“UN ADMIRABLE TEXTO DE GUSTAV MEYRINK”
(Louis Pauwels Y Jacques Bergier en EL RETORNO DE LOS BRUJOS).
La llave que nos hará
dueños de la naturaleza interior está oxidada desde el Diluvio.
Se llama: velar.
Velar lo es todo.
El hombre está
firmemente convencido de que vela; pero, en realidad, está preso en una red de
sueño y de sueños que ha tejido él mismo. Cuanto más se aprieta la red, mejor
impera el sueño. Los que están sujetos por sus mallas son los durmientes que
caminan por la vida como rebaños de ganado llevados al matadero, indiferentes y
sin pensar.
Los soñadores sólo ven,
a través de las mallas, un mundo enrejado, no perciben más que aberturas
engañosas obran en consecuencia y no saben que estos cuadros son simplemente
los restos insensatos de un todo enorme. Estos soñadores no son, como tal vez
tú crees, los fantasiosos y los poetas: son los trabajadores, los sin reposo
del mundo, los que están roídos por la locura de obrar. Se parecen a los torpes
escarabajos laboriosos que suben a lo largo de un tubo liso para hundirse en él
en cuanto han llegado arriba. Dicen que velan, pero lo que creen que es vida no
es en realidad más que un sueño, determinado anticipadamente hasta en sus
menores detalles y sustraído a la influencia de su voluntad.
Ha habido y hay todavía
algunos hombres que sabían que soñaban, pioneros que avanzaron hasta las
murallas detrás de las cuales se ocultaba el yo eternamente despierto: videntes
como Descartes, Schopenhauer y Kant. Pero no poseían las armas necesarias para
el asalto de la fortaleza, y su llamada a combate no despertó a los durmientes.
Velar lo es todo.
El primer paso hacia
este fin es tan sencillo que un niño puede darlo. Sólo el que tiene el espíritu
falseado ha olvidado cómo se anda y permanece paralizado sobre sus dos pies,
porque no quiere prescindir de las muletas que ha heredado de sus predecesores.
Velar lo es todo.
¡Vela en todo lo que
hagas! No te creas ya despierto. No, tú duermes y sueñas.
Reúne todas tus fuerzas
y haz que por un instante resplandezca en todo tu cuerpo este sentimiento:
¡ahora, estoy en vela!
Si esto te da
resultado, reconocerás enseguida que el estado en que te encontrabas te parece
ahora un embotamiento y un sueño.
Éste es el primer paso
vacilante del largo, larguísimo viaje que conduce de la servidumbre al
todopoder. Avanza de esta manera, de despertar en despertar. No existe idea
atormentadora que no puedas rechazar de esta manera. Se queda atrás y ya no
puede alcanzarte. Te extiendes por encima de ella como la copa de un árbol se eleva
sobre las ramas secas.
El dolor se aleja de ti
como las hojas muertas cuando esta vela se apodera igualmente de tu cuerpo.
Los baños helados de
los brahmanes, las noches de vigilia de los discípulos de Buda y de los ascetas
cristianos, los suplicios de los faquires hindúes, no son más que ritos
esculpidos que indican que allí se elevaba el templo de aquellos que se
esforzaban en velar.
Lee las Escrituras
santas de todos los pueblos de la Tierra. Por todas ellas se desliza, como un
hilo rojo, la ciencia oculta de la vela. Es la escala de Jacob, que combate
toda la «noche» con el ángel del Señor, hasta que llega el «día» y obtiene la
victoria.
Tienes que subir uno
tras otro los peldaños del despertar, si quieres vencer a la muerte. El escalón
inferior se llama, ya, genio. ¿Cómo debemos llamar a los grados superiores?
Permanecen ignorados
por la muchedumbre y son tenidos por leyendas.
La historia de Troya
fue tenida por leyenda, hasta que al fin un hombre tuvo el valor de excavar por
sí mismo.
