INMORALIDAD, ESTRATOS TERRESTRES Y CATÁSTROFES NATURALES
CONSTITUCION DE LA
TIERRA Y ERUPCIONES VOLCANICAS
Max
Heindel
Aun entre los ocultistas se considera como uno de los más
difíciles problemas el investigar la misteriosa construcción de la Tierra. Todo
ocultista sabe que es mucho más fácil investigar el Mundo del Deseo y la Región
del Pensamiento Abstracto y traer los resultados de dicha investigación al
Mundo físico, que el investigar completamente los secretos de nuestro planeta
Físico, porque para hacer eso plenamente, debe uno haber pasado por las nueve
Iniciaciones o Misterios menores y la primera de las Grandes Iniciaciones.
El científico moderno
sabe muy poco sobre este asunto. En lo que concierne a los fenómenos sísmicos,
cambia muy a menudo sus teorías, porque constantemente está descubriendo nuevas
razones que hacen insostenibles sus hipótesis anteriores. Han investigado, con
su minucioso y espléndido cuidado, la costra externa, pero sólo hasta una
profundidad insignificante. En cuanto a las erupciones volcánicas, tratan de
comprenderlas como tratan de comprender cualquier otra cosa, de una manera
puramente mecánica, diciendo que el centro de la Tierra está en ignición y
concluyendo con que las erupciones volcánicas son producidas por la entrada
incidental de agua en él, o de manera semejante.
En cierto sentido, sus
teorías tienen alguna base, pero en este caso siempre dejando a un lado las
causas espirituales, que son para el ocultista las únicas reales. Para él, el
mundo está muy lejos de ser una cosa "muerta". Por el contrario, todo
está compenetrado por el espíritu, que es la palanca que produce los cambios en
y sobre el planeta.
Las diferentes clases
de cuarzos, los metales, la disposición de los varios estratos, todo tiene un significado
mucho mayor que lo que el investigador materialista puede comprender. Para el
ocultista, la forma en que están colocados es sumamente significativa. En esta
materia como en cualquier otra, la ciencia oculta está frente a la ciencia
moderna en la misma relación que la fisiología frente a la anatomía. La
anatomía indica minuciosamente la posición de cada hueso, músculo, ligamento,
nervio, etc., sus posiciones relativas de unos con otros, ya sí sucesivamente,
pero no da explicación alguna respecto a cómo funcionan las diferentes partes
de que está compuesto el cuerpo. La fisiología, por otra parte, no solamente
indica la posición y estructura de todas las partes del cuerpo, sino que
también indica su empleo y funcionamiento.
El conocer los
diversos estratos de la Tierra y las posiciones relativas de los planetas en el
firmamento sin conocer su empleo y significado en la vida y el objeto del
Cosmos, es tan inútil como conocer únicamente las posiciones de los huesos,
músculos, nervios, etcétera, sin comprender las funciones que desempeñan en la
economía del cuerpo.
Ante la visión educada del clarividente, iniciado en los
varios grados de Misterios, la Tierra se presenta como compuesta de estratos,
semejante a una cebolla, estando cada capa o estrato sobre otro. Hay nueve
estratos y la costra central; diez en total. Cada estrato se le va haciendo
accesible con cada iniciación, así que al final de las nueve iniciaciones,
domina todas las capas, pero no tiene acceso a los secretos del corazón
central.
En el habla antigua,
esos nueve grados se llaman los "Misterios Menores".
Llevan al neófito conscientemente a través de todo el relato
de la evolución pasada, a través de todas las actividades de la existencia
involuntaria, de manera que entonces es capaz de comprender la manera y el
significado de la obra que entonces efectúo inconscientemente. Se le muestra
cómo se produjo la constitución nónupla actual (el triple cuerpo, la triple
alma y el triple espíritu); cómo trabajaron las Jerarquías creadoras sobre los
espíritus virginales despertando en ellos al Ego, ayudando a éste a formar el
cuerpo; y también el trabajo que él mismo efectuó para extraer del triple
cuerpo tanta triple alma como posee actualmente. Y se le conduce un grado cada
vez a través de los nueve que componen los misterios menores, los nueve
estratos.
