LA ASTROLOGIA Y LA REENCARNACIÓN: EL KARMA, EL PERDÓN Y LA ORACIÓN
Por
Alan de Los Mares
Desde
Bogota, Colombia
Maurice
Paléologue, embajador francés ante La Corte del Zar Nicolas II de
Rusia, narra el siguiente episodio de invocación mágica practicado por el
insigne ocultista Papus. Papus fue llamado de
urgencia a la corte como consecuencia de los motines desencadenados en Moscú en
1905. Dice Paleologue:
“«El
mismo día en que Papus desembarcaba en San Petersburgo,
un motín expandía el terror en Moscú, mientras un sindicato
misterioso proclamaba la huelga general de los ferrocarriles.
El
mago mandó llamar inmediatamente a Tsarskoïe-Sélo. Después de
una conversación rápida con El Emperador y La Emperatriz, organizó
al día siguiente un gran ritual de invocación. Aparte de los soberanos, una
única persona asistía a esta liturgia secreta, un joven ayudante de campo de su
Majestad, El Capitán Mandhyka, quien es hoy general-mayor y
gobernador de Tiflis. Por una condensación intensa de su voluntad,
por una exaltación prodigiosa de su dinamismo fluídico, «El Maestro
Espiritual» consiguió evocar el fantasma del muy piadoso Zar
Alejandro IIIº; signos indubitables atestiguaron la presencia del espectro
invisible. A pesar de la angustia que le encogía el corazón, Nicolás IIº preguntó
tranquilamente a su padre si debía reaccionar o no contra la corriente de
liberalismo que amenazaba de arrastrar a Rusia. El fantasma
respondió: «Debes, cueste lo que cueste, aplastar la Revolución que
está comenzando; pero renacerá algún día, y será mucho más violenta aunque la
represión de hoy deba ser más rigurosa. ¡No importa! ¡Ánimo hijo mío! ¡No dejes
de luchar!»
Mientras
los soberanos meditaban con estupor esta predicción agobiante, Papus afirmó
que su poder mágico le permitía conjurar la catástrofe predicha, pero la
eficacia de su conjuro cesaría tan pronto como él mismo dejara “el plano
físico”. Luego, solemnemente, ejecutó los ritos del conjuro».
El
Dr. Gerard Encausse, conocido con el seudónimo de ‘Papus’, es una de las
figuras más importantes y conspicuas del ocultismo del siglo XIX. Papus nació
en La Coruña, España, el 13 de julio de 1865, hijo
de padre francés y madre española, y falleció en Paris el 25 de octubre
de 1916. Médico y esoterista, Encausse fue el fundador de La Orden
Martinista, sistema de misticismo cristiano fundamentado en Las
Enseñanzas de Louis-Claude de Saint-Martín, conocido como "El
Filósofo Desconocido".
Perteneció,
además, a varias organizaciones esotéricas y ocultistas tales como La
Fraternidad Hermética de la Luz, La Orden Hermética del Alba Dorada de París,
filial de la Golden Dawn inglesa, a la que pertenecieron personajes de
la talla de Aleister Crowley, Wyn Wescott, Mac Gregor Mathers, etc ; La
Orden de Los Superiores Desconocidos, La Orden Cabalística de La Rosacruz, La
Ordo Templi Orientis, en la que recibió el grado 10° de
manos de su fundador, Theodor Reuss, amén de que entre 1893
y 1895 ejerció como obispo de La Iglesia Gnóstica de Francia, cargo
para el que fue consagrado por Jules Doinel, fundador de la
misma siguiendo las tradiciones gnósticas y cátaras.
El Doctor Encausse reconoce
como su maestro espiritual a Philippe de Lyon, y como maestro
intelectual en asuntos de ocultismo y esoterismo al Marqués Joseph
Alexandre Saint-Yves d'Alveydre, autor del ARQUEÓMETRO, obra en la que se
exponen los principios filosóficos y esotéricos de lo que llamó SINARQUÍA,
el gobierno por parte de los miembros de una sociedad secreta, Agartha,
idea absolutamente deformada en la actualidad por las modernas teorías
conspirativas. En esta obra Saint-Yves d'Alveydre restablece
las relaciones de las letras, de los colores y de los planetas, colocando a La
Astrología como clave de La Ciencia Antigua, definiendo El
Arqueómetro como el instrumento que sintetiza las claves de todas las
religiones y ciencias de la antigüedad. Las obras escritas de Papus son
formidables tratados de cábala , tarot, magia, alquimia, gnosis, etc.
Me
permito transcribir a continuación algunos pasajes de su obra LA
REENCARNACIÓN, en los que trata importantes tópicos como reencarnación
y astrología, karma, determinismo, libre albedrío, y enseña el uso de
algunos recursos maravillosos de orden espiritual para equilibrar la
balanza de la justicia (karma) y superar el destino. Dice
así El Dr. Encausse:
LA
REENCARNACIÓN DE LOS PRINCIPIOS ASTRALES
"La
reencarnación de los principios astrales debería ir precedida
por un estudio astrológico, o mejor aún, astrosófico
[Ver Papus: Les Arts divinatoires, H. Dangles].
En
efecto, ahora debemos estudiar las relaciones entre la tierra y el
plano de las fuerzas astrales. Para que este estudio fuera completo,
necesitaríamos toda la ciencia de los antiguos egipcios o la de los iniciados
modernos y así podríamos describir estas inmensas corrientes de fuerza que se
fijan en el útero humano.
