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LA SABIDURÍA DE LOS GUARDIANES DEL CENTRO DEL MUNDO

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Presentamos los principales apartes de una entrevista con el entonces Cabildo Gobernador Kogui Wiwa Ramón Gil, publicado hace ya varios años en el diario El Espectador, en el cual éste deja traslucir la pristina y trascendente sabiduría de estas etnias asentadas en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, ‘Corazón del Mundo’, del cual ellos se consideran sus santos guardianes.

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“Me hice hombre sin conocer poder, sin conocer sabiduría, sin conocer La Historia”, palabras de Ramón Gil Barros, quien fuera Cabildo Gobernador de las tribus indígenas Kogui y Wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta. A los 20 años debió aprender la historia de sus antepasados. “Me fui a donde el Mamo Jacinto Burrua. Era un viejito, tenía siglo y medio de vida. Tenía poder, había recibido la herencia y necesitaba un aprendiz. Ese fui yo”.

Ramón Gil habla así de la muerte:

“Cuando me dicen que me van a matar, no le temo a la muerte porque todo hombre muere de viejo o de joven. Todos tenemos que morir, y yo digo no me voy a morir ahí dormido, sino por defender a mi pueblo”. Fue escogido como emisario de un mensaje de los Mamas (sacerdotes indígenas), agrupados en ‘Gonavindua Tayrona’.

“antes, cuando no estábamos organizados, los Koguis teníamos que ir a Nabusimake donde los Arhuacos (la otra etnia principal de la Sierra). Ellos así lo decían. Pero cuando íbamos siempre nos cobraban mil por todo. Me fui a consultar a Mamo  Don Juan y pedí que adivinara. Dije: ‘Mamas mayores, ustedes son los que saben, adivinen si la ley tradicional dice que debemos ir a Nabusimake’. Me dice Mama Don Juan: ‘No señor,  eso no es cierto. Eso está contra la ley. Nosotros los Koguis somos mayores espiritualmente, porque todo lo trajimos, toda La Historia se vino para donde los Koguis, y ahora porqué debemos ir allá’. Entonces pedí consejo y dije:   ‘Tenemos que organizarnos en una organización tradicional’. La ley dijo que sí, pero que había que hacerlo profundo, muy profundo. Hablamos y hablamos hasta que nació Gonavindua Tayrona. Los Mamos adivinaron y dijeron que así sí nos apoyaría ‘hermanito menor’ (la gente Blanca)…

E.E : ¿Y Qué quiere decir Gonavindua?

Ramón Gil: Go quiere decir que algo va a nacer. Na quiere decir venir. Vi, algo que se mueve como en el embarazo. Du, millones. Y Dua, semen.

Gonavindua es el primer semen que estudio Serankua (personaje mitológico) allá en ese cerro, en los páramos de Sankona. Y eso es muy importante porque de ahí nace todo. Al estudiar Serankua el semen, primero salió Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo, y dejo a ellos la protección de la  Sierra Nevada. Que no acabaran con la fauna, que no acabaran con los árboles, que no acabaran con las lagunas. Protejan la Sierra porque es semen, es corazón del mundo. Por  eso nos organizamos profundo, mirando un sitio, Gondavindua Tayrona. Esta organización es algo primitivo, no es algo de afuera. Es de adentro.

E.E.: ¿Qué pretende Gonavindua Tayrona?

Ramón Gil: Esta organización se hizo para que el gobierno nacional e internacional nos apoye. Para que toda entidad del gobierno mire la problemática de la Sierra Nevada de manera total. No sólo reforestar. No sólo restaurar, no sólo sanear, sino muchos otros problemas.

E.E.: ¿Porqué desean la ampliación y el saneamiento del resguardo?