El número nueve, es el
número raíz del estado actual de nuestra evolución. Tiene un significado en
nuestro sistema que ningún otro número tiene. Es el número de Adam, la vida que
comenzó su evolución como Hombre, que alcanzó el estado humano, durante el
Período Terrestre. En hebreo, así como en griego, no hay números porque cada
letra tiene un valor numérico. En hebrero "Adam" se llama
"ADM". El valor de la "A" es 1; el de la "D", 4'
el y de la "M", 40. Si sumamos estos números: 1 + 4 + 4 + 0 = 9,
encontraremos el número de Adam o de la humanidad.
Si dejamos el Libro
del Génesis, que trata de la creación del hombre en un antiquísimo pasado, por el Libro de la Revelación, que trata
de su desarrollo futuro, encontraremos que el número de la bestia es 666.
Sumando esos números: 6 + 6 + 6 = 18 y 1 + 8 = 9, encontraremos nuevamente el
número de la humanidad, que en sí misma es la causa del mal que obstaculiza su progreso.
Y más aún, donde se indica el número de los que se salvarán, encontramos
144.000. Sumando como antes 1 + 4 + 4 + 000 = 9, nuevamente el número de la
humanidad, mostrando que prácticamente se salvará en su totalidad; siendo el
número incapaz de progresar en nuestra evolución actual, despreciable en
comparación con el gran total, y aun los pocos que fracasen no estarán perdidos
del todo, pues progresarán en otro plan futuro. La conciencia de los minerales y vegetales es
realmente inconsciencia. El primer vislumbre de conciencia empieza en el reino
animal. Hemos visto también que de acuerdo con la más moderna clasificación,
hay trece grados en el reino animal: Tres clases de radiados, tres clases de
moluscos, tres clases de articulados y cuatro clases de vertebrados.
Si consideramos al hombre
ordinario como un grado en sí mismo, y recordamos que hay trece iniciaciones
desde el hombre hasta Dios, o desde el tiempo en el que comenzó a capacitarse
para convertirse en una Inteligencia Creadora Consciente de Sí, tenemos
nuevamente el mismo número (nueve): 13 + 1 + 13 = 27; 2 + 7 = 9.
El número 9 está
también oculto en la edad de Cristo Jesús 33; 3 x 3 = 9, y de esta manera
análoga en los 33 grados de la masonería. En los tiempos antiguos, la masonería
era un sistema de iniciación en los misterios menores, los que como hemos
visto, tienen nueve grados, pero los iniciados los escriben, generalmente, como
33. Similarmente leemos grado 18o de la Rosacruz, que no es más que un velo
para el no iniciado, porque nunca hay más de nueve grados en ningún misterio
menor, y los masones de hoy en día conservan muy poca cosa de los rituales
ocultos contenidos en sus grados. Tenemos también los nueve meses de gestación,
durante el cual va construyéndose el cuerpo hasta su eficiencia actual; y hay
nueve perforaciones en el cuerpo: Dos ojos, dos fosas nasales, dos oídos, una
boca, y dos orificios inferiores.
Cuando el hombre ha
pasado a través de las nueve iniciaciones menores, consiguiendo la entrada en
todos los estratos de la Tierra, debe obtener el acceso al corazón central. Este se abre a él mediante la
primera de las cuatro Grandes Iniciaciones, en la que aprende a conocer el
secreto de la mente, esa parte de su ser que comenzó en la Tierra. Cuando está
pronto para la primera Gran Iniciación ha desarrollado su mente hasta un grado
que todos los hombres obtendrán al final del Período Terrestre. En esa
Iniciación se le da la clave del nuevo estado, y todo el trabajo por él
efectuado después de ella, será el mismo que la humanidad en general efectuará
en el Período de Júpiter, que no nos concierne actualmente a nosotros. Después de esta Gran Iniciación es un Adepto.