No obstante intentaremos describir, de la mejor manera posible, los componentes del problema en caso de no poder resolverlo en su totalidad. En uno de los cuadros escénicos de su preciosa obra titulada El Oiseau Bleu, Materlink nos enseña el país de Las Almas que van a encarnarse. Cada una de estas almas tiene una misión, buena o mala, y viene a la tierra para cumplir esta misión. Esta es La Reencarnación del Principio Espirituallas fuerzas astrales.
¿Cuáles
son los fenómenos astronómicos que acontecen durante la gestación, durante los
nueve meses que dura la fabricación del cuerpo físico? Este
es el primer punto que debemos resolver.
Cada
24 horas La Tierra presenta sucesivamente ante cada uno de Los
Doce Signos del Zodíaco el punto donde se encuentra encarnado el
cuerpo físico; cada mes La Luna realiza su revolución ante
el pequeño cuerpo físico en formación, con lo cual se necesita un mínimo de 7
revoluciones lunares, que normalmente son 9, para conseguir la
plena formación de este cuerpo físico. Entonces, para ser más exacto el
horóscopo de un ser humano, el horóscopo del día de su nacimiento, debería ir
precedido del horóscopo del día en que fue concebido. En su tratado de
magia, Alberto El Grande -que se convirtió en El Gran
Alberto de los brujos- nos explica que cada uno de los siete
planetas actúa sobre el cuerpo en formación:
Las
Fuerzas de Saturno constituyen la estructura general del ser humano durante
los primeros meses; durante el segundo mes Las Fuerzas de Júpiter actúan
sobre los humores; El tercer mes Las Fuerzas de Marte actúan
sobre la sangre y el niño empieza a moverse. Así pues, El
Sol ilumina con su calor y su vida al ser humano que acaba
de formarse. Finalmente Venus le da la belleza de su aspecto
externo; Mercurio interviene en todos los
movimientos y en el sistema nervioso; y para terminar, La Luna con
su influencia maternal da el toque final a la obra que acaba de realizarse.
Ahora el niño puede nacer y, con muchos cuidados, podrá vivir; acaban de
cumplirse los siete meses de gestación.
Pero
generalmente Saturno reaparece para mejorar el
osamento y todas las fibras, también reaparece Júpiter para
dar la fuerza necesaria a todos los elementos vitales, con lo cual
el niño puede nacer en mejores condiciones. Así pues, podemos decir que durante
la gestación la madre se comporta como una verdadera pila astral, concentrando
a su alrededor todas las fuerzas misteriosas que circulan por la atmósfera
invisible de la tierra. Es en aquel momento cuando las fuerzas astrales
conscientes, procedentes de una de las puertas zodiacales por
las cuales ha pasado el espíritu para reencarnarse, se fijan en los
centros invisibles del cuerpo que se está formando. En el astral de
cada ser humano existen seres que se aparecen al espíritu de una forma muy
cruel, los cuales son los ejecutores de las órdenes procedentes de arriba. A
estas influencias los cristianos les dan el nombre de ángeles buenos o malos.
Pero, sea cual sea su denominación, estas influencias existen y actúan. Ahora
es cuando el niño nace. Con su primera inspiración se desprende de las
influencias astrales de su madre y fija el astral terrestre en
sus pulmones, uniéndose, a través de la respiración, a la atmósfera de nuestro
planeta que está directamente relacionada con los rayos solares.
El astral que circula en el ser humano mientras vive relaciona a este ser humano con todas las fuerzas astrales de la naturaleza. El centro de estos seres astrales se encuentra físicamente en el plexo cardíaco. El punto de contacto de los principios astrales y de los principios espirituales se encuentra físicamente debajo del cerebelo, en lo que los anatomistas llaman "la base del cuarto ventrículo" que corresponde exteriormente a la parte de la nuca. Los egipcios, que conocían todos estos misterios, llamaban Sa a la magnetización de la nuca que actuaba sobre los clichés astrales.
Durante
la vida el problema moral consistirá únicamente en saber si las fuerzas
astrales de las cuales dispone el ser humano se pondrán más al
servicio del instinto o al del espíritu. Aquí se produce una evolución o
bien una involución de las influencias astrales mediante
la vida física, de lo cual resulta la creación de revestimientos astrales que
actuarán después de la muerte. Utilizando el léxico de los místicos, creamos
nuestro "carro del alma", tal como lo designaba Pitágoras y
tal como lo designa claramente San Pablo.
Si
ponemos todas nuestras fuerzas al servicio de nuestros instintos, si para
nosotros la vida consiste en una búsqueda de la fortuna para hacer de ella un
uso exclusivamente personal, sin permitir que los menos afortunados que
nosotros puedan aprovecharse de ella, entonces nuestro "carro del
alma" ya no tiene sustancia astral para su creación, con lo cual,
aunque seamos ricos en la tierra, somos pobres en lo astral. Ya sé muy bien que
se ha dicho que todos estos conceptos habían sido inventados por los sacerdotes
para explotar la miseria humana y fomentar la resignación: pero los
sacerdotes egipcios eran operantes y videntes que comprobaban en lo invisible
todas las enseñanzas construidas a partir de lo visible. Dado que
todos los filósofos, al igual que el resto de la humanidad, pasarán por las
puertas de la muerte, podrán comprobar que este susodicho cuento de los
iniciados era escrupulosamente exacto.
Por
lo tanto, es a lo largo de la vida cuando, a través del manejo de las
fuerzas astrales puestas a nuestra disposición, creamos todas las
tendencias evolutivas e involutivas de nuestra futura astralidad.
