ASTROLOGÍA PERSONAL, JÚPITER EL PROTECTOR Y LOS GRADOS BENÉFICOS
Por Alan de Los Mares
Hablando hace unos días con Darwin Sanguinetti, serio, estudioso y riguroso astrólogo venezolano, se expresaba él sobre el valor de “abordar la traducción de la simbología desde la praxis cotidiana y aún más desde los hechos”.
El tránsito del Sol (la luz, la conciencia, la energía de la vida) en Géminis (sistema respiratorio) en la Casa VIII (dramas, crisis, peligros, la muerte) forma un quincucio con Saturno Rx (obstrucción, impedimento) en I (la persona, el cuerpo) en Escorpio, signo mortuorio. Saturno en Escorpio incide por reflejo en lo que rige Tauro, en este caso, la garganta, la carne. El quincucio es de regreso, va en busca del trígono, así que semejante situación tan dramática y crítica que puso en riesgo mi permanencia en este plano tuvo un desenlace, una solución (quincucio) favorable.
Desde Bogotá Colombia
Hablando hace unos días con Darwin Sanguinetti, serio, estudioso y riguroso astrólogo venezolano, se expresaba él sobre el valor de “abordar la traducción de la simbología desde la praxis cotidiana y aún más desde los hechos”.
Ese ha sido el objetivo desde el comienzo en
estas páginas de Astrología, Cultura y
Espiritualidad. Las vivencias del día a día nos deparan, desde los hechos,
oportunidades de oro para realizar esa labor de manera simple y sencilla, pero
clara y precisa. Alguna vez leí una
crítica de alguien que se jacta de su sapiencia astrológica, planteada en
términos de ser “pura imaginación” el análisis que cuestionaba. “Hay que poner
un poco de imaginación, ya lo se, pero sin imaginación es imposible interpretar
astrología”, decía alguna vez Don Tito
Maciá en uno de sus siempre sustanciosos artículos, alguien con quien se podrá
estar de acuerdo o no con su forma de pensar en otros temas, pero cuyo
conocimiento y experiencia astrológica
jamás pueden ser puestos en duda.El lenguaje simbólico de la astrología también es universal y tiene sus significados precisos,
comprensibles para los iniciados en él, así que a nadie se llama al engaño con
el mismo.
En esa línea de presentar casos muy puntuales
que atañen a lo personal,que precisamente por corresponder a propias
experiencias, nos llenan permanéntemente de fe y certidumbre total en este
extraordinario saber, y nos reafirman en este camino emprendido para seguir
estudiando y profundizando día a día con más ahínco y esmero en todos sus
secretos, ayer me ocurrió algo que puedo considerar como milagroso. Estaba
almorzando, cuando se me atoró en la garganta un trozo de carne, lo cual
inmediatamente suspendió la función respiratoria. Lo grave es que me encontraba solo en la casa, sin nadie que pudiera ayudarme. Fueron largos
momentos de angustia y agonía en que experimenté esa horrible sensación del ahogamiento, y
en que vi llegada mi última hora.En los instantes finales pasó por mi mente un
pensamiento: "señor, tu siempre me has protegido, por favor,
ayúdame!". No recuerdo nada más de lo que siguió, pues perdí la conciencia
y lo cierto es que luego desperté tirado en el piso del comedor, respirando
normalmente y sin el pedazo de carne atascado en el esófago, como si nada
hubiese ocurrido.
Como es mi costumbre, se me ocurrió esta mañana
acudir a esa gran maestra que es la astrología y echar un vistazo a mi carta natal para
indagar si el hecho había dejado su huella, su impronta, en ese mapa de
navegación estelar, guía certera para seguir paso a paso el rumbo del destino:
El tránsito del Sol (la luz, la conciencia, la energía de la vida) en Géminis (sistema respiratorio) en la Casa VIII (dramas, crisis, peligros, la muerte) forma un quincucio con Saturno Rx (obstrucción, impedimento) en I (la persona, el cuerpo) en Escorpio, signo mortuorio. Saturno en Escorpio incide por reflejo en lo que rige Tauro, en este caso, la garganta, la carne. El quincucio es de regreso, va en busca del trígono, así que semejante situación tan dramática y crítica que puso en riesgo mi permanencia en este plano tuvo un desenlace, una solución (quincucio) favorable.
Mi Sol ocupa los 25° de Cáncer, un grado
bendecido por poderosas fuerzas espirituales invisibles que envuelven al
individuo, y justamente por ahí transita Júpiter, el gran benéfico, el gran
protector, en conjunción (0:39’ de orbe)
al Sol Rx, y trígono al Saturno natal….
El tránsito de Júpiter en la Casa IX en
conjunción al Sol Rx, talvez favoreció esa expansión afortunada de la
conciencia hacia el mundo de lo espiritual, convocando el concurso de esas
fuerzas protectoras y bienhechoras invisibles que cuidaron de mi en trance tan difícil.
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