La segunda, tercera y cuarta Grandes Iniciaciones pertenecen a estados de
desarrollo que obtendrá la humanidad ordinaria en los Períodos de Júpiter,
Venus y Vulcano. Esas trece iniciaciones
están representadas simbólicamente en Cristo y sus doce Apóstoles. Judas
Iscariote representa a las traidoras tendencias de la naturaleza inferior del
neófito. El amado Juan es la iniciación de Venus, y Cristo en sí mismo
simboliza al Divino Iniciado del Período de Vulcano. En las diversas escuelas de ciencia oculta,
los ritos iniciáticos varían así como el número de iniciados que indican; pero
esto es sencillamente cuestión de clasificación. Se observará que las vagas
descripciones que pueden darse son mucho más vagas cuanto más elevadas son. Aun
cuando se hable de siete o más grados, casi nada se dice ya de la sexta
Iniciación, y nada absolutamente de las que están más allá. Esto es debido a
otra división: Los seis grados de "preparación" y las cuatro
iniciaciones que conducen al candidato al final del Período Terrestre, al
Adeptado. Entonces debe de haber siempre tres más, si la filosofía de la
escuela o sociedad van tan lejos. El autor no conoce, sin embargo, otra escuela
que la Rosacruz que tenga algo que decir sobre los tres Períodos que
precedieron al Período Terrestre, salvo la simple afirmación de que existieron
esos períodos. No se los pone en relación con nuestra fase actual de existencia. Similarmente, otras
enseñanzas ocultistas enseñan que habrá tres esquemas evolutivos más, pero no
se dan detalles sobre ellos. Por supuesto, bajo esas circunstancias, las tres
últimas iniciaciones no se mencionan siquiera.
El diagrama 18 dará
una idea de la posición de los estratos terrestres, omitiéndose indicar el
corazón central, para mostrar más claramente la formación de corrientes en
forma de 8 en el noveno estrato. En el diagrama, esos estratos están
representados como si tuvieran igual espesor, aunque en realidad unos son mucho
más delgados que otros. Empezando con el más exterior, aparecen en el orden
siguiente:
1) Tierra Mineral: Esa
es la cubierta o costra externa de la Tierra, de la que
trata la Geología en todo lo que ha podido penetrarla. 2) Estrato Fluídico: La materia de este
estrato es más fluídica que la de la costra exterior, pero no es líquida, sino
más bien parecida a una pasta viscosa y espesa. Tiene la cualidad de expansión,
como la de un gas excesivamente explosivo, y queda mantenida en su lugar por la
enorme presión de la corteza exterior. Si ésta se quitara, todo el estrato
fluídico desaparecería en el espacio produciendo una explosión formidable. Esos
estratos corresponden a las Regiones Química y Etérica del Mundo Físico.
3) Estrato Vaporoso:
En los estratos primero y segundo, no hay realmente
vida consciente. Pero en este estrato existe siempre una
corriente de vida
fluyendo continuamente, vibrante, como en el Mundo del Deseo,
rodeando e interpretando nuestra Tierra.
4) Estrato Acuoso: En
este estrato están todas las posibilidades germinales de todo lo que existe
sobre la superficie de la Tierra. Aquí están las fuerzas arquetípicas que se
ocultan tras los espíritus-grupo, así como las fuerzas arquetípicas de los
minerales, porque ésta es la expresión física directa de la Región del
Pensamiento Concreto.
5) Estrato Germinal:
Los científicos materialistas se han visto burlados en sus esfuerzos para
descubrir el origen de la vida, cómo surgieron cosas vivientes de la materia
antes muerta. En realidad, de acuerdo con la explicación oculta de la
evolución, la cuestión debería ser: Cómo se originaron las cosas "muertas".
La Vida fue anterior a las Formas muertas. Ella construyó sus cuerpos de la
sustancia vaporosa y sutil, mucho antes de condenarse en la corteza sólida de
la Tierra. Únicamente cuando la Vida ha abandonado a las formas pueden éstas
cristalizarse, endurecerse y morir. El
carbón de piedra no es nada más que cuerpos vegetales cristalizados; el coral
es también la cristalización de formas animales. La vida abandona a las formas
y las formas mueren. La vida nunca entra en una forma para despertarla a la
vida. La vida salió de las formas y las formas murieron. De esta manera es cómo
las cosas "muertas" vinieron a ser.
En este quinto estrato yace la fuente primordial de la vida,
de la que vino el ímpetu que construyó todas las formas de la Tierra.
Corresponde a la Región del Pensamiento Abstracto.
