TRÁNSITO DE LA LUNA EN LOS SIGNOS Y TERAPÉUTICA HERBOLARIA
Por Arnold Krumm Heller
Recuerdo que cuando estaba yo en el Cuzco, en el Perú,
había en el campo una mujer que, según las relaciones de los indígenas, hacía
curaciones estupendas, valiéndose de elementos botánicos que tenía a su
alcance. Mi curiosidad de observador hubo de llevarme a ver ese prodigio
humano, y vi algo que me llamó poderosamente la atención, no precisamente por
cuanto se refería a la terapéutica, que era corta, bien corta, bien limitada en
número de ingredientes, puesto que no eran más que dos: la coca y el guaco. Y
allí, con este mismo prodigio femenino supe que todas las enfermedades se
curaban con estos dos únicos elementos. Nada tendría de particular esta
versión, que concurre con las que a
diario nos encontramos referentes a curanderos y curanderas que pululan por
toda la superficie de la tierra.
Lo que sí llamó mi atención poderosamente fue
la explicación que aquella Galeno hembra me dio acerca del “Modus” de
aplicar sus medicinas. Decía ella que
para determinadas enfermedades había que cortar los vegetales de que hago
mérito en determinados días, siguiendo siempre el curso de la Luna. Por de
pronto creí que en los procedimientos de la curandera entraba en juego lo que
hemos dado en llamar vulgarmente “sugestión”, vocablo este que no se halla bien
definido hasta ahora y que sólo explica cuando los testigos de algo, que no
tiene inmediata explicación, no encuentran otra voz más amplia y convincente;
pero andando el tiempo pude observar que lo que decía aquella mujer resultaba
cierto, no en lo que guarda relación con sus curaciones y éxito, sino en lo que
concernía al corte de las plantas mencionadas. Así pude ver que para la
curación de ciertas enfermedades del rostro y de la cabeza, la pseudo bruja
aprovechaba el paso de la Luna por Aries, lo que no era más que la
significación ordinaria que en otras partes se da al símbolo de Aries que
guarda estrecha relación con la cabeza y parte del rostro. Y este hecho, bien
sencillo en apariencia, viene a demostrarnos que el simbolismo zodiacal que
armoniza los sucesos del planeta relacionándolos unos con otros, es de origen
primitivo, desde las edades legendarias que han venido transmitiéndose de
generación en generación hasta llegar a los tiempos modernos.Lo característico
en este símbolo, del símbolo de Aries, consiste en la figura del signo, que
representa o abarca la parte antero-superior del rostro, osea las narices y
ambos ojos con la prolongación hacia arriba de las cejas. Cuando la Luna pasaba
por Tauro, el corte de los vegetales se hacía para las curaciones del cuello y
parte inferior del rostro, siguiendo en este particular, quizá
inconscientemente, esa relación zodiacal en el dibujo de los signos. Géminis
representa en nuestro caso los dos remos superiores, osea, los brazos. En
Cáncer vemos los senos, y los vegetales cortados en los días de este signo (la
Luna en Cáncer) se aplicaban en las enfermedades pectorales. En Leo encontramos
entera similitud por lo que respecta a su figura, a la que tiene el corazón
humano con el aditamento del cayado de la aorta. En Virgo vemos la
representación de los intestinos en la situación en que se hallan dentro de su
caja abdominal, con el intestino grueso descendiendo propiamente de la misma
figura. En la Balanza vemos la representación de los riñones y de los órganos
urinarios. Escorpión nos representa el aparato sexual, el phalus del macho en
estrecho acercamiento al órgano femenino, representado el phalus en el signo de
la lanza que se ve hacia arriba y en dirección oblicua. En sagitario vemos la
representación de los muslos, osea, de los remos inferiores, órganos de la locomoción, simbolizados por la flecha
que anda. En Capricornio encontramos la representación de las dos rótulas, como
se puede apreciar desde luego en el dibujo. Acuario representa la parte
inferior de los dos remos inferiores. En Piscis vemos la representación de los
pies.
Volvemos a expresar que la mujer que nos ocupa
manifestaba la más crasa ignorancia en lo que se refería a la parte científica
de sus aplicaciones medicinales en relación con el zodiaco, y únicamente
explicaba que de padres a hijos, de una a otra generación se venían
transmitiendo los conocimientos que ella aplicaba. Y excusado me parece
manifestar por mi parte, que aquella bruja no conocía ni de nombre el
Zodiaco, cuando los signos del mismo son
tan antiguos, que esta relación era conocida de los primeros astrólogos con que
contó la humanidad. Como abundamiento en mis observaciones acerca de este
punto, menciono aquí que los “Meses” de Yucatán, que son los curanderos o
brujos de esta península mexicana, hacen lo mismo en sus curaciones empíricas,
que lo que efectúan los peruanos y otros pueblos de la tierra, siempre
ignorantes del proceso científico, pero apegados a la substancia del
procedimiento, en lo que se refiere al corte de los vegetales.
Vemos, pues, que no solamente existe una relación
patente entre el zodiaco clásico boreal, el quechua austral y el azteca, sino
una conformidad íntima de fondo entre
los astrólogos antiguos y ciertas aplicaciones de sus descendientes en el Perú
y México.
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