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NEPTUNO: VIAJES MISTERIOSOS Y CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ

Por Alan de los Mares
Desde Bogotá Colombia
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Dice el gran astrólogo colombiano Mauricio Puerta en su obra  SIGNOS Y PLANETAS : “ (…) el “destino” no es función de la trigonometría, ni esta sirve para determinarlo. Usted puede confeccionar cartas astrales a través de complicados cálculos matemáticos. O con un programa de computador; pero eso es diferente a saber  cómo se interpreta (negrillas mías) una carta natal. Es allí en dónde sólo su “intuición” funciona; ayudada por la mitología, la filosofía, la psicología, el esoterismo y la metafísica (negrillas mías). En otro de sus libros, TRÁNSITOS ASTRALES  también leemos: “Mi experiencia me ha indicado que muchas veces el solo hecho que un planeta entre en una casa o signo (negrillas mías), ya pone a temblar o a alegrarse al planeta natal que se ubique allí”. En efecto, un planeta transitando una casa es ya de por sí una fuerza activa, causa y origen de un posible acontecimiento, según su naturaleza propia y determinaciones radicales, y los asuntos regidos por la misma.

En el marco de referencia de lo que dice Mauricio con total tino, hago una  afirmación que puede sonar rara: aprendo más de los que no saben astrología, interactuando con ellos, que por cualesquier otro medio, y traigo a colación el ejemplo de algo que me pasó hace unos días. Mi sobrino Sergio me pidió el favor que le “leyera” la carta a un amigo suyo. El muchacho apenas sabía de astrología el nombre de los planetas. Entrando en materia, observo que Saturno está de tránsito en la casa 1 del mapa natal. Le explico lo que significa Saturno y qué posibles consecuencias puede tener ese tránsito; terminada mi intervención, el joven se queda mirándome con cara de sorpresa e interrogación. Pensé, “otro escéptico que no cree en esta vaina”. No acababa de pasar esta reflexión por mi cabeza, cuando lo escucho: “Increíble, señor Alonso! Precisamente hace unos días estaba pensando que ya era hora de EMPEZAR (Casa I, INICIOS!!) a ORGANIZAR (Saturno!) mi vida con más seriedad (Saturno!). A mi me gustan mucho las fiestas y las diversiones, pero creo que ya es hora de ser más RESPONSABLE (Saturno!); se me está presentando la oportunidad favorable de estudiar una carrera (tenía a Júpiter transitando  IX!!), y creo que lo mejor es retirarme de la empresa donde trabajo y conseguirme uno independiente que me deje tiempo para estudiar (Urano en la Casa 6 !!!). Ahora el sorprendido era yo, así que me quedé muy serio pensando un buen tiempo. El chico, notando mi actitud, me dice: “señor Alonso, ¿pasa algo, ve algo malo en mi carta?”. Le respondí, “no te preocupes, hombre!, nada malo; al contrario, lo que pasa es que tu mismo acabas de “leer” tu propia carta astral!”. “cómo así, me replicó?”, a lo que agregúe, “bueno, yo me entiendo…”. Un cruce de miradas de interrogación entre él y mi sobrino Sergio, fiel lector de mis artículos, cerró la sesión.

Como vemos, un ejemplo elocuente de cómo las personas son capaces (ajenas al conocimiento astrológico) de proyectar y racionalizar sus propios arquetipos y las influencias que en un momento determinado experimentan, y por supuesto, la precisión y exactitud de esta asombrosa y admirable maquinaria simbólica…

Esta introducción es pertinente tenerla en cuenta para lo que sigue, pues la visión de la astrología debe ser lo más diáfana posible, pero generalmente la oscurecemos con abstrusas complejidades técnicas innecesarias, cuando no con la vana teorización y el diletantismo.

Pues bien, Hace poco más de un año, varios amigos, entre los que se contaban  Martha Cecilia, Gloria Castrillón, Orissa Mizar y algunos otros más reunidos en una amena tertulia vía SKYPE, intercambiábamos anécdotas y experiencias vividas relacionadas con este mundo siempre absorbente y fascinante de la astrología. En aquella ocasión les relataba una serie de hechos súmamente extraños y misteriosos que me sucedieron entre finales de noviembre y comienzos de diciembre de 1997 durante un viaje relámpago que por razones de trabajo realicé por diversos lugares de la geografía nacional. Evidéntemente, esa cadena de acontecimientos de no tan común ocurrencia, pueden ser explicados por la influencia de los correspondientes factores planetarios en el cielo de esas fechas operando sobre mi esquema natal.


