ANALOGÍA Y SISTEMA SIMBÓLICO DE SIGNOS Y CASAS
La analogía es el hilo conductor que le da sentido y coherencia al lenguaje de las imagénes arquetípicas (como las contenidas en los mitos), es decir, es la reina soberana de todos los sistemas símbolicos, y la astrología es por excelencia uno de ellos.
De acuerdo con la etimología, el vocablo significa una relación de semejanza (no necesariamente de equivalencia) entre cosas diferentes que comparten elementos en común, y siempre habrá una conexión de resonancia entre los dos factores involucrados en la analogía en virtud de esos elementos que comparten en común.
Sobre el tema, cedo la palabra a André Barbault, cuyas luces son una guía que alumbra el camino de forma segura.
“El sistema de doce Casas, que completa el del Zodíaco, es, como éste, resultado de una evolución del pensamiento astrológico que, de entrada, no construyó un orden absoluto de la realidad.
Lo mismo que hubo un tiempo en que el Zodíaco no era de doce signos (Libra se inserta en él en fecha relativamente tardía), durante mucho tiempo la única subdivisión del movimiento diurno fue la de los cuatro puntos angulares del tema. A continuación, se vio que en cada ángulo se presenta una culminación precedida de una zona de elevación y seguida de una zona de declinación, lo que llevó a la versión del tema de ocho Casas.
De este sistema "octatopos" se pasó al sistema "dodecatopos", sistema de origen greco-egipcio.
Su formación es resultado de un proceso bastante análogo al sistema caldeo del Zodíaco. En lo que concierne a la génesis de éste, vemos aparecer el simbolismo de la Naturaleza vivida en tanto que experiencia anual del alma humana, respuestas psicogenéticas de la Psique a los estímulos cósmicos según el proceso inconsciente de "proyección" identificado por Jung. Paralelamente a esta psicología natural se han ido incorporando la mitología estelar, las alegorías y leyendas de los dioses y héroes solares (Osiris, Heracles, Gilgamesch) en sus viajes y aventuras a través de las doce estaciones eclípticas. Una serie de especulaciones. filosóficas completaron, finalmente, este bagaje zodiacal.
Al igual que el alma humana se ha visto impregnada del ritmo de las estaciones del Zodíaco, tampoco ha dejado de sufrir la influencia de las radiaciones cotidianas del curso del Sol; los poetas no se han cansado de evocar la alegre profusión de la mañana, la plenitud exaltante del mediodía, la quietud de la tarde, la calma de la noche. Wilhelm Knappich ha resaltado estas correspondencias asimilando felizmente los valores zodiacales a "la vida 'estacional' del alma" y las de las Casas al "día del alma" .
Aproximaciones bastante fructuosas han permitido, también, establecer relaciones precisas entre el círculo del movimiento diurno y los Elementos, las estaciones y las edades de la vida, siendo la mañana asimilada a la infancia, el mediodía a la madurez y el atardecer a la vejez. Algunos incluso se han dejado llevar por una especulación geométrica basando los valores del círculo en el simbolismo de los números 2, 3, 4 y 6.
Sea lo que fuere, el sistema hermético de las Casas se basa esencialmente en el simbolismo de la evolución del día, estando las doce Casas en correspondencia con las doce horas dobles del día babilónico, en relación, pues, con el curso del Sol y las imágenes de la vida corriente fruto de ésta. Además, analogías precisas señaladas más arriba permiten establecer una equivalencia simbólica entre el día y el año, entre las doce horas babilónicas y los doce meses del calendario. Al ser el grado del Ascendente el principio del ciclo diurno, como el 0° de Aries para el ciclo anual, han sido establecidas correspondencias precisas entre la Casa I y Aries, la Casa II y Tauro ... la Casa XII y Piscis.
En la medida en que puede considerarse que un factor astrológico se encuentra en grado de representar un elemento objetivo, diremos que el signo zodiacal es a la Casa que le corresponde lo que una disposición subjetiva a una realidad objetiva. Así, Tauro es un signo oral que se distingue por las tendencias adquisitivas, de posesión ... y la Casa II concierne a las finanzas, el dinero ganado por sí mismo, la fortuna. Las Casas son, en suma, los signos de un Zodíaco terrestre, de forma que sus significaciones no son más que una "materialización" de las tendencias del Zodíaco Celeste.”
Sintetizando lo apuntado por Barbault, los signos son el alma, el espíritu, las casas el cuerpo….
Alan de Los Mares
Bogotá Colombia
Alan de Los Mares
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