Dejemos pues de lado la evolución de las fuerzas astrales durante
la vida; esto corresponde al ámbito del "Destino" de Fabre
d'Olivet, del "Karma" de los hindúes y del "Fatum"
de los astrólogos de la edad media.
El
poder del Padre se pone de manifiesto, los seres invisibles que rodeaban al ser
humano han actuado, el hombre ha sido matado, sacrificado a la hora señalada
por el destino; los seres astrales han cumplido con su misión; la
muerte física ha llegado. En este momento el astral se
divide en dos secciones; una parte de este astral constituye la
imagen (imago), el ídolo (idolón) del ser humano, y su
forma astral queda unida a las células físicas, dándoles vitalidad
y dirigiendo su migración y su evolución ; otra parte de este astral queda
unida al principio espiritual del cual constituye el
revestimiento y que permitirá a este espíritu atravesar las regiones
astrales. Cuando en las sesiones de espiritismo serias en las que tienen
lugar materializaciones, se invoca la forma astral, el ser aparece vestido con
ropas terrestres; cuando por el contrario se materializa la parte superior del
ser humano, éste aparece envuelto en un fluido blanco con aspecto de gasa. Así
pues, con el fenómeno de la muerte lo astral evoluciona en dos planos.
Son
sin duda los egipcios los que mejor han estudiado teórica y prácticamente esta vida
astral de lo doble. Los egipcios pretendían que,
durante la vida, el espíritu dirigía todos los actos del cuerpo mediante unas
fuerzas que procedían de la parte del cielo en la que se encuentra la estrella
polar; ésta es la razón por la cual la entrada de las Pirámides siempre
se halla orientada matemáticamente hacia la estrella polar.
Tras
la muerte, los egipcios conservaban el cuerpo físico recubriéndolo de sal
durante tres meses e inyectándole luego aromas; de este modo, mediante la
momificación, impedían la dispersión de las células físicas y
fijaban alrededor del cuerpo la fuerza astral que habría dado
lugar a la descomposición de dichas células. Pero aún iban más
lejos: durante una ceremonia mágica muy complicada evocaban las fuerzas
astrales que giran alrededor de la estrella polar, las
insuflaban en el doble de la momia reencarnada en esta especie
de existencia astral, y encarnaban este doble, ya sea
en la misma momia, ya sea en pequeñas estatuillas de madera o de barro que eran
colocadas alrededor de la momia. Así pues Los Egipcios habían
creado verdaderas ciudades subterráneas de astrales vivos, con lo
que, en, un principio, podían actuar sobre el astral terrestre, fijando
para mucho tiempo el polo de civilización en su país, y
después, retardar la reencarnación de los seres humanos,
utilizando la ciencia para luchar contra las fuerzas
del destino.
Más tarde causaría estupor el conocimiento de la verdadera ciencia del antiguo Egipto. Pero dejemos aquí estas excepciones para volver a la muerte normal y recordar que es en este momento cuando lo astral se divide en dos secciones: una sección que forma "el carro del alma" y que recubre al espíritu, y otra sección que forma la fuerza astral y que recubre el cuerpo físico que se descompondrá. Si el ser humano ha constituido correctamente su "carro del alma", si los clichés de bondad y de abnegación forman las estrellas luminosas de esta masa astral, entonces ciertamente tendrá lugar la evolución del futuro cuerpo astral.
La
Evolución de Las Formas Físicas en lo Astral
Aquí
tenemos que abordar una cuestión de suma importancia. Los sabios han observado
que el conjunto de seres vivos en la tierra formaba una especie de jerarquía
bien caracterizada: los cuerpos de algunos seres vivos se diferencian muy poco
de los cuerpos de los seres inferiores a ellos o de los seres inmediatamente
superiores.
Para Los
Darwinistas esta idea constituye el punto esencial del concepto de la
evolución de los seres animados. No obstante, en unas condiciones
generales, es imposible constatar la existencia de dicha evolución en la
tierra; es cierto que en la tierra se dan transformaciones de órganos,
adaptaciones al medio, pero no se dan verdaderas evoluciones de un cuerpo de
perro a un cuerpo de mono, o de un cuerpo de mono a un cuerpo de hombre. La
razón es simple: la evolución no se da durante la encarnación física,
sino durante el estado astral que sigue inmediatamente a la muerte física. Es
en este preciso momento cuando el cuerpo astral evoluciona, se
transforma y se convierte en el origen del cuerpo astral del ser inmediatamente
superior.
Por
otra parte, este cuerpo astral fabrica a su vez los
órganos físicos, y así es como un ser físico de un orden
inmediatamente superior viene a la tierra para encarnar en un plano más elevado
de la espiral las formas del antiguo ser inmediatamente inferior. Realmente,
todos los cuerpos físicos de la naturaleza sufren una
evolución para constituir el cuerpo físico del ser humano;
ahora bien, esta evolución tiene lugar en el plano astral. Así
pues, cuando, después del reposo astral, más o menos prolongado
según el ser que deba reencarnarse, llega el momento de esta
reencarnación, el futuro cuerpo astral difiere del cuerpo
astral precedente según la conducta que tuvo el espíritu encarnado en
la vida anterior; este es el origen de la belleza o de la fealdad del
futuro cuerpo físico, de la fuerza o de la debilidad de los futuros órganos,
del poder de elevación de las fuerzas astrales, del signo del zodíaco que
señalará las fuerzas que rodearán al espíritu, y de todas las leyes secretas de
la reencarnación espiritual sobre las que hablaremos en el capítulo siguiente. Los
cuentos populares recogen estas influencias astrales dándoles
forma de hadas buenas o malas que rodean la cuna de cada ser humano que llega
al mundo.