Veamos entonces el ambiente astrológico tal y como se presentaba en aquellos días, 29/11/1997, inicio de ese rápido viaje que me llevó a recorrer medio país en el breve lapso de una semana:

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Eliminando con la magia de la tecnología los actores que no tienen ningún rol protagónico en esta historia, observamos en el gráfico el tránsito de la conjunción Marte/Venus, y de Neptuno en el sector del mandala asignado a los viajes cortos. Marte, regente del ascendente, lo es asimismo de VI. El planeta rojo indica qué tipo de actividades estamos realizando en un momento determinado, así que se infiere que era un viaje (Casa III) relacionado con asuntos de trabajo (Marte regente de VI), cuyo objetivo específico era supervisar, vigilar (Marte el policía) el montaje de unas vallas de publicidad exterior (Casa III, propaganda) localizadas en las principales vías (Casa III) de las zonas del país visitadas. Ahora bien, Marte está en Capricornio: Marte= hierro; Capricornio= estructuras. Asi tenemos que Propaganda (Casa III) en estructuras de hierro (Marte en Capricornio)= Vallas publicitarias!!!.Sencillamente emocionante constatar cómo se conjugan de manera armónica y coherente los diferentes niveles de significación de los símbolos astrológicos para darnos una lectura exacta de los hechos; Pero vemos que Marte celeste está en conjunción a Venus ídem, regente de VII (sociedades), y yo iba como representante de una empresa de la familia, una sociedad (Venus regente de VII) de hermanos (Casa III) dedicada a esta rama de la Publicidad; aún más, se trataba de propaganda alusiva a la federación colombiana de ganaderos (Venus!!), FEDEGAN.

Creo que nadie cuestionará que, simbólicamente, Venus, regente de Tauro, representa muy bien aquí a los Ganaderos o los asuntos relacionados con ellos; Pero, además, un hermano, socio principal de la empresa, es Géminis Ascendente Tauro!, y aquí creo que sobra cualquier explicación. Retomando a Marte, dos de los episodios notables de ese corto periplo emprendido se asocian con su activa presencia en ese tercer sector del zodiaco.

Una mañana me encontraba desayunando con mis compañeros de aventura  en una fonda de camino (Casa III). Estábamos sentados a la mesa esperando el servicio, en medio del bullicio y la animación de los comensales que atiborraban el lugar, cuando de repente se hace un silencio general, como si el mundo se hubiese detenido, tan frío y espeso, que se podía cortar con un cuchillo, como diría nuestro Nobel de literatura, Gabriel Garcia Marquez. No se escuchaba ni el ruido del aletear de una mosca; miré en derredor intentando encontrar la causa de ese repentino mutismo colectivo, y entonces mis ojos se posaron directamente en la puerta de entrada del establecimiento, en la que aparecía la figura de un individuo de elevada estatura vestido con prendas militares, quien tras una leve revista a los allí presentes penetró acompañado por un séquito de varios  hombres portando también uniformes camuflados y armas de largo alcance; estos se distribuyeron y apostaron de manera conveniente y estratégica en el local mientras quien yo presumía que era un alto oficial de las fuerzas especiales del ejército nacional, se dirigió a una mesa jústamente ubicada al frente de la que yo me encontraba. El sujeto se sentó, y con una mirada fría y sin vida, totalmente perdida y ausente, esperó a que una de las meseras, sin previa orden, presurosa y solícita, le llevase una taza de no sé que bebida, la cual apenas probó. El tipo se quedó un rato pensativo mirando al piso, y súbitamente se levantó como un resorte y salió de allí de la misma inexplicable manera como llegó, con gravedad e imponencia, seguido de su escolta militar, hostil y amenazante. Largos minutos pasaron antes de que todo volviera a la normalidad  en el lugar y se hiciera presente y notorio una vez más el murmullo y la algarabía de los clientes. Una vez que hubimos desayunado y nos disponíamos a reiniciar la marcha, fuera del restaurante, escuché a un parroquiano conversando con otros: -¿si saben quién estuvo por aquí?, ‘Rambo’-. En realidad, en ese momento no le presté importancia a ese diálogo ni a la mención hecha en él, como tampoco lo creí relacionado con el hombre que hacía apenas unos cuantos minutos antes acababa de  abandonar el negocio; incluso, hasta  hace unos pocos años lo descubrí leyendo una crónica sobre el legendario comandante de las AUC, Fidel Castaño, alias ‘Rambo’, quien de todas maneras, para la fecha ya no hacía parte del mundo de los vivos, pero consigno la anécdota porque así lo escuché. La zona donde estaba o está localizada la fonda es de alta actividad e influencia paramilitar, en jurisdicción de Ituango, departamento de Antioquia, donde operaban estos ejércitos irregulares. 