En este camino del
despertar, el primer enemigo que encontrarás será tu propio cuerpo. Lucharás
contigo hasta el primer canto del gallo. Pero si percibes el día del despertar
eterno que te aleja de los sonámbulos que creen ser hombres y que ignoran que
son dioses dormidos, entonces el sueño de tu cuerpo desaparecerá también y
dominarás el Universo.
Entonces podrás hacer
milagros, si así lo quieres, y no te verás obligado a esperar, como un humilde
esclavo, que un cruel dios falso tenga la amabilidad de llenarte de presentes o
de cortarte la cabeza.
Naturalmente, la
felicidad del perro fiel, servir a un dueño, no existirá ya para ti; pero, sé
franco contigo mismo: ¿querrías incluso ahora, cambiarte con tu perro?
No te dejes asustar por
el miedo de no alcanzar el fin de esta vida. El que ha encontrado este camino
vuelve siempre al mundo con una madurez interior que le hace posible la
continuación de su trabajo. Nace como «genio».
El sendero que te
muestro está sembrado de acontecimientos extraños: ¡muertos que has conocido se
levantarán y te hablarán! ¡No son más que imágenes! Se te aparecerán siluetas
luminosas que te bendecirán. No son más que imágenes, formas exaltadas por tu cuerpo,
el cual, bajo la influencia de la voluntad transformada, morirá de muerte
magnífica y se convertirá en espíritu, como el hielo, alcanzado por el fuego,
se disuelve en vapor.
Cuando te hayas
desprendido del cadáver que hay en ti, sólo entonces podrás decir: ahora el
sueño se ha alejado de mí para siempre. Entonces se habrá cumplido el milagro
en que los hombres no pueden creer -porque, engañados por sus sentidos, no
comprenden que materia y fuerza son la misma cosa- y el milagro de que, aun si
te entierran, no habrá cadáver en tu ataúd.
Sólo entonces podrás
diferenciar lo que es realidad de lo que es apariencia. Sólo encontrarás a
aquel que haya emprendido el camino antes que tú.
Todos los demás son
sombras.
Hasta allí no sabes si
eres la criatura más feliz o la más desgraciada. Pero no temes nada. Ni uno de
los que han tomado el sendero de la vigilia, aunque se haya extraviado, ha sido
nunca abandonado por sus guías.
Quiero darte una señal
por la que podrás reconocer si una aparición es realidad o sólo imagen: si se
acerca a ti, si tu conciencia se turba, si las cosas del mundo exterior son
vagas o desaparecen, desconfía. ¡Mantente en guardia! La aparición no es más
que una parte de ti mismo. Si no la comprendes, es sólo un espectro, sin
consistencia, un ladrón que consume una parte de tu vida.
Los ladrones que roban
la fuerza del alma son peores que los ladrones del mundo. Te atraen como fuegos
fatuos al pantano de una esperanza engañosa, para dejarte solo en las tinieblas
y desaparecer para siempre.
No te dejes cegar por
ningún milagro que parezca realizado en tu favor, por ningún nombre sagrado que
se den, por ninguna profecía que formulen, aunque ésta se cumpla; son tus
enemigos mortales, arrojados del infierno de tu propio cuerpo, y con los cuales
luchas por el dominio. Sabe que las fuerzas maravillosas que poseen son las
tuyas propias desviadas por ellos para mantenerte en la esclavitud. No pueden
vivir fuera de tu vida, pero, si los vences, se hundirán y se convertirán en
instrumentos mudos y dóciles que podrás emplear según tus necesidades.
Son innumerables las
víctimas que han hecho entre los hombres. Lee la historia de los visionarios y
de los sectarios y aprenderás que el sendero que sigues está sembrado de
cráneos. Inconscientemente, la Humanidad ha levantado contra ellos una muralla:
el materialismo. Esta muralla es una defensa infalible; es una imagen del
cuerpo, pero es también un muro de prisión que te impide la vista, Hoy andan
dispersos, y el fénix de la vida interior resucita de las cenizas en que ha
estado largo tiempo acostado como muerto, pero los buitres de otro mundo
empiezan a batir las alas. Por esto te pones en guardia. La balanza en que
deposites tu conciencia te mostrará cuándo puedes tener confianza en las
apariciones. Cuanto más despierta esté, tanto más pesará en tu favor.
