EL SOLSTICIO DE INVIERNO, LAS PUERTAS DE LA MUERTE
Por Alan de Los Mares
Desde Bogotá Colombia
Hoy, a las 18:04 pm, hora colombiana, hace su ingreso el Sol
al signo de Capricornio, dando inicio al solsticio de invierno en el hemisferio
norte y de verano en el sur.
Este fenómeno astronómico, cuando el sol llega a la máxima declinación norte (+23º
27’) o sur (−23º 27’) con respecto al ecuador terrestre, tiene un significado
profundo desde el punto de vista de las enseñanzas iniciáticas. Capricornio
representa la puerta de la muerte, por allí salen las almas del mundo.
Simbólicamente, morir a la materia es emprender el camino de los dioses, entrar
por la puerta (Capricornio) de los inmortales, según Homero, como dice Porfirio
en el ANTRO DE LAS NINFAS:
"Los Romanos, cuando el Sol se acerca a Capricornio,
celebran las Saturnales, festividad durante la cual los esclavos se visten con
los hábitos de los hombres libres, siendo tan iguales unos como otros. Con esto
el Legislador quiso dar a entender que, cerca de esta puerta del Cielo,
aquellos que son esclavos de nacimiento (el nacer en el mundo de la materia)
son liberados por la fiesta de Saturno, que resucitan y vuelven al manantial de
la generación. Después, la ruta que parte de Capricornio los retorna a su
condición primera. Los Romanos, al llamar a la puerta Janua, otorgaron el
nombre Januarius, esto es, mes de la puerta, al mes en que el Sol vuelve de
Capricornio del lado del Este para dirigirse a las regiones del Norte.
Homero no se contentó con decir que la gruta de Ítaca tenía
dos puertas, sino que precisó que una estaba orientada hacia el Norte (Cáncer)
y la otra, más divina, hacia el Sur
(Capricornio) y que se creía que se descendía (a la encarnación) por la
puerta del Norte, pero no se indicó si se podía descender por la puerta del
Sur, únicamente dice:
“Por ella no entran los hombres, es la ruta de los
inmortales”.
“Cáncer está al Norte y favorece el descenso, Capricornio
está al Sur y favorece la ascensión, ya que las regiones septentrionales
convienen a las almas que descienden a la generación.
En el relato de Homero, con razón se asigna al descenso de
los hombres la abertura del antro que se encuentra al Norte y no se atribuyen a
los dioses las regiones del Sur, sino a aquellos que se elevan hacia los dioses.
Por tal razón, el poeta no dice: “el camino de los dioses”, sino el de los
inmortales, expresión conveniente a las almas, que por si mismas o por esencia
son inmortales. Se dice que Parménides, en su Física, mencionaba estas dos
puertas y que su recuerdo subsiste entre los Romanos y los Egipcios, pues los
Romanos, cuando el Sol se acerca a Capricornio, celebran las Saturnales,
festividad durante la cual los esclavos (de la generación carnal) se visten con los hábitos de los
hombres libres, siendo tan iguales unos como otros. Con esto el Legislador
quiso dar a entender que, cerca de esta puerta del Cielo (Capricornio) , aquellos que son
esclavos de nacimiento son liberados por la fiesta de Saturno, que resucitan y
vuelven al manantial de la generación. Después, la ruta que parte de
Capricornio los retorna a su condición primera. Los Romanos, al llamar a la
puerta Janua, otorgaron el nombre Januarius, esto es, mes de la puerta, al mes
en que el Sol vuelve de Capricornio del lado del Este para dirigirse a las
regiones del Norte”.
En otro lugar explica
Porfirio:
“Tal es la ventura de Saturno: hallarse atado y castrado como
Urano. Con esto el poeta teólogo nos da a entender que la voluptuosidad
encadena las potencias divinas y las hace descender a la generación y que
estas, enervadas, pierden parte de sus fuerzas en el placer; por eso cuando
Urano, empujado por el deseo del coito, baja a la tierra, es castrado por
Saturno. Para los teólogos, la dulzura de la miel que seduce a Saturno y
facilita que sea castrado no es otra cosa que el placer del coito. Saturno, el
primero de los que se enfrentaron a Urano, también es una esfera celeste y
determinadas fuerzas descienden del cielo y otras de los planetas. Saturno
recoge las que provienen del cielo y Júpiter las que provienen de los
planetas”.
Esotéricamente, ambas puertas están representadas por Juan
bautista, considerado el precursor de Cristo (el Sol), el que debe menguar,
presidiendo el solsticio de verano, la puerta de los hombres: -Yo os bautizo en
agua (Cáncer)-, dice Juan el Bautista; Yo soy la puerta (que da acceso a la
iniciación), dice Cristo, la luz del mundo, de la vida; y Juan evangelista, el
que debe crecer, es decir, por la ‘luz’
que debe desarrollarse en nosotros para lograr el ingreso por las puertas
(Capricornio) de la inmortalidad.
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