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Tenemos entonces que un viaje (Casa III) en el que a la vera del camino (Casa III) te encuentres de frente (Casa III, comunicación, contactos) con grupos militares violentos  y armados hasta los dientes, astrológicamente, sin duda se explica, reitero, por la influencia del tránsito de Marte en Capricornio en esa mansión; pero estas cuadrillas paramilitares (Marte) de extrema derecha (Capricornio) se dedican al tráfico de drogas (Neptuno) y sus acciones criminales se realizan conforme a la modalidad de las emboscadas (Neptuno), y por supuesto tenemos también a este astro transitando esa zona de la rueda zodiacal; pero no paró ahí la cosa, porque bien pronto se presentó otro incidente con estas bandas criminales en un paraje desértico y solitario (Capricornio) del departamento de ***(1). Nos encontrábamos inspeccionando el lugar dónde se iba a fijar el anuncio de FEDEGAN, una finca de la región al borde de la carretera (Casa III), cuando de forma subrepticia aparecieron varias camionetas de alto cilindraje que se detuvieron brúscamente, de las cuales bajaron con rapidez  y agilidad pasmosa varios hombres fuertemente armados y equipados, y nos rodearon amenazantes mientras nos increpaban con palabras de fuerte calibre, inquiriendo las razones de nuestra presencia. Les explico el objeto de la misma, y mientras nos filman y toman innúmeras fotografías (Neptuno!!), se comunican con alguien por radio teléfono. Les presento los documentos que autorizan el emplazamiento de la estructura en ese punto. El que parece ser el jefe del comando los mira una y otra vez desconfiado, y  se retira a consultar con otros individuos largo rato; el tipo gesticula con ellos, al tiempo que se pasea  aquí y allá, esperando respuesta a través de su radio de comunicación; pasan así interminables minutos, hasta que se me acerca-aún con cara de pocos amigos- y a regañadientes me concede el permiso. Los sujetos se retiran con la misma celeridad y de la manera como llegaron, es decir, salidos de la nada, y asustados aún, nos quedamos solos allí intercambiando impresiones sobre lo sucedido. El conductor del camión en que se transportaban los materiales, amplio conocedor de la región, me comenta: -Don Alonso, lo que pasa es que esta finca es de***, y ese es uno de los narcos más grandes de por aquí. Es el jefe de estos ‘paracos’ (paramilitares). El no vive aquí sino en Miami. Imagínese que en esta finca construyó un lago artificial e hizo en toda la mitad del mismo una isla. Le dicen la Isla de la Fantasía, como la serie de televisión-. 

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El hombre extendió la mano y me señaló con el dedo una inmensa mancha de agua que se perdía en el horizonte, en la cual se alcanzaba a dibujar la silueta de lo que parecía ser la tal isla; claro, sin Tatoo ni el señor Roarke, pero seguramente sí con numerosos y extraños personajes invitados por su mafioso dueño, disfrutando en ella de las características bacanales de los narcos, drogas de por medio. Por supuesto, mi presencia en semejante escenario evocador de lo marino (Neptuno), con isla incluída, bautizada además, de La Fantasía (Neptuno), surgido de la delirante imaginación (Neptuno) de su creador narcotraficante (Neptuno), explica suficientemente bien, hasta en los mínimos detalles, cómo se escenificó la influencia de ese nebuloso planeta en mi Casa III, que como ya se dijo, también transitaba por allí, lo cual parece increíble  y hasta una broma de la astrología. Y es que de ese poco nada grato encuentro con esos grupos terroristas, actores armados del conflicto colombiano, la correría nos llevó hasta las paradisíacas playas de Tolú y Coveñas, en la costa atlántica colombiana, porque-cómo no-, Neptuno no es ajeno a los ambientes marinos…

Pero nuestro itinerario debía continuar, así que bien temprano en la mañana del 8/12/1997 emprendíamos el trayecto de casi 700 kilómteros que nos separaban de nuestro próximo destino, la hidalga y colonial ciudad de Ocaña, en el departamento de Norte de Santander.

