PREDICCIÓN ASTROLÓGICA, TRÁNSITOS, DIRECCIONES Y PROGRESIONES
¿Es la predicción astrológica rigurosamente exacta, precisa e infalible? ¿predomina el determinismo sobre el libre albedrío? ¿es independiente el destino individual del colectivo?; la utilidad de conocer con anticipación el curso posible de los acontecimientos, y las posibilidades que depara un período determinado, son temas abordados con franqueza y sinceridad en este extracto de George Antares, tomado de su libro TRÁNSITOS PLANETARIOS Y DESTINO.
Desde siempre los hombres han tratado apasionadamente de saber qué les reservaba el futuro; ya sea habiendo estudiado ellos mismos con más o menos acierto las artes adivinatorias, ya sea, más sencillamente, habiendo consultado a los innumerables adivinos, videntes, quirólogos, grafólogos, astrólogos que practicaban las ciencias llamadas transcendentales. Para aquel que ha tratado personalmente de atravesar el velo del destino o se ha interesado por los resultados que otros han podido obtener, es evidente que la predicción absoluta del futuro es una simple apuesta. Cualesquiera que sean los métodos empleados y la habilidad del que los aplica, los resultados sólo son y serán siempre fragmentarios e imperfectos, pues la videncia, las líneas de la mano, el grafismo y el juego de los astros sólo le darán probabilidades, jamás certitudes.
La verdad absoluta en lo que concierne al futuro permanecerá siempre oculta para los hombres, y eso por múltiples razones. La primera y más importante es de orden filosófico, a saber que sólo la Inteligencia Suprema, dueña de todas las Causas, es la única que conoce todos los fenómenos que se producen en el Tiempo y en el Espacio. Y es beneficioso para la humanidad que así sea, pues si el Hombre fuera capaz de conocer íntegramente su destino, todo esfuerzo y toda lucha le parecerían vanos; se dejaría arrastrar por el fatalismo y llevaría una existencia fácil sin tratar de reaccionar ante los golpes de la suerte, a menos que no se hundiera en el temor, la inquietud o el desespero.
Una segunda razón reside en el hecho de que, si el hombre sufre los efectos del determinismo, está no obstante dotado de un cierto libre albedrío, que va creciendo paralelamente a su evolución y al desarrollo de su voluntad, de su inteligencia y de su sabiduría. Se vuelve entonces cada vez más capaz de realizar acciones deliberadas con las que modifica las tendencias del determinismo. De esta forma, al escalar los peldaños de la evolución, el ser humano está cada vez menos sometido a las influencias astrales. Esta es la explicación del antiguo adagio: "ASTRA INCLINANT, SED NON NECESSITANT".
Aquel que trata de suputar el futuro tropieza todavía con otros escollos, que dependen de las interferencias secundarias no desdeñables entre las que se sitúa en primer lugar la interdependencia de los destinos individuales y colectivos. En efecto, pensemos un instante en las innumerables influencias que actúan sobre la vida del individuo, el medio de donde procede, la sociedad en medio de la que vive, su círculo familiar, su entorno profesional; igualmente el partido político al que está adherido, su religión, su raza, su nacionalidad. Todos estos factores desempeñan su papel para orientar y modificar la curva de su destino.
Otra dificultad es imputable a la misma fórmula psicológica del individuo, a su carácter, a su inteligencia, a sus actitudes instintivas. Ahora bien, si la astrología permite, en una vasta medida, suputar las reacciones de un ser a las diversas solicitaciones que provienen o de su tema astral, o de influencias astrales ocasionales, esta suputación jamás podrá ser perfecta, puesto, que, acabamos de decirlo, siempre estará más o menos alterada por la herencia, por la educación, por el estado fisiológico y por las creencias del sujeto.
¿Debemos deducir de lo que precede que es vano tratar de levantar una esquina del velo del devenir humano? ¡Por supuesto que no! Esta búsqueda es natural y legítima. La inquietud de lo que ocurrirá mañana siempre ha preocupado al hombre. Ningún problema ha suscitado por su parte, tanta curiosidad, tantas impacientes investigaciones, e incluso tantas inquietudes y angustias.