En el
momento de la concepción, la fuerza de atracción de los futuros padres será
tanto más grande cuanto más intensivas sean las fuerzas astrales de las que
disponen por su salud moral, física o espiritual. Así pues los padres
que gocen de protección celestial unirán sus fuerzas a las del sol para
reencarnar espíritus rodeados de cuerpos astrales muy evolucionados; mientras
que los borrachos, los vividores o los burgueses sin ideal y sin amor
solamente recogerán en la atmósfera inferior de la tierra invisible espíritus
de suicidados o de viejos aficionados a los placeres materiales que se alojarán
en cuerpos físicos endebles, deformes, lisiados o siempre enfermizos. Así
pues la concepción es un acto extremadamente serio también desde el
punto de vista de las fuerzas astrales, y no es extraño que las leyes civiles y
religiosas lo hayan rodeado de tantas precauciones, estableciendo toda una
normativa sobre el matrimonio y sus consecuencias sociales.(1)
Los
pueblos que no se dejan llevar por la luz de la religión, sean cuales sean los
criterios de esta religión, se ven rodeados por una serie de fuerzas astrales
nefastas cuyos efectos se manifestarán en todas las formas sociales volveremos
sobre este punto cuando hablemos de la reencarnación de los principios
espirituales.
Después
de La Muerte
Sea
lo que fuere, y según las experiencias iniciáticas y escritos
de los que han regresado, podemos resumir cual es el estado en el que se
encuentra el ser humano inmediatamente después de la muerte. Con excepción de
la muerte por suicidio, la sensación de la muerte no es dolorosa en los casos
en que se sigue una evolución normal. Esta sensación es análoga a la que se
experimenta cuando se navega en un barco, de aquí procede la imagen de La
Barca de Isis, La Barca de Caron y todas las ideas
mitológicas que en la antigüedad traducían para el pueblo las sensaciones del plano
astral.
Para
los contemporáneos, la sensación es análoga a la de un viaje en tren, sin
sacudidas. El ser no cree haber experimentado lo que nosotros denominamos
muerte; se imagina que está durmiendo y soñando. Al mismo tiempo, dado que la
muerte constituye un verdadero nacimiento para los planos que aquí denominamos
invisibles, el ser vuelve a encontrarse rodeado por todos sus familiares, por
todos aquellos que él creía haber perdido, los cuales celebran su llegada con
grandes muestras de alegría, mientras que, por otra parte, los pobres olvidados
de la tierra se lamentan y creen en una separación definitiva.
Dice la
tradición iniciática, que durante tres días el espíritu, acompañado de
un guía, puede visitar todos aquellos puntos de la tierra que desee, puede
aparecerse, ya sea en sueños o bien directamente (fantasmas, como los llaman
los vivos) a los seres queridos que ha dejado en la tierra; incluso puede
seguir su cortejo fúnebre desde el estado astral, -lo cual
ocurre a menudo-; luego sobreviene el sueño...
Los
nuevos órganos astrales deben habituarse a los planos en los
cuales de aquí en adelante evolucionarán, y dado que la naturaleza no avanza a
saltos, esta nueva adaptación se realiza lentamente, según la evolución
anterior al espíritu. Para los iniciados, para
aquellos que ya se hallan en el plano astral, esta evolución queda
suprimida y el paso de las puertas zodiacales se realiza con
toda facilidad. Para los no-iniciados y los profanos, aquellos que
no han pasado por este plano (el cual en La Fase Rosacruz Masónica se
halla representado por el esqueleto colocado a la entrada y a la salida de la
habitación roja), para todos éstos, la evolución es más lenta y puede ser que
el despertar no se produzca hasta que no haya transcurrido un período que, en
tiempo terrestre, oscile entre un mes y un año. Aquí de nuevo todo es
individual. Los hindúes han estudiado perfectamente estas diferencias
de tiempo, y nos muestran que un año del plano divino equivale a 365 del plano
terrestre. Así pues, a los "Espíritus" les cuesta
mucho fijar el tiempo terrestre cuando se les evoca en sesiones espiritistas o
de otra índole, ya que han perdido la noción del mismo.
Es
evidente que en lo referente a la ocupación del espíritu en el plano
divino, no podemos entrar en detalles dado que este es también un caso
de evolución individual: unos participarán en la marcha de los
seres astrales, éste era el ideal de los egipcios (participar en la vida de
Ra); otros, de forma más modesta, participarán en la evolución de un
mineral, y otros, también, en la creación de los inventos terrestres o
marcianos.
Necesitaríamos muchísimos volúmenes para abordar estos temas con todo detalle, por eso aquí tan sólo haremos un breve esbozo sobre su existencia. Tras despertar, el espíritu utiliza en primer lugar sus órganos astrales para ayudar a la evolución general y después para constituir sus futuros "habitáculos" terrestres...
Decimos "terrestres" porque hablamos desde la tierra; pero la reencarnación puede hacerse en cualquier otro planeta de un sistema cualquiera, suponiendo que el sistema astronómico que los sabios contemporáneos nos han enseñado sea exacto, lo que sabremos tras la muerte. En la cuestión de la evolución normal del espíritu no nos va a interesar tanto lo que éste hará en el otro plano (lo cual daría lugar a investigaciones especiales) como lo que va a suceder en el momento en que se hallará a punto de volver a encarnarse. Esta obra lleva por título: La Reencarnación y por lo tanto tan sólo podemos hacer algunas menciones sobre lo que no concierne estrictamente a La Reencarnación. Así pues, a continuación estudiaremos los fenómenos que preceden lo que denominaremos los horrores de la agonía del reencarnado, el gran sacrificio por el cual conscientemente abandonará las regiones espirituales para volver a participar de las adversidades y sufrimientos de la vida terrestre.