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 Allí arribamos con las primeras sombras de la noche. Ocaña es una señorial villa rica en historia y leyendas, la más famosa, quizá, la del caballero Don Antón Garcia de Bonilla, encomendero real, quien “enfermas sus sobrinas de un extraño mal, le ofreció a Santa Rita la promesa de visitar su capilla durante todos los primeros viernes. Las niñas sanaron pero el gentil hombre se olvidó de lo jurado. Por eso cuentan que lo ven vagar de noche en las calles de Santa Rita y del Embudo, cumpliendo su palabra desde ultratumba, sobre un corcel fantasmal, envuelto en negra capa y con tabaco en la boca. Era tanto el terror que ocasionaba, que sus descendientes decidieron bajar el retrato suyo que se encontraba en la capilla, por ser su protector, y lo quemaron”.

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Con este relato en la cabeza, mi principal preocupación ahora, llegado a Ocaña, era encontrar dónde quedarme esa noche. Mis acompañantes ya tenían resuelto el asunto, pues una hermana de uno de ellos casualmente vivía en la ciudad y les ofreció alojamiento. En este punto, comienza realmente lo misterioso de estas memorias de viaje, así que desplegaremos una vez más mi hoja de ruta, es decir, mi cielo natal, con los correspondientes tránsitos de ese momento.

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Un viaje por carretera (Casa III) en el que forzosamente tengas que hacer una parada  y quedarte en la cómoda habitación, en la cama (Casa III)  de un hotel (Casa XII), estaremos de acuerdo que debería estar indicado por configuraciones parecidas a las que muestra la gráfica: La XII y Neptuno rigen lugares de reposo y descanso, como los hoteles, por ejemplo. En mi natividad, el planeta se aloja precisamente en XII, y lo vemos transitando (arrastrando su significado natural y adquirido de XII) en  III. XII, hotel; III, el dormitorio, la cama (IV de XII por derivadas). Pero si además le añadimos otro ingrediente, valga decir, que en un lugar así te ocurran hechos misteriosos, paranormales, conectados con el más allá, todo ello asociado a Neptuno, pues ni qué decir que esta película (Neptuno) resulta ser una obra maestra del señor de los mares…

Y bien, en eso andaba yo en esa tarde-noche de Ocaña, buscando uno en el que pasar la noche. Busca por aquí, busca por allá, y entonces llego a un edificio de unos 6 pisos de altura, recién construido, al lado del cual aún permanecían apilados algunos escombros. Aliviado, traspasó el umbral y me dirijo directamente a la recepción en donde se encontraban dos ancianos (hombre y mujer) de rostro macilento y cuya edad se perdía en la noche de los tiempos, según deduje de su apariencia; el anciano tenía caladas unas gafas oscuras que le imprimían un aspecto desagradablemente tétrico y enigmático. Pero decíamos que Venus también transitaba esas fechas el sector de los desplazamientos domésticos, regido por Capricornio, asi, que aparezca en escena una vieja (Capricornio) mujer (Venus), se me antoja bastante descriptivo del hecho astrológico; porque además, tan pronto me vió entrar, la mujer se levantó y me recibió muy formalmente (Capricornio), con mucha cordialidad, amabilidad y cortesía (Venus): -¿Qué se le ofrece?-, me dijo. –venía a ver si hay una habitación disponible-, le respondí.-Claro, por supuesto, cómo no, con mucho gusto, joven, aquí es lo que sobran-; acto seguido me pide que la acompañe mientras comienza a subir unas escaleras que conducen a un segundo piso; una vez allí, inicio un extenso paseo de la mano de Raquel (para llamar de alguna forma a la viejita) por una intrincada red de oscuros y largos pasillos que parecían no tener fin, a lado y lado de los cuales habían habitaciones que permanecían semicerradas y en la oscuridad. Yo seguía a Raquel como un sonámbulo sin decir nada, mientras ella hablaba no sé qué cosas sin que yo le prestara oídos porque en realidad mi atención estaba centrada en lo que estaba observando a mi alrededor, y lo que veía ciertamente no me gustaba en absoluto. Me pareció un lugar insufrible, pesado, deprimente y lúgubre, en medio de una penumbra sospechosa, el frío calando en los huesos y con un raro olor a moho, a antiguedad. De repente comienzo a notar algo, el diseño interior, la decoración de las habitaciones, su mobiliario, los corredores y zaguanes, son los de una antigua casona colonial, no los de un hotel Moderno…!!. La pregunta es ¿cómo diablos se pudo transformar inexplicablemente una edificación nueva, en una vieja, como si se hubiese operado mágicamente una alteración, una anomalía, en el espacio-tiempo?.