Ahora bien, el conocimiento previo, incluso fragmentario, de lo que nos espera tiene una utilidad bien evidente. Por una parte estimula nuestra esperanza y nuestra confianza, nos permite entrever la evolución de nuestros problemas con mayor serenidad y nos prepara para aprovechar al máximo las oportunidades que se nos ofrecerán. Por otra parte nos permite acorazamos moralmente para defendernos de las pruebas que llegarán y prepararnos para desviar al máximo los golpes del destino (resaltado nuestro). El adagio según el cual: "HOMBRE PRECAVIDO VALE POR DOS" ha surgido de la experiencia misma de la vida. Nos falta considerar los medios prácticos. No nos atañe pasar aquí revista, comentar y apreciar los diversos métodos empleados para predecir el futuro.
Que sean puramente psíquicos, como la videncia y la psicometría, o que deriven de las artes adivinatorias y de las ciencias de la observación como la grafología, la quirología. Todos estos medios han permitido obtener resultados más o menos válidos. A falta de conocimientos suficientes, no nos es posible exponéroslos aquí. Por otra parte, nuestro propósito no es tal.
Por el contrario, y este es nuestro objetivo, podemos, apoyándonos en una larga serie de experiencias, afirmar que, en la suputación delfuturo, la astrología racional proporciona indicaciones muy útiles, aunque no permita prever con seguridad los acontecimientos en sus mínimos detalles, ni determinar con precisión su vencimiento, indica no obstante, para un período determinado, las posibilidades o mejor dicho las probabilidades.
El problema de la previsión se complica sin embargo por el hecho de que los efectos astrales pueden alcanzar dominios muy diversos según las posiciones planetarias en los signos y en las casas del horóscopo. Este es el punto más delicado de todas las previsiones astrológicas y por eso debemos atraer la atención del lector sobre el aspecto forzosamente imperfecto de esta obra y sobre las limitadísimas indicaciones que contiene. Pues si debemos suministrar las interpretaciones de las múltiples combinaciones de influencias que resultan de las diversas clases de aspectos que se forman entre los astros itinerantes y los doce factores de un tema (lo que haría 12 veces 12 combinaciones), luego comentar las variantes que resultan de las posiciones astrales en los doce signos y en las doce casas (lo que daría 12 x 12 x 12 x 12 combinaciones), ¡deberíamos proceder a unas 20.836 interpretaciones diferentes! La redacción de una obra de tal índole, tan voluminosa como un diccionario Larousse, exigiría por nuestra parte un trabajo demasiado considerable, sin hablar de las dificultades casi insuperables de edición que ocasionarían su elevado precio y el reducido número de compradores de un libro tan especializado. Por eso nos hemos visto obligados a limitarnos únicamente a los efectos probables de los factores itinerantes sobre las posiciones fijas del tema natal sin tener en cuenta ni los signos, ni las casas, salvo para ilustrar algunos ejemplos.
La Astrología ha sido demasiado a menudo definida, erróneamente, como arte de predecir, mientras que su meta real es el "conócete a ti mismo" de la Antigua Sabiduría. El estudioso sincero debe reconocer que si bajo el punto de vista psicológico el análisis del horóscopo da resultados ciertamente asombrosos, exactos en un 85% aproximadamente, y que bajo el punto de vista fisiológico este análisis se comprueba exacto en un 75%, por el contrario las predicciones astrológicas están aún en una fase experimental. Por esta razón, todo practicante o estudiante debería experimentarlas con mucha prudencia y circunspección.
¿Significa esto que los intentos realizados en este campo han sido ampliamente negativos? En absoluto. Por otra parte, son estos alentadores resultados quienes nos han incitado a redactar la presente obra. Las indicaciones consignadas en las páginas siguientes derivan en su mayoría de nuestras propias observaciones, de los efectos que hemos anotado no sólo sobre nosotros mismos y sobre el desarrollo de nuestra propia vida, sino también sobre nuestro prójimo, sobre nuestros amigos y sobre un número considerable de personalidades en el transcurso de varias décadas. Por otra parte, hemos procurado extraer de los tránsitos planetarios todas las deducciones que derivan de la aplicación del método racional expuesto en nuestra obra "EL ARTE DE LA INTERPRETACIÓN ASTROLÓGICA", es decir, el método de deducciones lógicas basadas en la Ley de Analogías, clave de toda la interpretación astrológica. Como es evidente que los influjos planetarios afectan simultáneamente a varios dominios, o si lo preferís a varios campos: psicológico, fisiológico, material, social, etc... y que desencadenan los acontecimientos en estos diversos compartimentos de la vida, hemos procurado, en nuestras indicaciones, tener en cuenta las resultantes probables de los efectos planetarios sobre los problemas prácticos. Hemos expuesto las situaciones y los hechos tal como se producen en la vida corriente.
