embajador de Austria e impresionar a su marido, el célebre Metternich, que se lo dio, diciendo:

«Tomadlo, ya no lo necesito.» De allí, el talismán pasó a Rusia...

Trastornado, sin embargo, por las numerosas confirmaciones que le llegaban de Francia, despechado por su fracaso delante de San Juan de Acre que le cerraba las puertas de Oriente (debía repetir más tarde el mismo camino por Rusia con el éxito que sabemos), Bonaparte no dudó más. Dio instrucciones a Kléber, abandonó Egipto el 24 de agosto de 1799 y llegaba a París el 17 de octubre.

En tres semanas, había de convertirse en el señor indiscutible del país más poderoso de entonces, Francia, pero le faltaba una confirmación antes de poner en marcha el mecanismo de su toma del poder y volvemos a encontrarlo, en vísperas de su golpe de Estado, en la calle de la Estrapade, en el cuchitril del padre Bonaventure, ansioso por conocer el desarrollo de su destino.

Las predicciones del abate de Lagny

El jueves 7 de noviembre de 1799, antevíspera del golpe de Estado del 18 de Brumario, la puerta del número 13 de la calle de la Estrapade fue empujada por la misma mano y el mismo cliente entró en el mismo tabuco, ávido de conocer la sentencia de las ciencias ocultas.

—Mi querido maestro —atacó sin preámbulos y sin cumplidos—. Soy el muy humilde discípulo de los misterios de Isis. He visto esfinges, pirámides, obeliscos, momias, jeroglíficos... Me habéis sido muy útil allí para enseñar a leer a mi pobre Instituto que no hace, creo yo, una labor excelente, a pesar de sus pretensiones arqueológicas. Heme aquí en la escuela. Hablemos de Hermes...

A estas palabras, dom Guyon hojeó su enorme Biblia y sacó de ella lo que él llamaba su reliquia...

—Tengo quehacer el 9 de noviembre —prosiguió Bonaparte—, es decir, pasado mañana.

—¿Pasado mañana, 18 Brumario, nuevo estilo?

—Sí... una gestión que creo de alguna importancia para mis pequeños intereses personales, y esa gestión es de tal naturaleza que el éxito o el fracaso debe ser inmediato...

Manejando sus naipes, a los que atribuía un poder de adivinación, el padre Bonaventure comenzó a interpretarlos (39)... «La Luna anuncia "fácil impulsión" a ideas imprudentes. Mercurio, en casa IX, en conjunción con la Luna, os anuncia fortuna movediza y amenaza de derrumbamiento... Si fueseis príncipe, Marte irradiando aún en casa VI os anunciaría el peligro de sedición, de complot, de revolución. No sois principal pero os encontráis este año en un movimiento revolucionario. Tened cuidado... En fin —continuó el ex prior—, Marte en casa III, anuncia querellas, y su conjunción con el Sol anuncia que podríais perder vuestra posición... Pero el Sol coronado, unido a la fuerza mayor, irradia en la cima del cielo, casa X... Salvaréis el peligro, y seréis elevado todavía más alto de lo que estáis... Pero, lo repito, sed prudente... Antes de que expire el año, seréis todavía más grande y más poderoso de lo que sois ahora.»

Bonaparte, que estaba tenso y crispado durante la primera parte de la consulta, se había calmado progresivamente y con una sonrisa en los labios preguntó a su profesor de ciencias ocultas:

—Os agradezco infinito vuestras buenas intenciones, pero ¿qué tiene que ver eso con mis intereses de pasado mañana?