6) Estrato Ígneo: Por
extraño que parezca, este estrato posee sensación. El placer y el dolor, la
simpatía y la antipatía, tienen aquí su efecto sobre la Tierra. Generalmente se
supone que la Tierra no puede tener sensación alguna bajo ninguna
circunstancia. El ocultista, sin embargo, cuando ve segar el grano maduro o
arrancar las frutas de los árboles en el otoño, o el cortar las flores, sabe el
placer que experimenta la Tierra misma en ello. Es parecido al placer que
siente la vaca cuando el ternero vacía sus ubres repletas. La Tierra experimenta
un gran placer por haber nutrido a su progenie de Formas, alcanzando ese placer
su mayor grado en el tiempo de la siega. Por otro lado, cuando se arrancan las plantas
de raíz, es evidente que el ocultista que la Tierra siente un dolor. Por esa
razón aquél no come los alimentos vegetales que crecen bajo la Tierra. En
primer lugar, están llenos de fuerza terrestre y carecen de fuerza solar,
además de estar envenenados por haber sido extraídos por las raíces. La única
excepción a esta regla es la patata, de la que come con prudencia, porque
originalmente crecía en la superficie de la Tierra y sólo en tiempos
relativamente recientes comenzó a crecer bajo el suelo. Los ocultistas tratan
de alimentar sus cuerpos con los frutos que crecen bajo el Sol, porque
contienen más fuerza solar y de calidad superior, y no causan sufrimiento
alguno a la Tierra con ello. No debe creerse que los trabajos de labranza
produzcan dolor alguno a la Tierra, pues es al revés. Toda desintegración de la
corteza dura de ella le produce un sentimiento de libertad, de comodidad, como
cuando a uno le sacan un peso de encima, y toda solidificación es fuente de dolor. Cuando en una montaña
el torrente lava el suelo y lo lleva a la llanura, la Tierra se siente más
libre. Cuando la materia desintegrada se deposita de nuevo, como en la barra
que se forma frente a la boca de los ríos, se produce un sentimiento de
incomodidad.
Así como la sensación de los animales y del hombre es debida
a sus cuerpos vitales separados, así también los sentimientos de la Tierra
están especialmente activos en el sexto estrato, que corresponde al Mundo del Espíritu
de Vida. Para comprender el sentimiento de placer que experimenta cuando se
rompe una roca y el dolor que se produce cuando hay adherencias, debemos
recordar que la Tierra es el cuerpo denso de un Gran Espíritu, y para facilitarnos
un medio adecuado y conveniente en el que podamos vivir y obtener experiencia,
ha tenido que cristalizar su cuerpo hasta el estado de solidez actual.
Conforme prosiga la
evolución y el hombre aprenda las lecciones pertenecientes a este pináculo de
concreción, entonces la Tierra se irá haciendo más blanda y su espíritu se irá
liberando. A esto se refiere San Pablo cuando habla de que toda la creación
está moviéndose y gimiendo, esperando por el día de la liberación.
7) Estrato Reflector:
Esta parte de la Tierra corresponde al Mundo del Espíritu Divino. Existen en la
ciencia oculta lo que se conoce bajo el nombre de "Los Siete Secretos Indecibles". Para aquellos
que no están familiarizados con esos secretos, o que no tengan por lo menos un
vislumbre de su importancia, las propiedades de este estrato les parecerán
particularmente absurdas y grotescas
En él, todas las
fuerzas que conocemos como "Leyes de la Naturaleza", existen como
fuerzas morales o, más bien, inmorales. Al principio de la marcha consciente
del hombre, esas fuerzas eran peores que ahora. Pero parece que conforme la
humanidad progresa moralmente, esas fuerzas mejoran en proporción, y además
cualquier falla en moral tiene tendencia a aguijonear esas fuerzas de la
Naturaleza, produciendo perturbaciones sobre la Tierra; mientras que la lucha
por elevados ideales hace a esas fuerzas menos enemigas del hombre.
Las fuerzas de este estrato son, pues, un reflejo exacto del
estado moral de la humanidad. Desde el punto de vista oculto, la "mano de
Dios" que castigó a Sodoma y Gomorra no es una tonta superstición, porque
así como hay una responsabilidad individual ante la Ley de Consecuencia que
acarrea a cada persona el justo resultado de sus obras, buenas o malas, así
también hay una responsabilidad comunal o nacional que acarrea sobre los grupos
colectivos de hombres resultados equivalentes a sus actos colectivos. Las
fuerzas naturales son los agentes generales de tal justicia retributiva, produciendo inundaciones o
terremotos o la beneficiosa formación de aceites y carbones de varias clases, de
acuerdo con sus merecimientos.