Estimamos que esta obra será útil a cualquiera que desee presuponer los efectos probables de un próximo paso astral sobre uno de los puntos sensibles de su tema natal. Al razonar en efecto sobre su caso personal, el aficionado podrá encontrar más fácilmente entre las numerosas indicaciones dadas sobre la configuración astral en cuestión aquellas que se apliquen a su situación particular, los detalles válidos sólo para él y que adquirirán por este hecho una importancia capital.
Igualmente podrá ayudar a aquel que, encontrándose en un período crítico, quisiera apreciar su ulterior desarrollo. Al consultar las efemérides planetarias y las páginas de este libro, podrá descubrir las influencias planetarias en cuestión y determinar su duración e intensidad.
Numerosas personas se preguntarán por qué consagramos este libro a la interpretación de los efectos de los "Tránsitos" y no a los de los diversos sistemas de "direcciones" y "progresiones". Es simplemente porque bajo el punto de vista astronómico no corresponden a nada real. En el momento de un tránsito, el planeta en cuestión ocupa realmente el grado zodiacal o forma aspecto con otro o con un punto particular del cielo natal. Por el contrario una dirección primaria o secundaria es puro producto del espíritu y no corresponde a ninguna posición planetaria real. Lógicamente estos métodos no se pueden defender y si en algunos casos particulares se han podido registrar algunos resultados, se puede afirmar que el porcentaje de éxitos no es superior al de los fracasos. Pensamos que estas son buenas razones para justificar nuestra posición. Que las direcciones primarias sean obra de Ptolomeo y las direcciones secundarias se deriven de la interpretación de un texto de la Biblia, no son razones suficientes para modificar nuestro punto de vista.
Tomamos pues, firmemente partido en favor de los "tránsitos "y de los "ciclos" planetarios, puesto que representan realidades astronómicas y no posiciones ficticias. Los movimientos reales de los planetas, lo hemos dicho, pueden seguirse, día tras día, en las Efemérides, que nos dan la conversión en posiciones geocéntricas de las longitudes celestes heliocéntricas indicadas en las anotaciones astronómicas de los Observatorios. Así pues, cuando para un día determinado, las coordenadas celestes de longitud, latitud y declinación, digamos, de Urano, se leen en las Efemérides Astrológicas diarias, estos datos corresponden a una realidad, y esto con un máximo de precisión. Desde entonces, es fácil seguir el movimiento o translación de cada planeta durante un período determinado, y encontrar los momentos precisos en los que estos planetas "transitarán" por las posiciones astrales del tema natal o formarán "aspectos" o ángulos particulares con éstas. No hay ninguna fantasía, sino fenómenos reales y científicamente indiscutibles.
Es la observación casi diaria de los tránsitos sobre un gran número de temas la que nos ha convencido de su eficacia, de los rendimientos muy superiores a los obtenidos con el empleo de otros sistemas. No obstante, por respeto a los estudiosos que permanecen fieles a estos últimos, nos hemos tomado el cuidado de redactar nuestras interpretaciones de forma que puedan aplicarse igualmente a las "direcciones" y "profesiones" usuales, al estar siempre basadas
nuestras deducciones en la Ley de Analogía.
A este respecto, insistimos en poner en guardia al estudiante contra ciertos errores corrientes que sólo la experiencia llega a corregir. Aquel que adquiere el conocimiento de los efectos teóricos de los tránsitos no debe perder de vista que estos no pueden aplicarse a todo el mundo, pues los astros sólo influencian al sujeto de un tema en la medida de lo que su tema indica y en la medida también de las reacciones de cada temperamento.
George Antares
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