—Hagáis lo que hagáis, la revolución del horóscopo no me inspira ningún cuidado, pues camináis por una ley oculta, hacia el cumplimiento de los brillantes destinos que os esperan en 1804. ¿Qué importan, pues, vuestros pequeños intereses de pasado mañana? Sean de la naturaleza que sean, fiad en vuestra estrella. Fijaos, hacedme el favor de tomar la pluma y escribir un momento lo que voy a dictaros. El 18 Brumario o el 9 de noviembre, como se prefiera, corresponde en el calendario tebaico al grado 18 de la constelación de Escorpión, 8° signo del Zodíaco. Sean, pues, el año 1799; + 8, número del signo zodiacal; + 1 + 8, signos generadores del número 13, que es la suma de vuestro horóscopo, producida por los generadores 1 + 8 + 0 + 4. El producto es 1820, cuya suma es 11 por la adición de los signos generadores + 1 + 8 + 2+20. Esta suma 11 corresponde, en el 10.° círculo de la R + C al arcano XI, y os promete para vuestro asunto de pasado mañana la fuerza, si tenéis fe en vos mismo. Sea cual sea vuestro proyecto, seguid adelante. El obstáculo es un fantasma. Para poder hace falta creer que se puede, y me parece que eso no os resulta difícil. Si estuvieseis en vísperas de un combate, os predeciría la victoria, pues el arcano XI está grabado en el trono planetario de Samael, genio de la Guerra, que gobierna Marte.

—Basta por esta vez —repuso Bonaparte levantándose bruscamente—.

Si quedo contento de vos os lo haré saber.

Y le entregó esta vez, a guisa de honorarios, su bolsa repleta.

Es de imaginar la angustia con la cual el «mago oficial» del gran hombre siguió las peripecias del golpe de Estado y la alegría que su logro le proporcionó. Pero lo mejor no había ocurrido aún, ya que la promesa de Bonaparte se realizó el 31 de diciembre de 1799. Este día pudo leerse en las columnas del Moniteur, el diario oficial de la época, el decreto siguiente:

“El abate Bonaventure Guyon ha sido nombrado miembro honorario del Instituto de Egipto y bibliotecario de las Tullerías”.

Bonaparte había pagado bien sus consultas. Aquel regalo de Año Nuevo acompañado de la mudanza del ex ermitaño de su tabuco al pabellón de Flore, fue seguido por la visita repentina del señor de Francia quien, tras haberle felicitado y oído agradecer sus aguinaldos ocultos, le pidió que estableciera su horóscopo completo y se lo entregase tan pronto estuviese concluido.

Algunos días después, Bonaventure Guyon predecía al nuevo señor de Francia el atentado fallido de la calle Saint-Nicolás para el año 1800, le confiaba las «pruebas» de su subida al trono para 1804 y le anunciaba la encrucijada de su destino para 1808 (40).

Un año más tarde, el 24 de diciembre de 1800 por la noche, fecha del atentado fallido contra él, Bonaparte, que acudió a dar las gracias al «mago», recibió un gran pliego lacrado que contenía su horóscopo completo y el anuncio de su trágico fin.

«El signo de Leo preside el estómago, el hígado y el diafragma. Dominando el nacimiento, presagia que si el consultante ha de morir de muerte natural, sucumbirá probablemente al estado morboso de uno de los órganos arriba mencionados...

»E1 sello de Salomón ha presagiado ya al consultante la más alta fortuna a la cual pueda aspirar un hombre. El rayo proyectado por Mercurio en la casa XI anuncia apoyos y alianzas que favorecerán la ascensión de esa fortuna...

«Júpiter en Tauro significa también favor y apoyo de personajes poderosos; enlaces y alianzas provechosas y adquisición de bienes por influencia de las mujeres...

«Júpiter irradiando sobre Sagitario, que es su trono, anuncia ante todo fortuna ascendiente, empleos elevados y crédito cerca de los hombres eminentes...

»En aspecto trígono con la Luna, presagia también ascensión de fortuna, honores, renombre...

»En aspecto sextil con el Sol, sigue presagiando alta ascensión, adquisición de riquezas. Hace esperar en la procreación de un niño, heredero de esa fortuna, pero por
estar el Sol debajo de Júpiter y situado en región descendente del horóscopo, ese nacimiento será tardío...

«Saturno, en Acuario, que es su trono, y proyectando un rayo sobre la casa X, promete elevación por encima de los demás hombres, dignidades, dominación.