Las
Reencarnaciones Anormales
Los Egipcios y El Doble
Queda
por tratar una forma de reencarnación anormal que ha existido
en la tierra durante siglos y siglos: es lo que llamaremos la
reencarnación del doble en los egipcios.
Se ha
profundizado poco sobre este misterio, pero no obstante tenemos que hablar un
poco de él. El egipcio, del cual actualmente sólo conocemos una ínfima parte de
toda su grandeza, ha querido luchar cara a cara contra las fuerzas más
terribles de la naturaleza, ha obligado al polo magnético terrestre a
permanecer en Egipto durante más de 55 siglos, cuando el tiempo normal de
evolución de este polo es tan sólo de siglo y medio. También ha querido luchar
contra esta ley de la reencarnación que muy bien conocía. Para
ello, el egipcio inmovilizaba las células del cuerpo físico mediante la
momificación y hechizaba lo astral, a lo cual daba el nombre de doble: durante
unas ceremonias que precedían la introducción de la momia en la tumba, mediante
este hechizo, ataba el doble a la momia e impedía parte de la evolución
espiritual. El espíritu realizaba en el plano divino una
serie de funciones que tenía que realizar normalmente y participaba en la
naturaleza de Dios; pero la reencarnación quedaba aplazada por
mucho tiempo. Así pues, las ciudades de tumbas estaban realmente pobladas por
seres astrales, y esta existencia astral le importaba mucho más al egipcio que
su existencia física. Los encantos mágicos hacían que los alimentos y los
siervos representados en la tumba fueran positivos, y, de este modo, el
problema de la lucha consciente del hombre contra los decretos divinos quedaba
resuelto. Es lo que podríamos denominar la re-encarnación forzada,
caso muy especial de reencarnación anormal.
Para
lograr este efecto, se necesitaba un conjunto de circunstancias que raramente
se cumplían; por eso se puede decir, sin miedo, que, a pesar de toda su ciencia
y de toda su magia, los egipcios tan sólo lograban el hechizo verdadero del
doble aproximadamente una vez de cada mil que lo intentaban, que ya es
bastante.
"Podéis
ser castigados hasta la séptima generación",
dice La Escritura. Esta frase es incomprensible si no se conoce el misterio de la
reencarnación. Físicamente una enfermedad puede modificar los cuerpos
físicos durante tres o más generaciones. Desde el punto de vista astral y
espiritual, dicha modificación puede perdurar hasta siete generaciones, tal
como muy bien lo dice la Escritura. Imaginémonos un hombre con una gran
personalidad social que, en la sociedad profana haga el papel de juez, lo cual,
generalmente, puede ser fuente, o bien de un destino terrible o bien de una
recompensa sublime. Imaginemos además que este hombre sea escéptico, que sólo
crea en el placer inmediato, y que juzgue a los otros hombres como a él mismo.
Debido a su ateísmo trascendental y a su certidumbre de la no responsabilidad
efectiva de sus actos, encubiertos por su situación social, dicho hombre ha
acumulado, en el momento de su muerte, las mayores dificultades para los suyos,
lo cual pone de manifiesto al decir con una sonrisa; "Tras de mí,
el fin del mundo".
Un
ser de este tipo, sin saberlo, ha determinado por sí mismo su destino; ha
querido que no hubiera otro mundo y no lo habrá para él. Muere viejo, rodeado
de la falsa consideración terrestre; el único bien que hizo durante su vida,
fue para él; ha sido un cáncer social, por eso el plano divino se halla cerrado
para él. Al carecer de un lugar espiritual en el otro lado, se reencarna
inmediatamente en uno de sus nietos o en un nieto de un pobre, caso de que él
no tenga descendencia. Pero generalmente, a él le corresponde cobrar los
intereses negativos del capital de los sufrimientos producidos por él.
Así
pues, en la segunda generación, experimenta todo aquello de lo que
quiso huir . El nieto del magistrado tiene instintos horrorosos, se rebela
contra todo: familia, sociedad, religión, es un "cabeza dura ". Culpa
a su antepasado de todos sus sufrimientos, pues el desgraciado ignora que fue
él mismo quién determinó su sentencia. La cárcel, donde confinó a muchos, se le
abre a él, y allí es donde, algunas veces, viene a buscarle un rayo celeste,
donde al verse sometido a los más duros sufrimientos, su espíritu adquiere de
nuevo consciencia de la existencia de un más allá, y donde es llevada poco a
poco hacia este plano divino que había ignorado y menospreciado. (2)
El
Suicidio
El
suicidio es otro caso bastante frecuente de reencarnación anormal.
El suicidio le ha sido dejado al hombre como compensación del olvido de
existencias anteriores. Si el hombre fuera consciente de todo aquello por lo
que debe ganarse el perdón, ni siquiera querría iniciar la vida física y se
suicidaría enseguida. Al final, en un momento de bajeza, de locura, de desesperación,
el hombre rompe voluntariamente el lazo que le mantenía unido al cuerpo físico.