Vaya, un hotel (Neptuno) que parece una antigua casa señorial (Capricornio)…

Desde luego, en ese momento, simplemente pensé eso, que era un establecimiento que funcionaba en un viejo local, y no que se trataba de otra cosa, pues repito, pese a la mala impresión, todo parecía normal, natural, REAL. Despues de un extenuante tour de exhibición, en el que me mostró varias habitaciones, ponderando la belleza y la estética  (Venus!) de los muebles antiguos que las decoraban (camas, armarios, tocadores, espejos, cuadros, etc), finalmente me conduce  a la que, según ella, era la ideal para mi. -Esta es la mejor habitación y lugar de la casa-, sentenció, agregando luego:-aquí  no va a sentir usted ningún ruido, ni nadie lo va a molestar-, decía,explicando las razones de su elección, la cual naturalmente pasaba por encima de mi opinión y consentimiento. “Curiosamente”, mientras hablaba, sonaba la música de una vieja vitrola, cuyo sonido nunca pude descubrir de donde provenía y parecía más bien estar en todo el ambiente. Una vez más notemos el simbolismo aquí presente: música (Neptuno) de una vieja (Capricornio) vitrola…por si no hemos seguido el hilo, Neptuno transita este signo.

Pero volvamos a la “mejor” habitación de la casa. Ésta estaba ténuemente iluminada por la luz mortecina de una añosa lámpara que reflejándose en el rostro de Raquel lo hacía ver ahora sí más arrugado de lo que a primera vista me pareció, los ojos hundidos en las cuencas. En un rincón yacía un camastro de tiempos pretéritos en el que, se me antojó en ese momento, talvez durmió el mismísimo Antón García, y en una de las paredes el retrato descolorido de un hombre de luenga barba (¿Antón?) que parecía mirarme fijamente.-No se diga más-, prosiguió la ancianita, sin darme tiempo a nada. -Ya regreso, voy a traerle la toalla y el jabón-, dijo desapareciendo por uno de los lóbregos pasillos de la sombría casona. En fracción de segundos decidí que no me quedaría en un lugar así tan depresivo y solitario, que no generaba en mi temor o suspicacia alguna sino aversión y rechazo. “ya regreso”… sí, como nooo!!, Paticas para que las tengo, y Alonso Marenco que se desmadra por los laberínticos vericuetos de este “moderno” hotel cinco estrellas, buscando encontrar la salida urgentemente, girando hacía atrás continuamente la cabeza por si  Raquel ya se hubiese dado cuenta de mi huída y me estuviese siguiendo creyendo que era un ladrón o asaltante. Eso pensaba, cuando desemboqué en las escaleras que conducían al primer piso, me detuve por un instante, aliviado,  procurando recuperar el resuello y la calma, cuando un “Oiga, qué hace usted allí, quién le dio permiso” me dejó paralizado y con el corazón a punto de salirse del pecho. Empalidecí, enmudecí y las piernas me temblaban; un sudor frío me recorrió todo el cuerpo. “Carajo, pensé. Esta señora ya se dio cuenta y le avisó a todo mundo”. Un nuevo “oigaaa, oigaaa!!”, me sacó del error, porque mirando hacia abajo, me encuentro con la mirada inquisidora de una muchacha en la recepción. Sorprendido y balbuciente, le digo:

-La señora me estaba mostrando las habitaciones-.Con cara de incredulidad y gesto escéptico me responde:

-Aquí no hay ninguna señora-

-cómo no, señorita. La señora que estaba aquí en la recepción con un señor-

-Señor y señoraaa…cómo no, vea, no me crea tan pendeja, que aquí no trabaja ningún anciano-. Esto ya fue demasiado, y sin mediar más palabras bajé como un bolido las escaleras y salí corriendo del lugar, seguido de cerca por los gritos de “oigaaa, oigaaa”. Afortunadamente, no había en ese momento transeúntes en la calle, porque por el alboroto que armó la muchacha, posiblemente se hubiesen lanzado tras de mí a la caza de un presunto delincuente. Demás está decir que tuve que pernoctar, por lógicas razones, en un sitio bastante alejado de la “mansión” de Raquel. A la mañana siguiente le comenté a mis compañeros de viaje el raro incidente, y mirándose entre sí de modo socarrón, uno de ellos me dice: “Señor Marenco, eso fue algo del otro mundo.Son  muy comunes aquí esos casos de espantos y aparecidos. Recuerde que esta es la tierra de Anton Garcia”, a lo que siguió una larga sesión de narraciones realmente macabras mientras tomábamos el desayuno. Una de ellas tenía que ver con un caballero, quien antaño, cuando no había luz eléctrica, se topó un día a altas horas de la noche con una bella mujer, quien asustada por dejarse coger sola la noche por aquellos rumbos, le pidió el favor de acompañarla a su residencia, situada en un lugar retirado de la villa. Mientras caminaban el trayecto, el hombre intentó hablar con la dama, pero ésta guardaba total hermetismo; en llegando al lugar, ésta le pidió que entrara un momento para ofrecerle alguna bebida estimulante que calmara el frío, y en agradecimiento a su caballerosidad  y cortesía al haberle brindado compañía. El hombre, galante al fin, aceptó gustoso el ofrecimiento. Ya dentro, fue obsequiado con un delicioso vino, apurado el cual siguieron algunos otros más. El final de la historia  es que al día siguiente el hombre despertó con un espantoso dolor de cabeza y un malestar general, lo cual creyó producto quizá de algún exceso alcohólico cometido en casa de la extraña mujer, de lo cual no se acordaba. En esas cavilaciones estaba cuando, tratando de levantarse, se dio un topetazo en la cabeza contra lo que parecía ser una superficie sólida, una especie de techo, y abriendo los ojos se da cuenta que está metido en una bóveda del cementerio…

Lo cierto es que el empleado que conducía el vehículo en el que nos movilizábamos, cuya hermana vivía en Ocaña, como ya referí, se encargó de hacer algunas averiguaciones en el vecindario donde funciona el hotel, confirmando dos puntos importantes: que estaba recién construído, en los terrenos donde antes quedaba una antigua casona colonial, y que allí efectivamente no laboraban ancianos. 

Para concluir, aunque al momento del suceso, y mucho tiempo después, lo consideré como un hecho absolutamente real y normal (¿tal vez ese Neptuno en Capricornio?), al día de hoy no me cabe duda que se trató de un fenómeno relacionado con el plano astral. Siempre tengo a la mano mi regla: si los hechos astrológicos coinciden con los reales, unos se explican y demuestran por los otros. Veamos:

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Neptuno en  III (el dormitorio) viene de XII (hotel, lo paranormal), pero la III también rige la mente concreta y Neptuno está en cuadratura exacta a su propia posición radical, lo cual agudiza y sensibiliza en extremo la psique  y la mente, predisponiendo a la conexión con esos otros planos del más allá y la percepción de los mismos, a través facultades extrasensoriales, como la clarividencia (Neptuno); pero el tránsito de Neptuno está en conjunción con el de Venus, regente de XII y VII (relaciones con los demás), y Venus simboliza Mujeres y viene de VIII (la muerte): Una comunicación, un contacto (Casa III) con una mujer fallecida (Venus Rx en VIII) de forma misteriosa y paranormal (Neptuno). No sobra decir que Neptuno también se asocia a las premoniciones y revelaciones, y que ese contacto con el más allá fue talvez el anuncio de la próxima muerte de mi madre, el 23/3/1998, cuando Neptuno, precisamente se ponía en conjunción cerrada a la Cuspide del IC de mi horóscopo…

 (1) por obvias razones omito el nombre del departamento 


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