8) Estrato Atómico:
Este es el nombre dado por los rosacruces al octavo estrato de la Tierra, que
es la expresión del Mundo de los Espíritus Virginales.
Parece tener la propiedad de multiplicar todas las cosas que
están en él; esto se aplica, sin embargo, únicamente a las cosas que ya han
sido formadas definitivamente. Una pieza informe de madera o piedra no tiene
existencia allí, pero cualquier cosa que haya sido formada, que tenga forma o
vida, como una flor o un cuadro, queda multiplicada en este estrato en grado
maravilloso.
9) Expresión Material
del Espíritu Terrestre: Hay allí corrientes en forma de 8 que están íntimamente
relacionadas con el cerebro, corazón y órganos sexuales de la raza humana.
Corresponde al Mundo de Dios.
10) Centro del Ser del Espíritu Terrestre: Nada puede decirse
sobre él actualmente, salvo que es la última simiente de todo cuanto está en o
sobre la Tierra y corresponde al Absoluto.
Desde el sexto estrato, el ígneo, hasta la superficie de la
Tierra, hay cierto número de orificios o agujeros en diferentes lugares. Su
extremo exterior se llama "cráter volcánico". Cuando las fuerzas de
la Naturaleza del séptimo estrato son aguijoneadas, pueden expresarse a través
de los cráteres volcánicos, poniendo en movimiento al sexto estrato, el ígneo,
exteriorizándose la agitación en forma de erupciones, en la boca del volcán. El
material explosivo se toma de la sustancia del segundo estrato, porque éste es
la contraparte densa del sexto estrato, así como el cuerpo vital, el segundo vehículo
del hombre, es la contraparte del Espíritu de Vida, el sexto principio. Este
estrato fluídico, de calidad expansiva y sumamente explosivo, asegura un suministro
ilimitado de material en el punto de la erupción. El contacto con la atmósfera
exterior endurece la parte que no se volatiza en el espacio, formando así la
lava y el barro, de la misma manera que la sangre que fluye de una herida se
coagula y restaña, y esa misma lava cierra el camino a las partes internas de
la Tierra.
Como puede deducirse fácilmente del hecho de que las
tendencias reflejadas de inmoralidad y antiespiritualidad de la humanidad son
las que despiertan esas fuerzas de la naturaleza del séptimo estrato a una
actividad destructora, puede comprobarse generalmente que los pueblos
degenerados son los que sucumben en esas catástrofes. Esos pueblos, juntos con
otros cuyo destino generado bajo la Ley de Consecuencia, por varias razones,
entraña una muerte violenta, son llevados desde los diferentes países por
fuerzas suprahumanas, hasta el sitio donde debe ocurrir la erupción. Para todo
pensador, las erupciones volcánicas del Vesubio, por ejemplo, serían una
corroboración de la afirmación que acabamos de hacer. La lista de esas erupciones durante los
últimos 2000 años muestra que su frecuencia ha aumentado en proporción directa
al crecimiento del materialismo. En los últimos sesenta años especialmente, en
los que el radio de la ciencia materialista se enganchó tanto, y con creciente
arrogancia y absoluto desprecio negaba todo lo espiritual, han aumentado
también las erupciones volcánicas.
Mientras que sólo hubo seis erupciones en los primeros 1000
años después de Cristo, las últimas cinco han tenido lugar en un período de 51
años, como se verá.
La primera erupción de
la Era Cristiana fue la que destruyó las ciudades de Herculano y Pompeya, en la
que pereció Plinio el Mayor, en el año 79 D.C. Las otras erupciones tuvieron
lugar en los años 203, 472, 512, 652, 982, 1036, 1158, 1500, 1631, 1737, 1794,
1822, 1855, 1872, 1885, 1891, 1906.
En los primeros mil años hubo seis erupciones; en el segundo
millar de años ha habido doce, ocurriendo las últimas cinco en un período de 51
años, como acabamos de indicar.