Si un guía, un hermano
de otro mundo espiritual, se te quiere aparecer, debe poder hacerlo sin
despojar tu conciencia. Puedes acercar tu mano a su costado, como Tomás, el
incrédulo. Sería fácil evitar las apariciones y sus peligros. No tendrías que
hacer más que comportarte como un hombre corriente. Pero, ¿qué ganarías con
ello? Seguirías siendo un prisionero en la cárcel de tu cuerpo hasta que el
verdugo «Muerte» te llevase al patíbulo. El deseo de los mortales de ver los
seres sobrenaturales es un grito que despierta incluso a los fantasmas del
infierno, porque este deseo no es puro...; porque es avidez más que deseo,
porque quiere «asir» de un modo cualquiera en vez de gritar para aprender a
«dar».
Todos los que
consideran la Tierra como una cárcel, todas las gentes piadosas que imploran la
liberación, evocan sin darse cuenta el mundo de los espectros. Hazlo tú
también. Pero conscientemente. Para los que lo hacen inconscientemente, ¿existe
una mano invisible que pueda sacarlos del pantano que los absorbe? Yo no lo
creo así.
Cuando, en el camino
del despertar, cruces el reino de los espectros, comprenderás poco a poco que
son sencillamente ideas que puedes ver de pronto con tus ojos, porque el
lenguaje de las formas es diferente del del cerebro. Entonces llega el momento
en que se cumple la transformación: los hombres que te rodean se convertirán en
espectros. Los que has amado se convertirán de golpe en larvas. Incluso tu
propio cuerpo. No se puede imaginar soledad más terrible que la del peregrino
en el desierto, y quien no sabe encontrar el manantial de agua viva en él, se
muere de sed.
Todo lo que te digo se
encuentra en los libros de los hombres piadosos de todos los pueblos: el
advenimiento de un nuevo pueblo, la vigilia, la victoria sobre el cuerpo y la
soledad. Y, sin embargo, un abismo infranqueable nos separa de esas gentes
piadosas: creen que se acerca el día en que los buenos entrarán en el paraíso y
los malos serán arrojados en el infierno. Nosotros sabemos que llegará un
tiempo en que muchos se despertarán y serán separados de los durmientes, que no
pueden comprender lo que significa la palabra vela. Sabemos que no existe el
bueno ni el malo, sino sólo el justo y el falso. Creen que velar significa mantener
los sentidos lúcidos y los ojos abiertos durante la noche, de modo que el
hombre pueda hacer sus oraciones.
Nosotros sabemos que la
vigilia es el despertar del Yo inmortal y que el insomnio del cuerpo es una
consecuencia natural. Creen que el cuerpo debería ser abandonado y despreciado
porque es pecador. Nosotros sabemos que no hay pecado; el cuerpo es el
principio de nuestra obra, y hemos bajado a la Tierra para convertirlo en
espíritu. Creen que deberíamos vivir en la soledad con nuestro cuerpo para purificar
el espíritu. Nosotros sabemos que nuestro espíritu debe ante todo ir a la
soledad para transfigurar el cuerpo. Tú debes elegir el camino a tomar: el
nuestro o el suyo. Debes obrar según tu propia voluntad.
No tengo derecho a
aconsejarte. Es más saludable coger por propia decisión el fruto amargo de un
árbol que ver colgado un fruto dulce aconsejado por otro.
Pero no hagas como
muchos que saben que está escrito: examinarlo todo y conservar sólo lo mejor.
Hay que andar, no examinar nada y retener lo primero que viene.
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