»Venus, dueña de la casa X en la IX, anuncia ascensión de fortuna lejos del país natal. Pero como que Aries es su lugar de exilio, este aspecto mezcla en los presagios afortunados un peligro de CAÍDA...

«Mercurio, en casa II, promete ascensión de fortuna en la carrera que sea, y Marte, en Piscis, determina que tendrá lugar por la espada. El cometa que se enciende al final de Aries para subir a la cima del cielo, alcanzará el cénit de su destino a través de las fulguraciones de marchas triunfales...

»Mas he aquí, desgraciadamente, LA VERTIENTE DEL DESTINO...

Saturno en aspecto sextil con Venus presagia boda temprana con una viuda, o boda tardía con una doncella; y, dueño de la casa VII, presagia aflicciones en matrimonios... El rayo proyectado por Marte sobre la casa V anuncia privación de hijos, o, si nacieran, su muerte sería prematura.

Además, el cometa que resplandecía en la cima del cielo acaba de apagarse en esta misma casa V y confirma esa privación de posteridad, sea por esterilidad de los padres, sea por muerte de los hijos...

El consultante se casará dos veces... El rayo que proyecta Venus sobre la casa XI, partiendo de Aries, lugar de exilio del planeta, anuncia en el futuro abandono por los amigos, por la esposa, por el hijo, si lo hay, y pérdida de prosperidad. Ese desamparo, fuente de amargas aflicciones, se une a una amenaza de cautiverio, presagiado por el rayo que Marte proyecta en la casa X, ocupada por Tauro, su lugar de exilio... La pérdida de prosperidad se confirma por la oposición del Sol y de la Luna que presagia cambio de fortuna, alternativa de ascensión y de caída...

«Júpiter, en cuadratura con Saturno, presagia pérdida de posición, gran adversidad, vanos proyectos y esfuerzos estériles contra la mala fortuna. El infortunio será en la segunda parte de la vida del consultante que tendrá un fin desgraciado por haber emprendido obras superiores a sus fuerzas, o por haber temerariamente desafiado a enemigos demasiado poderosos... El rayo proyectado por el Sol sobre la casa III presagia lejanos viajes, persecución de la celebridad y de la fortuna en una tierra extranjera, y como que ese rayo da en Libra, lugar de caída del Sol, habrá un eclipse de fortuna... El rayo proyectado por Saturno en casa III presagia discordias con los hermanos o próximos parientes, viajes por intereses que no se realizarán... El rayo proyectado por Venus en casa III, partiendo de Aries, lugar de exilio del planeta, reitera el presagio de discordia con los hermanos o los parientes, y anuncia viajes desgraciados... El Sol, en conjunción con Marte, presagia ruina de posición y peligro de muerte por incendio... Si la Luna, dueña de la casa XII, está en la II, significa que las posesiones del consultante serán disputadas por enemigos encarnizados... El rayo proyectado por el Sol en la casa XII, anuncia peligro de revolución contra los príncipe y persecuciones enemigas poderosas, traición de parte de los subalternos, expoliación de bienes y amenazas de cautiverio o de exilio. Por último, el rayo proyectado por Marte sobre la casa IX presagia pérdida de amigos, ruina del porvenir por desamparo, enemistades temibles, huida del país o destierro con amenaza de muerte para el consultante durante su exilio...

»El Sol y la Luna en mal aspecto presagian siempre algún cautiverio. Marte, dueño de la casa IX, su trono nocturno, cuando está en casa VIII presagia arresto en una carretera y cautiverio, y el signo del cautiverio, y el signo de casa VIII, que es signo de agua, el ARRESTO TENDRÁ LUGAR EN EL AGUA... El Sol, dueño de la casa I, si se halla en VIII e infortunado por Marte, presagia MUERTE POR CAUTIVERIO, lejos del país natal, y si la casa VIII está ocupada por un signo de agua, la muerte tendrá lugar en el agua o al final de un viaje por agua. O EN UN SITIO RODEADO DE AGUA...»