Del número total de 18
erupciones, las nueve primeras ocurrieron en la llamada "Edad Media",
esto es, los 1600 años durante los cuales el Mundo
Occidental fue dominado por los llamados "gentiles"
o "idólatras" o por la Iglesia Romana. El resto tuvo lugar en los
últimos trescientos años, durante los cuales el advenimiento y desarrollo de la
Ciencia Moderna, con sus tendencias materialistas, ha borrado casi todo
vestigio de espiritualidad, especialmente en la última década del siglo XIX.
Por lo tanto, las erupciones de ese período comprenden casi un tercio del
número total de erupciones que tuvieron lugar en nuestra Era.
Para contrabalancear
esa influencia desmoralizante, los Hermanos Mayores han estado dando durante
ese tiempo muchas enseñanzas ocultas, pues están siempre trabajando para el
bien de la humanidad. Se pensó que dando esos conocimientos y educando a los
pocos que los recibieran, sería posible contrarrestar la ola de materialismo,
que en caso contrario podría producir muy serias consecuencias para sus
partidarios, quienes, habiendo negado durante tanto tiempo lo espiritual, no
podrán encontrar su equilibrio cuando descubran que existe, aunque vivan aún,
pero se encuentren privados de su cuerpo denso. Tales personas pueden
encontrarse con un destino demasiado triste para que pueda contemplarse con
ecuanimidad. Una de las causas de la terrible "peste blanca", la
tuberculosis, es el materialismo, que quizá no haya existido en la actual
encarnación, pero que es el resultado de anteriores creencias y afirmaciones
materialistas.
Hemos hablado de la muerte de Plinio el Mayor y del tiempo de
la destrucción de Pompeya. Es muy interesante seguir el destino de tal
científico, no tanto por el individuo en sí, sino por la luz que arroja sobre
la forma en que el ocultista lee la memoria de la Naturaleza, cómo se imprimen
las cosas en ella, y el efecto de las características pasadas sobre nuestras
tendencias actuales. Cuando un hombre
muere, su cuerpo denso se desintegra; pero la suma total de sus fuerzas puede
encontrarse en el séptimo, o el estrato reflector de la tierra, del que puede
decirse que es como un almacén en el que, como fuerzas, quedan en existencia
las formas pasadas. Si conociendo el tiempo de la muerte de un hombre, buscamos
en ese almacén, es posible encontrar allí su forma. Y no solamente está
almacenada en este estrato séptimo, sino que el octavo estrato, el atómico,
multiplica esa forma, así que cualquier tipo puede ser reproducido y modificado
por otros cuerpos. Las tendencias cerebrales de un hombre tal como Plinio el
Mayor pueden haberse reproducido millares de años después, y han sido
parcialmente la causa de la actual tendencia de los científicos materialistas.
Queda todavía mucho que aprender y desaprender a los hombres
de ciencia materialista actuales. Aunque luchen hasta el último momento contra
lo que califican burlonamente de "ideas ilusorias" de los ocultistas,
están siendo compelidos a reconocer sus verdades y a aceptarlas una por una, y
es sólo cuestión de tiempo el que se vean sean obligados a aceptarlas todas. Mesmer, que les fue enviado por los Hermanos
Mayores, fue más que ridiculizado; pero cuando los materialistas cambiaron el
nombre de la fuerza descubierta por aquél y la llamaron "hipnotismo"
en vez de mesmerismo, en seguida se hizo "científico". Veinte años hace, la señora Blavatsky,
fidelísima discípula de los Maestros
Orientales, dijo que la Tierra tenía un tercer movimiento,
además de los dos que producen el día y la noche y las estaciones. Indicó,
además, que la inclinación del eje de la Tierra es producida por un
movimiento que, a su debido tiempo, llevará el polo norte adonde actualmente
está el ecuador, y más tarde aún lo llevará al sitio ocupado ahora por el polo
sur. Esto, decía ella, era conocido por los antiguos egipcios, mostrando el
famoso planisferio de Dendera, que tenía inscripciones de tales revoluciones.
Esas indicaciones, junto con toda su insuperable obra, "La Doctrina
Secreta", sólo merecieron la burla y el sarcasmo.