Tampoco aquí podemos hacer de esto una regla general: se dan suicidios
provocados por el destino, los cuales no determinan ningún sufrimiento ya que
constituyen un final normal y previsto de una vida terrestre; se dan suicidios
provocados por la locura, la cual hace que el espíritu se encuentre extraño en
su cuerpo (alienus); también se dan suicidios provocados por larvas astrales...
y por otras muchas causas.
Sin
querer sentar una regla general, se puede decir que el hombre que se ha
suicidado conscientemente, la Naturaleza no lo reconoce como muerto. Es el
terrible suplicio de Tántalo; tiene sed, tiene hambre, sin tener los
órganos físicos para realizar su deseo ; tiene una terrible necesidad de dormir
y no tiene órganos físicos para que su espíritu descanse; preso de terribles
arranques de cólera, regresa hacia su cuerpo frío y, a menudo, de regreso en su
propia tumba, entra en su cadáver y le da la vuelta. Asedia las reuniones de
espiritismo y los centros de plegarias pidiendo ayuda a todos los corazones con
compasión, y SU LIBERACION NO SE PRODUCE HASTA EL DÍA EN QUE EL DESTINO
HABÍA SEÑALADO SU MUERTE. En este caso, podría darse que al futuro cuerpo
físico le faltara el órgano que el hombre había suprimido voluntariamente
durante su existencia anterior, o, por lo menos, que el funcionamiento de este
órgano esté gravemente comprometido. Así es como las personas que se levantan
la tapa de los sesos pueden nacer con trastornos cerebrales graves, padecer
epilepsia, idiotez, o retrasos intelectuales que el médico terrestre no puede
explicarse. Aquellos que se envenenan nacen con trastornos gástricos que ningún
medicamento puede calmar y arrastran durante toda su existencia terrestre el
dolor constante de un centro digestivo que no tiene remedio. Los que se ahorcan
nacen deformes y jorobados...
Pero
no podemos establecer una serie de modificaciones físicas ya que sería
totalmente irreal. Únicamente hemos querido señalar aquí las principales claves
de un misterio.
Así pues, ¡Señoras!, si quieren conocer la verdadera fórmula de la belleza actual y futura, sean creyentes, sean caritativas, sean buenas en todos los planos, y volverán a deleitarnos con unos cuerpos cada vez más perfectos.(3) fórmula de belleza Impidan que se produzcan suicidios a su alrededor, y sean ejemplo de resignación a los sufrimientos terrestres: así es como conseguirán evitar que se produzcan las terribles rencarnaciones anormales...
Lo
que aquí nos interesa es la influencia de la reencarnación
espiritual en la vida social, y si hemos mencionado todo lo que
antecede, es para mostrar que esta idea no es nueva y que ha constituido la
base de todos los misterios de la Antigüedad. El espíritu salía del
Zodíaco por La Puerta de la Muerte, o el Capricornio; entraba por La
Puerta de la Vida o por el Cáncer. Profirió en su Arte des
Nymphes escribe que para los egipcios existen dos puertas en el cielo:
una, situada en El Trópico de Cáncer, recibía el nombre de La
Puerta de los Hombres, es decir, hacia Los Hombres. Por esta
puerta las almas venían a la tierra para animar los cuerpos de los hombres.
La segunda puerta, llamada La Puerta de Los Dioses, o sea,
hacia los Dioses, estaba situada en El Signo del
Capricornio y su papel consistía en dar paso a las almas que tras la
muerte regresaban al cielo. La primera puerta era La Puerta de La Vida, la
otra La Puerta de la Muerte o del Infiemo (DE BRIERE ). Se
puede decir que en general la vida social actual está determinada por el estado
anterior del espíritu y que ésta determina el estado social futuro. Un bandido
que en su encarnación anterior había atacado y desvalijado a muchos seres
humanos, se ve a menudo obligado a regresar posteriormente para aliviar y
cuidar a los que anteriormente había maltratado. Un Rey o un jefe de estado que
ha hecho uso indebido de sus poderes, regresa para sufrir el castigo de las
leyes injustas que ha promulgado.
Es
una ley implacable, la acción del destino sobre el espíritu; pero el espíritu
humano tiene de particular que, al no poder hacer nada en lo referente a la
constitución de su cuerpo y las leyes que lo rigen, excepto mediante la higiene
y los ejercicios síquicos, se aboca en la constitución de leyes sociales y la
creación de sociedades, las cuales son prácticamente obras de la voluntad del
hombre. Un primer punto a elucidar es saber si este destino, si esta ley fatal,
puede ser modificada por el hombre.
Los
hindúes, de quienes los teósofos o, mejor dicho, los miembros
de La Sociedad teosófica, han adoptado algunas ideas, han dado
a este destino el nombre de Karma. El análisis simbólico de
las letras sánscritas que componen este nombre sería de lo más interesante,
pero no entra en el tema que nos ocupa. Los orientales o, mejor dicho los
profanos de las doctrinas orientales, cuyos representantes actuales son los
budistas, enseñan que este destino tan sólo puede ser modificado por la
conducta actual del hombre obrando sobre su destino futuro.
Los
Iniciados de Oriente, es decir, los adeptos a la escuela brahmánica, los
taoístas de China, y Los Iniciados de Occidente, seguidores
de la tradición egipcia secreta, cuyas enseñanzas han sido
iluminadas por las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, nos
enseñan, al contrario, que este destino puede ser modificado mediante la
influencia de la piedad celeste por los seres divinos, a los que el encarnado
siempre puede recurrir. Nuestro maestro espiritual, el gran maestro desconocido
contemporáneo, PHILIPPE, de Lyon, ya fallecido, dijo a este
respecto grandes verdades recogidas en sus enseñanzas.