Ramón Gil: Los Mamas dicen que toda la Sierra era de nosotros. Cuando llegó ‘hermanito menor’, necesitó  tierra. Entonces se le dio tierra. Pero ‘hermanito menor’ quería más y más tierra. Se suben al resguardo. Y hermanito menor no conoce la historia espiritual y no saben cuidar la Sierra. Todos los animales tienen su significado, tienen su dueño (1). Árboles tienen su jefe, los ríos, las terrazas tienen su jefe (2). Pero ‘hermanito menor’ los destruye, mata árboles, mata fauna, guaquea sitios sagrados. Entonces Serankua no está contento. Dueño de los animales no está contento. Porque es igual, si usted tiene un corralito de animales, y vienen y los matan, usted no está contento y tiene que poner denuncio. Entonces cuando los dueños de los animales ponen denuncio, hay problemas. Por eso hay tanto problema en la Sierra. Los Mamas tienen que cuidar la Sierra, esa es su misión. Deben pagar un impuesto (3), como ustedes pagan  luz y agua, tambien Mamas pagan por el sol, por lagunas. Pero si ‘hermanito menor’ sube a la laguna, mata árboles, el trabajo de Mama no sirve. Además, si seguimos talando, vamos a acabar con los manantiales y ‘hermanito menor’ necesita ríos grandes. Si se le secan, ¿cómo va a vivir? Queremos que en los límites del resguardo haya ley, que no se deje pasar a nadie. Porque cuando Mamas están concentrados haciendo pagamento para proteger a la Sierra, no se les debe molestar: los Mamas se se concentran, de pronto sube turista y se le pierde la cabeza, entonces no sirve trabajo.

E.E: ¿Y para qué una salida al mar?

Ramón Gil: Antiguamente teníamos muchas salidas al mar. Todavía se ven las terrazas. Vivíamos desde el mar hasta el páramo. Los indígenas que vivían en el páramo eran los más sagrados, los de abajo eran menores. Pero intercambiaban papa, arracacha por pescado. Hoy no tenemos salida al mar y la necesitamos. Antes teníamos Mingeo. Allá bajaban los Mamas a hacer pagamento, a recoger conchas para el poporo. Hoy en día eso se llama compañía. Necesitamos el mar para el pescado y para las conchas del poporo.

E. E.: ¿Qué pasa con Ciudad Perdida?

Ramón Gil: Cuando Serankua fue al cerro a estudiar semen, luego bajó a Ciudad Perdida para hacer terrazas. Cada terraza es un corral de animal, un corral de Serankua. ¿Y qué pasa? Que están guaqueando y eso no gusta a Serankua porque es como robarle sus animales. Lo mismo pasa con los arqueólogos. Ellos dicen que no llevan las cosas, pero nosotros desde lejos sabemos que sí. Además, la Ciudad Perdida era un sitio donde Tayrona concentraba, es un templo donde aprendían Kogui, Wiwa, Arhuacos y Kankuamo. Allí aprendían a bailar, a cantar, a hacer pagamento. Era un sitio común para todos donde se aprendía bien. Queremos esa ciudad para para seguir aprendiendo nuestra Historia, la de antiguos. La ley tradicional dice que mientras Mamas no reciban Ciudad Perdida, gobierno nacional e internacional tendrán problemas, más y más problemas. Los mamas dicen que ellos concentrándose y haciendo pagamento pueden ayudar a que no haya tanto problema. Mamas quieren ayudar a ‘hermanito menor’ a controlar esta crítica situación, esta violación, esta muerte. Para eso necesita Ciudad Perdida, para concentrar profundo y ayudar gobierno. Pero ‘hermanito menor’ no quiere, y Mamas dicen que ya se acerca final del mundo. Pero que si miramos profundo y todos nos ponemos de acuerdo todavía hay esperanza, si no al final todo, ‘hermanito menor’ a darse cuenta, y entonces le dará mucho dolor.

E.E.: Ramón, ahora que vas a Italia, ¿qué piensas plantearle a los europeos?
Ramón Gil: Los Mamas adivinaron  y envían un mensaje fuerte pero pacífico. No queremos pelear, sino hablar y llegar a un acuerdo. De pronto ‘hermanito menor’ no conoce la Historia  de Kogui y la maldad  de los que llegaron con la conquista. Por eso ‘hermanito menor’ debe conocer la Historia antigua. Voy a decir que nosotros los indígenas Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo somos ‘Mayores’. Nosotros nacimos antes, después vinieron el resto de hermanos que hay en todas partes. Entonces, si ellos me preguntan, si estoy feliz con el descubrimiento o la conquista, diré que para mi no es importante hacerle fiesta a esa conquista. Porque, ¿cómo es posible que nos invadió, que acabó con nuestras costumbres, historia, con nuestro poder? Violó mucho. Nos cambió la idea. Nos dio una vista de mil vidrios. Ahorita no tenemos el ojo primitivo (4), tenemos vista de vidrio. Nos cambió el corazón, y vino e hizo mucho asesino. Llevó oro de todas partes, y ahora vienen y dicen ‘hermanito, el gran descubridor’. A todo indígena creo que le da lástima hacerle fiesta. Se les dice pacíficamente que ‘hermanito menor’ hizo ese daño violando la ley tradicional antigua, porque no conocía la historia de Serankua, de Luamiku. Pero hoy en día es hora de aprender, que aprendan y nos ayuden a proteger la Sierra Nevada, que nos ayuden a reaprender la Tradición.