Pocos años hace, un
astrónomo, Mr. G. E. Sutcliffe, de Bombay, descubrió y demostró matemáticamente
que Laplace se había equivocado en sus cálculos. Por ese descubrimiento y la
rectificación de dicho error, se confirmó con demostraciones matemáticas la
existencia del tercer movimiento de la Tierra, tal como lo indicaba la señora
Blavatsky. Esto se explica también por el hecho maravilloso de que se
encuentran plantas tropicales y fósiles en las regiones polares, pues tal
movimiento produciría, necesariamente, a su tiempo, períodos tropicales y
glaciales en todas las partes de la Tierra, correspondientes a un cambio de
posición respecto del Sol. Mr. Sutcliffe envió su carta y demostraciones a
Nature; pero esa revista rehusó publicarlas; y cuando el autor hizo público su
descubrimiento por medio de un folleto, se levantó contra él una tremenda
tormenta de vituperios. Sin embargo, Mr. Sutcliffe es un profundo estudiante de
"La Doctrina Secreta" y eso explica la recepción hostil que mereció
su descubrimiento con todos sus corolarios inevitables.
Más tarde, sin
embargo, un francés, que no era astrónomo, sino un simple mecánico, construyó
un aparato que demostraba la amplia posibilidad de la existencia de tal
movimiento. El aparato fue exhibido en la Louisiana Purchase Exhibition, de
Saint Louis, y fue recomendado calurosamente por Camilo Flammarión, como digno
de investigación. Aquí ya había algo concreto, "mecánico" y el editor
de The Monist, aunque describía al autor como a un hombre que trabajó bajo
"místicas ilusiones" (debido a que creía que los antiguos egipcios
conocían ese tercer movimiento), olvidó, no obstante magnánimamente el hecho y
dijo que no había perdido la fe en la teoría de M. Beziau por ello. Y publicó
una explicación y un ensayo de M. Beziau, en los que se describían el
movimiento y sus efectos sobre la superficie de la Tierra, en términos análogos
a los empleados por la señora Blavatsky y Mr. Sutcliffe. Como M. Beziau no está
enrolado definitivamente como ocultista, su descubrimiento ha sido considerado
aceptable. Muchos ejemplos pueden
mencionarse de cómo las enseñanzas ocultas han sido más tarde corroboradas por
la ciencia. Una de ellas es la teoría atómica, que es sostenida por las
filosofías griegas y, por último, en "La Doctrina Secreta". Dicha
teoría fue "descubierta" en 1897 por el profesor Thompson.
En la inestimable obra de A. P. Sinnett,
"The Growth of the Soul", publicada en 1896, el autor indicaba que
hay dos planetas más allá de la órbita de Neptuno, uno de los cuales únicamente
creía él que se descubriría por los astrónomos modernos. En Nature, de agosto
de 1906, afirma el profesor Barnard que, por medio de un reflector Lick de 36
pulgadas, había descubierto dicho planeta en 1892. No hay error alguno en ello,
pero... esperó catorce años para anunciar su descubrimiento. No queremos
plantear ninguna cuestión por ello. El punto principal es que el planeta está
allí, y que el libro de Mr. Sinneth lo decía diez años antes de que el profesor
Barnard afirmara públicamente su descubrimiento. !Probablemente, antes de 1906,
el anuncio de haber descubierto un nuevo planeta podría haber perturbado alguna
teoría aceptada popularmente!...
Hay muchas teorías semejantes. La
teoría de Copérnico no es del todo exacta, y hay otros muchos hechos que no
pueden ser explicados por la elogiada Teoría Nebular solamente. Tycho Brahe, el
famoso astrónomo danés, rehusó aceptar la teoría de Copérnico. Tenía muy buenas
razones para permanecer fiel a la teoría de Ptolomeo, porque, como él decía,
por su intermedio, los movimientos de los planetas se ven correctamente,
mientras que en la teoría de Copérnico es necesario emplear una tabla de
correcciones. El sistema de Ptolomeo es correcto desde el punto de vista del
Mundo del Deseo, y tiene muchos detalles que se necesitan en el Mundo
Físico. Para muchos, las afirmaciones
hechas en las páginas anteriores serán consideradas como fantásticas. Sea así.
Tiempo vendrá en el que todos poseerán los conocimientos que aquí se han dado.
Este libro es solamente para los pocos que, habiendo liberado sus mentes de las
garras de la ciencia o de la religión ortodoxa, están prontos para aceptarlo
provisionalmente hasta que comprueben su verdad o mentira.
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