"Entre
dos seres, uno que reza y otro que no reza, el que reza tiene una utilidad muy
grande en lo invisible porque nutre espiritualmente algunos seres que tan sólo
viven de las plegarias humanas."(4). "Regresamos, decía él, con
aquellas pasiones contra las cuales no hemos luchado." "También decía
que regresamos al mundo para pagar las deudas que hemos contraído". En sus
enseñanzas también se nos decía que en la vida se progresa continuamente y,
conforme a estos progresos se va cambiando de guía: de aquí la necesidad de
hacer la paz inmediatamente con sus enemigos, ya que al ofender a sus enemigos
también se ofende a su propio guía, y la paz tan sólo puede hacerse entre
amigos, sino sería necesario esperar a que, en una nueva serie de
reencarnaciones, se diera el mismo período y se concediera el perdón ; conviene
incluso que el ofendido rece por el ofensor.(5). Por lo demás, en las obras
contemporáneas de Sedir sobre Los Evangelios y la ley moral se
pueden encontrar muchas ideas que nuestro amigo ha sacado de las enseñanzas del
maestro espiritual para presentarlas al público con su erudición y su talento
habituales. Así pues, la vida social es el resultado matemático de las
existencias anteriores.
El
destino actual puede ser modificado por tres elementos.
1º
Por el coraje físico.
2°
Por la sumisión a las adversidades morales.
3°
Por la plegaria y la asistencia divina.
El
destino domina el pasado, la voluntad humana el presente y la divina
providencia el porvenir. Pitágoras había aprendido de los chinos que el destino
tenía por número el número 5, la voluntad humana el número 4 y la divina
providencia el número 3. En la tierra era necesaria la unión astral, es decir,
un 3 y un 4 al cuadrado: 3 por 3 = 9, 4 por 4 = 16, 16 y 9 = 25 para equilibrar
el cuadrado de la potencia fatal 5 por 5 = 25.7. Esta es la clave secreta de
este célebre cuadrado de la hipotenusa, con el cual han topado generaciones de
colegiales.
Así
pues es necesario que en la tierra el hombre una sus fuerzas a la del plano
divino para equilibrar la fuerza del destino. Los occidentales tienen
razón cuando, junto con los brahmanes, proclaman que la plegaria es una palanca
con una fuerza formidable que, al apoyarse en la voluntad humana, puede
levantar el peso terrible del destino o del Karma.(6) No podemos aquí
volver a analizar todos los casos de la vida social por una existencia
Anterior; recordemos tan sólo que la atracción más intensa manifestada
generalmente a través del amor compartido consigue atraer a los espíritus más
alejados de la tierra, es decir, los más puros, y que la atracción más débil
ejercida por padres alcohólicos o carentes de amor busca los espíritus cercanos
a la tierra, como los suicidados o los pesados espíritus materiales. Así pues,
la sociedad actual es el resultado matemático de una sociedad anterior y aquí
se comprende la prudencia que manifiestan los chinos cuando consideran los
seres vivos únicamente como el resultado pasajero de la acción de la sociedad
de los antepasados.
En
cada familia, existe una reencarnación normal de los espíritus que pertenecen a
esta familia en lo invisible y cuyo nombre, con sus números secretos,
constituye la clave de las correspondencias astrales. Pero en toda familia, ya
sea numerosa o no, existe también un espíritu extraño a ella que procede de
otro plano: es el cometa en los planetas familiares.
Es
generalmente lo que produce desesperación a los padres materialistas: es el
artista en la familia del tendero, el pródigo en la familia del avaro y, a
veces, es la 'cabeza loca' en la familia del juez. Es un resultado del secreto
de los equilibrios de la naturaleza. Cuando entre dos pueblos existe un odio
atroz, a menudo los guías espirituales intercambian las rencarnaciones con lo
que, a veces, el espíritu de odio se modifica. Tal como decía el maestro
espiritual: venimos a pagar aquí las deudas que hemos contraído, idea que
también aparece en la admirable plegaria de Cristo: "Padre, redímenos
de nuestras deudas así como nosotros las redimimos a aquellos que nos las
deben", palabra que la iglesia exotérica ha traducido de modo
astro-espiritual: "Perdónanos nuestras ofensas tal como nosotros
las perdonamos a aquellos que nos han ofendido."
La
encarnación terrestre debe reforzar los órganos espirituales futuros; esta
resistencia que los órganos presentan a las fuerzas del destino sólo puede
manifestarse a través del ejercicio espiritual, el cual en la tierra recibe el
nombre de ADVERSIDADES. Cuando decimos: "Dános el pan
de cada día", según nuestro maestro espiritual, estamos pidiendo
adversidades las cuales están estrictamente adaptadas a nuestra resistencia.
Aquel que conoce el origen secreto de la vida que circula en todos los planos
de la encarnación, sabe perfectamente que, salvo casos realmente excepcionales,
el Padre jamás dejará morir a sus hijos en ningún plano por más que estos hayan
dejado la puerta "entreabierta " entre ellos y su
guía espiritual.