E.E.: ¿Porqué es importante aprender su Tradición?

Ramon Gil: Nosotros tenemos que aprender la ley tradicional para ser comisario, para ser Mama. Siempre que uno tenga que hacer trabajo espiritual hay que recurrir a la ley antigua. Porque si no se lee el libro espiritual se coge la ley de Noanose, la ley de la maldad. Ojalá ‘hermanito menor’ aprendiera la ley tradicional para que no se diera pedradas él mismo, para que no se diera puñal él mismo. Pero la ley tradicional es muy profunda.

E.E.: Ramón, ¿qué importancia tiene para ustedes el oro?

Ramón Gil: El oro es muy importante, pero no el oro fundido, sino las figuras que hicieron los antiguos. Por medio de ellas los Mamas concentraban. Serankua lo valorizó así en figuras. Valorizó muñecos de perro, de culebra, todo muñeco. Talvez nosotros quisiéramos esos muñecos para seguir concentrando profundo, pero si está fundido no queremos. ¿Para qué? Eso ya no sirve. Si están en muñecos, talvez, pero habría que guardarlo muy bien.

E.E.: Dicen que los Mamas saben mucho, ¿qué saben los Mamas?

Ramón Gil: Los Mamas conocen toda la historia de las piedras, de la tierra, del sol, de los hombres. Eso viene desde antiguo. Conocen todo y hacen pagamento espiritual a todo. Mama nunca piensa en matar aunque le hagan daño, aunque le roben a su mujer. El sol se llama Mama o Mamanyisa y los Mamas deben ser como el sol. El sol no cuida sólo  lo bueno, cuida la bueno y lo malo. Da calor hacia todo. Esa persona que se llama Mama vale mucho. Aprenden desde pequeñitos, desde que están en la barriga de la mamá. Los Mamas saben concentrar profundo, saben guardar la energía. Eso es muy trabajoso. Por eso cuando Mama trabaja no se puede molestar. Hoy en día nos ponemos viejos demasiado pronto porque no sabemos concentrar, no sabemos guardar la energía. Antiguos vivían 500 años o más. Los Mamas saben poner freno a la vista, freno de la lengua, freno del corazón, freno de masculino-femenino. Dominaban todo como hay que dominar a un caballo cuando coge otro camino. Pero cuando ‘hermanito menor’ vino nos dejó sin freno. Nos dejó desorden. Y hay que frenar para que el alma no se contamine con Noanase (la ley de la maldad).

E.E.: ¿Qué pueden hacer los Mamas para acabar este caos hay en el mundo?
Ramón Gil: Si los dejan, ellos pueden ayudar a ‘hermanito menor’. Concentrar bien profundo, hacer pagamento para que Serankua, Liukukue, Senekan, dueños de los animales, estén contentos. Pero si ‘hermanito menor’ sigue destruyendo, sigue matando entonces habrá muchos problemas, y al final, cuando ‘hermanito menor’ se dé cuenta de todo, estará muy triste y le dolerá mucho.

(1) Espíritu grupo
(2) Espíritu elemental
(3) Pagamento, ofrendas ceremoniales
(4) La glándula pineal

Adenda:

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Hace cinco siglos, antes de que los españoles hicieran del Caribe su ruta a las Indias, gran parte de los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta vivían a orillas del océano, emprendían largas travesías en busca de pescado y recolectaban caracuchas, similares al caracol, que consumían trituradas y mezcladas con hojas de coca para pensar y comunicarse mejor.

“El mar era la madre”, dice el mito de creación de los koguis. Sin embargo, según cuenta Alessandro Martínez, del grupo de arqueología del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, con la llegada de los “bárbaros” muchos indígenas fueron sometidos y esclavizados hasta desaparecer, y los que sobrevivieron buscaron refugio en la montaña litoral más alta del mundo, la Sierra Nevada de Santa Marta, donde el clima y las pendientes detuvieron a los españoles en su empresa conquistadora.

