METAMORFOSIS Y MEZCLAS
Les presentamos un corto pero sustancioso pasaje de la
autoría de Paul C. Jagot, que sabiendo leer entre líneas se pueden descubrir preciosas orientaciones
sobre cómo aprovechar las influencias astrológicas para incentivar nuestra propia evolución.
Nuestros comentarios de la rueda simbólica del destino han
dado a entender claramente la incesante mutación de las cosas de la tierra y la
posibilidad abierta a todos de cambiar su futuro. De cinco a siete años bastan
para renovar la totalidad de las células del cuerpo físico. Una voluntad
activa modifica, por un proceso análogo, las tendencias, aptitudes o facultades,
que recibe como auxiliares, los elementos constitutivos del medio en que se
desarrolla, y las polarizaciones predestinadoras determinadas por sus anteriores
existencias.Si un hombre se encuentra, de la noche a la mañana, en condiciones
de existencia nuevas y rodeado de mentalidades muy diferentes a la suya,
insensiblemente sus características psicológicas sufrirán la impregnación de
esta nueva esfera.Pero en semejante caso la modificación sería meramente
pasiva,pero no impuesta.La imaginación reflexiona sobre las influencias que
nos afectan y tiende a gobernarnos conforme a estas influencias.Sustituyamos
ahora las imágenes así obtenidas por un proyecto deliberadamente concebido en la
contemplación y el perfeccionamiento del que no nos dejaremos desviar, y la forma
de este proyecto circunscribirá pronto una realidad.De ahí que Henri Durville
(1) ajusta todo aquello que pudiera tener cualificaciones superiores a las suyas
y disociar sus defectos con miras a crearse un modelo ideal y
ejercitarse gradualmente en vivirlo.
La 14a carta (tarot) de Hermes sintetiza, entre otras
enseñanzas, lo que precede. El hada de las metamorfosis trasvasa el contenido
de un recipiente de lata a un recipiente de oro. Provee a la esencia de una
forma más perfecta, o sea de un vehículo mejor condicionado.
El inconsciente, en que se asientan los dinamismos, los medios
de conocimiento o de acción que ya hemos expuesto, y los automatismos torpes,
inoportunos o francamente maléficos que resultan de nuestros errores y de
nuestras pasividades,permanece manejable bajo la acción solar del ego esencial a
quien sirve o perjudica. A su mandato, siempre que éste persevere, fijará lo
volátil y volatilizará lo fijo.No hay que desconfiar, pues, de que en el futuro
llegaremos a ser, por fin, muy distintos a como somos ahora. Pensar en cuáles
podrían ser los cambios afecta ya a la realidad actual. Tener siempre en cuenta
esta apreciación asegura la eliminación progresiva de los elementos del
hombre viejo, y su sustitución por una sustancia completamente nueva.
Pero no olvidemos que si bien cada uno puede mejorar los
elementos en calidad y en armonía, los valores que hay en él, su género y especie
planetaria, le fueron impuestos por la norma de su destino, y que a él no le
corresponde cambiarla. Supongamos, por ejemplo, a un hombre nacido bajo la
influencia de Júpiter y del Sol, y, naturalmente, calificado por tal
influencia: será pintor, sobre todo si, siguiendo la orientación de su norma,
se esfuerza voluntariamente por desarrollar sus potencialidades y
virtualidades. Para ello se inspirará en un maestro, en un modelo ideal, como
ya hemos dicho más arriba. Otro individuo, influenciado por Venus y Mercurio,
tiene las cualidades de un compositor de música, aquel otro, mercuriano-lunar,
está dotado para la literatura, y el de más allá, mercuriano-marciano, lo fue
para la medicina. Que cada uno adapte a sus condicionamientos los principios de
ascesis inspirados por la magia y alcanzará el máximo de sabiduría (2). De ese
modo los gustos, las tendencias y las veleidades se convertirán en facultades,
posibilidades y resoluciones.