Para
levantar un peso de 20 kgs. con facilidad, los músculos del brazo necesitan
realizar un ejercicio que consiste en levantar progresivamente pesos cada vez
más pesados, empezando por uno ligero. Esto constituye el ejercicio de los
órganos físicos, la clave de todos los deportes y de todas las victorias
atléticas. En el plano moral ocurre exactamente lo mismo que en el plano
físico: cada adversidad se presenta tres veces seguidas en forma de un
"cliché" astral que actúa a nivel de la nuca (los anatomistas dirían:
"sobre la base del 4° ventrículo") donde confluyen todos los centros
sensoriales conscientes del ser humano. Cosa curiosa, en los antiguos egipcios,
nos encontramos con una enseñanza idéntica bajo el nombre de Sa, y la
influencia de la nuca, como punto de concentración de los clichés invisibles,
está perfectamente representada en todos los bajorelieves.
Así
pues, se nos presenta una primera adversidad, de forma muy suave: podemos
resistirla por nosotros mismos. Si lo conseguimos, el cliché desaparece y
regresa con mayor fuerza una segunda vez. Nuestro espíritu curtido por la
primera lucha, aún puede resistir a la sugestión del cliché pero para ello
tiene que poner toda su fuerza en la acción. Supongamos que vence de nuevo, el
cliché vuelve más fuerte por tercera vez, entonces, el espíritu sólo puede
vencer con la ayuda de las fuerzas divinas mientras que en el segundo caso le
bastó la ayuda de su guía. Si el cliché queda destruido por completo bajo la
influencia de la plegaria y de la voluntad, la piedad entra en el corazón del
espíritu encarnado y es aquí cuando se sabe la edad real del espíritu: aquel
que condena a los otros por cualquier motivo es un espíritu que acaba de
encarnarse, que ha roto pocos "clichés" y que no ha debido enfrentarse
a muchos. "Aquel que tenga piedad inspirará piedad a los
demás" dice la Gnosis.
En la
doctrina gnóstica, como en la iglesia católica (como también en la
iglesia bramáhnica) encontramos a María, la Virgen de la luz,
la Virgen María, Maha Mayah, que es la piedad celeste viva, y la gran
reformadora de las sentencias del destino; aplasta con el pie la cabeza
de la serpiente Karma, Nahash, Schanah, o sea, el
tiempo, el pasado y su fatalidad. Así pues, cuando se comete un
crimen, aquél que sabe y recuerda, reza por el criminal (7) cuyo destino ha
sido el de venir a esta tierra para desempeñar un papel terrible y fatal; aquél
que no sabe se golpea el pecho diciendo: "Yo soy un hombre
honrado, los míos han dejado un nombre sin tacha, y creo que este criminal
mancilla a toda la humanidad con su infame acción, hay que librar la tierra de
seres como él." Este espíritu sin piedad puede a su vez
convertirse en un criminal, en una existencia posterior, ya que en el otro
plano no se perdona la ignorancia. Así pues, en una encarnación terrestre, la
bondad no constituye tan sólo un deber, sino una prueba especial de
inteligencia de las otras ciencias.(8). El hecho de ser considerado como un
pobre hombre a quien los pícaros de la tierra timan tanto como quieren, el
hecho de ser explotado por los falsos pobres, por los falsos amigos y por toda
la horda de los desesperados de la tierra, es a menudo signo de que uno se
encuentra en el camino verdadero y las luces se encienden al otro lado para
aquél a quien los fuertes de la tierra menosprecian y ridiculizan.
A
nosotros no nos corresponde aquí hacer de moralistas, ya que no hay nada más
inmoral en la vida privada como un moralista en la vida pública y somos
demasiado conscientes de nuestro estado inferior desde el punto de vista espiritual
como para juzgar a los demás(9). Así pues nos limitamos a dar estas ideas como
si se tratara de un ideal vivo que el hombre debe intentar alcanzar a través de
las diferentes encarnaciones."
(1) Dice
Swami Vivekanda: “Cuando hombres y mujeres se ayuntan en matrimonio
movidos por el instinto sexual sin freno que lo regule, con el solo apetito de
satisfacer la sensualidad, los hijos no pueden menos que ser de índole malvada.
Así vemos en todos los países que aumenta la procreación de gentes mal nacidas
y se ha de aumentar por consiguiente la policía necesaria para reprimir la
brutalidad de los hampones.
(2)
qué terrible es juzgar y condenar de palabra, obra y pensamiento a los demás!
(3)
caridad, compasión y verdadera fe, no falsa moral.
(4)
el maravilloso poder de la plegaria
(5)
Dice Cristo en Mateo 5,38-48: “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente
por diente. Pero yo os digo que no resistáis al mal; antes bien al que te
abofetee en la mejilla derecha, preséntale también la otra... el que te obligue
a andar una milla vete con él dos... Habéis oído que se dijo: Amarás a tu
prójimo y odiarás a tu enemigo, pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y
rogad por los que os persiguen... si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa
tendréis?”.
(6)
la voluntad humana (libre albedrío) unido a la plegaria para modificar el
destino. En este punto, si somos inteligentes, deberíamos hacerle caso a la
sabiduría de los siglos enseñada por los grandes maestros, y no al dogmatismo
fanático.
(7) rezar aquí creo que no sólo es asunto de compasión y piedad sino de cerebro también. ¿nos hemos puesto a pensar en las duras pruebas y terribles penalidades perpetuas en la prisión que le aguardan al criminal que en un irreflexivo instante de brutalidad dio rienda suelta a sus instintos?. Realmente es digno de compasión.
(8) Maravillosa conclusión la del Dr. Encausse!
(9)
perfectamente de acuerdo y así deberíamos reconocerlo todos, somos demasiado
imperfectos para poder atribuirnos el derecho de juzgar y condenar a los demás.
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