Allá han vivido por décadas koguis, arhuacos, wiwas y kankuamos, cuatro pueblos que cambiaron la pesca por la agricultura y terminaron adaptándose a una vida lejos del mar. Sin embargo, con las olas dejaron buena parte de sus sitios sagrados, “donde los mamos (sus máximas autoridades) se concentran, traen las ideas, la fuerza para gobernar, cuidan el equilibrio entre hombre y naturaleza e impiden tanta catástrofe”, según comenta José de los Santos Sauna, cabildo gobernador de los koguis.

Indignada con esta historia de desarraigo, el 27 de junio de 2005, durante una actividad organizada por los indígenas en el Festival de Poesía de Medellín, Natalia Hoyos, una joven de Manizales, dijo haber recibido un llamado: entregarles a los koguis una tierra de propiedad de su padre, sobre la Línea Negra, que, de acuerdo con el antropólogo Pablo Mora, tiene la mayor concentración de sitios sagrados y carga con las peores amenazas del turismo, el comercio, la infraestructura y la explotación agrícola.

“Recorreré todo el camino para hacer posible que estas tierras vuelvan a sus guardianes originales”, escribió Hoyos en una carta que envió a los mamos de la Sierra en 2011 y cuyas palabras terminarían por cumplirse, porque si bien tardó meses convenciendo a su familia y hubiera querido entregar sin prebendas lo que siempre fue de los koguis, su padre accedió a vender a los indígenas cada hectárea por $15’000.000, una suma irrisoria comparada con los cerca de $70’000.000 que cuesta la hectárea en la zona.

El problema llegó cuando empezó la búsqueda de recursos. “Tocamos muchas puertas, pero nadie entendía que se trataba de algo histórico, del primer sitio sagrado que compraría y recuperaría una comunidad de indígenas en Colombia, y tal vez en América Latina y el mundo”, recuerda Juana Londoño, miembro de la Fundación Pro-Sierra, que apoya la conservación y recuperación natural del territorio.

Tras el no de empresas, oficinas del Estado y benefactores, ocurrió la “magia”, como llama Londoño al desenlace de aquella lucha: el Ministerio de Cultura entregó $850’000.000; la organización ACT (Amazon Conservation Team), $540’000.000, y los indígenas, $480’000.000.

A 800 metros de la desembocadura del río Jerez, en Dibulla, La Guajira, volvió a manos de los koguis el sitio llamado Jaba Tañiwashkaka, 1.300 metros de playa y 155 hectáreas de tierra sin carreteras donde anidan las tan amenazadas tortugas icoteas y el mar es tan sereno como sus nuevos propietarios.

En la zona abundan las caracuchas, por las cuales los indígenas deben pagar entre $15.000 y $20.000 en Riohacha, si quieren conservar su tradición del poporeo, acción de mascar hojas de ayo o de coca mezcladas con cal y que, según su cultura, con el pasar de los años les permite llegar a su fin último: la sabiduría.

No hay duda de la importancia que tiene esta nueva figura de protección para un sitio sagrado: las comunidades se apropian y aseguran con recursos propios su futuro. Incluso, recientemente, Jaba Tañiwashkaka fue declarado por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural como Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional; por lo que dice Juan Mayr, exministro de Medio Ambiente que participó en el proceso, se trata de un precedente para que minorías de todo el país blinden sus territorios contra el daño ecológico que deja la intervención “arrasadora” de empresas petroleras, mineras y turísticas. Juana Londoño, por su parte, expresa que “este es el ejemplo de que los koguis ya están en el mar y que para defender la tierra no hay que mancharse de sangre”.

El 5 de mayo, la comunidad realizó allí una ceremonia de pagamento para dar “gracias” por el sitio al que retornaron y que utilizarán para sus rituales. Ofrecieron plumas de guacamaya azul, caracoles, cuarzos y otras piedras, mientras el mamo José Gabriel Alímaco, emocionado, decía: “Se cumple el sueño que tenía desde que era un niño de recoger la primera caracucha, la primera semilla en la Línea Negra, en nuestro territorio ancestral”.