De ahí que el estudio de las signaturas planetarias sea una
de las secciones más importantes de la ciencia oculta. Por el tema de
nacimiento (horóscopo), o sea por el plano del cielo correspondiente al día, a
la hora y al lugar del nacimiento, se conocen las intensidades respectivas de
cada flujo sideral sobre el recién nacido. Las formas de éste están
determinadas por la mezcla de las influencias planetarias que engendran sus
características psicológicas. Por eso el rostro y las manos —partes sintéticas
del ser humano— llevan la marca del tipo moral. Sin necesidad de repetir algo
que ha sido objeto de estudio en una obra mía anterior (3), creemos conveniente
indicar aquí la norma de cada uno de los tipos elementales. El influjo solar
condiciona al individuo de manera que se inclina a las grandes síntesis, a la
ideación, a innovar, a organizar, a crear. Los nacidos bajo este influjo tienen
algo de reyes o de genios y, de hecho, hay tantos de ellos como genios en la
historia del mundo. Para calificarse así, la influencia solar debe predominar
en el tema sin debilidades o disonancias de aspectos. En los grados medios del
salariado se hallan arquitectos, escultores, tribunos, actores y joyeros. A los
lunares corresponde asimilar, reflexionar, imaginar, y soñar. Suelen ser
médiums en más de un caso. Poetas, literatos, intelectuales de todas
categorías, intuitivos y videntes, manifiestan la influencia lunar. Algunos
lunares, menos dotados, muestran pura y simplemente una gran personalidad. La
Luna incita a algunos a transmitir el pensamiento, pero siempre los hace
bohemios. Por eso la marina le pertenece. Por regla general el lunar es
soñador, disperso y bohemio. A Marte toca combatir los antagonismos; por las
ciencias exactas, las virtudes militares, el sentido estratégico — observable
en todos los combativos— conquistadores, cirujanos, exploradores, policías,
metalúrgicos se preparan contra una violenta resistencia. Intrépidos,
valientes, agresivos, los influidos por Marte caen frecuentemente en la
arbitrariedad y en la indisciplina. Los mercurianos tienen la propiedad de
relacionar, de progresar, de adaptar, de mover. Comerciantes, ingenieros,
editores, libreros, oradores, periodistas, médicos, dibujantes, copistas,
agentes de venta, informadores; pertenecen todos a la esfera de Mercurio.
Sutiles, sagaces, ingeniosos, los mercurianos se preocupan más por el fin que
por los medios. Las características jupiterianas se traducen por la aptitud
para regentar, administrar, organizar y dirigir. Suelen ser magistrados,
ministros, prelados, industriales, pintores, banqueros, funcionarios, gerentes,
y en una acepción más modesta, todos los auxiliares del orden. Se reconocen por
su cualidad más común: la consideración por la autoridad más convencional y
también por su apego a la seguridad material. Con la influencia de Venus nos
acercamos al tipo más delicadamente dotado para sentir y dispensar las armonías
sensoriales. La decoración, la melodía, el espectáculo y el adorno son los
atributos venusianos. Es fácil encontrar venusianos en todos aquellos sitios
donde abunda el diletantismo. Llevan en sí mismos la alegría de vivir. Los más
evolucionados son filántropos y llevan a cabo obras de caridad, pero en el
fondo de la escala venusiana hallamos cortesanas y buscadores de sensaciones
exóticas.
Y Saturno. Los que están bajo su influjo tienen su norma en
cuaquier trabajo extractivo y constructivo de largo esfuerzo. La ciencia
abstracta, la arqueología y la filosofía necesitan de saturnianos
intelectuales. Las minas, la albañilería, la agricultura circunscriben la
categoría manual de los saturnianos. Son circunspectos hasta la desconfianza,
fríos hasta la adustez y mesurados hasta la avaricia. Este breve resumen dará
una idea de la importancia de los datos psicológicos de la ciencia oculta que
permite conocer lo que es mejor, orientar su evolución y equilibrar sus
tendencias templándolas con cualquier iniciativa inversa y complementaria. El
saturniano debe, por ejemplo, esforzarse en asimilar las armonías venusianas,
para reaccionar contra los excesos de su naturaleza sombría y meditativa. (De
la síntsis más bella de estas dos influencias resulta la composición musical.)
Igualmente los venusianos alcanzan la serenidad en contacto con la filosofía y
las abstracciones correspondientes a Saturno. Un influjo solar y jupiteriano,
al igual que los marcianos y lunares, se equilibran mutuamente. Falta Mercurio
— el más universal, el más agitado— al que Júpiter o Saturno comunicarían la
estabilidad y la profundidad que necesita siempre en cierta medida.
El arte de los complementarismos planetarios se inspira en la
14a clave de Hermes, evocada al principio de este capítulo en un sentido
diferente. Bajo el dibujo tarótico, esta inscripción: «La Templanza», parece
indicar con qué intención —el fin de la metamorfosis— mezcla los dos líquidos
que trasvasa de un recipiente a otro.
(1) Henri Durville. Vers la sagesse
(2) llevando al extremo la aplicación de los datos
astrológicos se observa que las normas
individuales nunca son idénticas. Cada uno tiene la suya propia, que puede ser
análoga pero nunca igual a otra. Por ejemplo, tres literatos –mercurianos
lunares los tres- igualmente impregnados, en modo secundario del influjo
marciano (violencia) han producido una obra con el mismo carácter áspero que
corresponde a esta última influencia. Nos referimos a León Bloy, OctaveMirabeau
y J.K. Huysmans. Pero su cuarta signatura astral –Saturno para Bloy, Júpiter
para Mirabeau y Venus para Huysmans- distingue no sólo sus tendencias
literarias sino también sus destinos.
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