Header Ads

LIBRA

Por André Barbault

saturno en libra, ascendente y sol en libra, venus regente de libra, astrología védica 2016, venus progresado

Simbolismo: Simboliza en la Naturaleza el equilibrio de los días y las noches, marcado por el predominio del mundo nocturno y el declive del mundo diurno que es el de la luz y el calor (caída del Sol). Los últimos frutos maduros se desprenden de los árboles; ésta es la prefiguración de una era de reposo, de relajación, de paz, en la que las formas exteriores van borrándose progresivamente ante la vida interior. Este crepúsculo otoñal de la Naturaleza se encuentra en dialéctica con una aurora del alma, simbolizada por la exaltación de Saturno, que valoriza las tendencias de desapego, desprendimiento, renuncia, victoria de lo espiritual sobre lo material.

El símbolo (los dos platillos de la balanza) significa tanto una relación de equilibrio entre dos alternativas, como una oposición de los contrarios y una asociación de los complementarios. A diferencia de Aries, brutal, anguloso, cuadrado, es el signo del camino del centro, de la medida, de los semitonos, de los matices; es un signo de Aire de naturaleza sutil y etérea bajo la tutela de Venus la tranquilizadora, la Venus-Afrodita de las rosas de otoño, ordenadora celeste del amor, de lo bello, de lo justo, inspiradora de las artes.
Psicología: La naturaleza de este tipo está basada en el equilibrio de dos temperamentos opuestos: uno nervioso (Saturno), delicado, refinado, evadiéndose de la materia o depurándola, y otro sanguíneo (Venus), volátil, destinado a realizarse a través de los intercambios, realizados con fluidez, con el medio ambiente. Es la conjunción del don venusino de la juventud y del agotamiento saturnino de la vida: nervioso expansivo o sanguíneo que ha perdido su riqueza plástica. El ser se inclina pues alternativamente hacia la espontaneidad y la meditación, el abandono y el temor, la llamada y el retroceso ante la vida ... Naturaleza del “justo medio", inclinada a los compromisos, concesiones y términos medios, pero también a las posiciones tibias y a las actitudes del "nadar y guardar la ropa". Ponderación, tolerancia, pacifismo, sentimiento de ecuanimidad. Carácter social, adaptable, a veces oportunista, amable, delicado, gracioso y armonioso, pero voluntad débil, desarmada tanto por la indecisión y la duda entre dos solicitaciones opuestas, como por el deseo de agradar. Disposición más afeminada que viril en detrimento de la voluntad de poder y en beneficio del refinamiento estético o espiritual.

Dialéctica: Este tipo da, según el predominio de Júpiter o Saturno, del Sol o de la Luna:

a) El Sentimental extrovertido que se expande simpatizando y entregándose, que se siente apegado al mundo por toda una red de lazos, de afecciones y da curso libre a sus impulsos generosos que le arrojan en brazos del otro, animando su sentimiento todo lo que toca a través de su calor comunicativo.

Sabe ganarse los corazones y atraerse a la gente. Este ser hospitalario es de una acogida espontánea, que se extiende en abanico a todo su entorno, a todo el medio, próximo o lejano, al que se apega y abandona.

a) El Sentimental introvertido: de extensivo el sentimiento se convierte en intensivo; se concentra sobre una sola persona en lugar de desgranarse con gracia. Si existe más intensidad, existe también más fragilidad por la inquietud en quehace vivir; puede retirarse para evitar la rudeza exterior. Su carácter está hecho de reservas y silencios, con una estabilidad en el humor que le presta una calma agradable, pero esta superficie aparentemente tranquila no deja de cubrir agudas pasiones de sensibilidad más o menos dolorosa.

Destino: Le falta agresividad conquistadora, lo que le da desventajas en la lucha por la vida y no hace de él un hacedor de fortuna. Pertenece a la raza de esos seres sensibles y refinados que se construye una existencia agradable y armoniosa, al margen de los grandes anhelos terrestres y en la que los valores del "ser" poseen prioridad sobre los valores del "tener". Triunfa más particularmente por su sentido asociativo y cooperativo, en colaboración, y sufre fuertemente la huella conyugal, buena o mala.

Libra por el Sol, Mercurio y Marte en el signo, con dominante venusina y lunar, Enrique III es el tipo de príncipe delicado, que prefirió siempre a la caza y a la vida física las alegrías del espíritu, los placeres femeninos y todos los refinamientos del Renacimiento. También es, respecto a su tiempo, la encarnación de una civilización de la que ninguna otra conoció su refinamiento. Sabemos del tiempo que consagraba a su aseo personal: barberos, perfumistas, modistas, masajistas... permitían que el augusto personaje llegara al Consejo de Estado ataviado, maquillado, embellecido: bigotes alisados, pendientes, cadenas de orfebrería, satenes o terciopelos, pañuelo, abrigo, gorgueras, guantes. Este príncipe liberal, cuya política oscila entre las dos facciones religiosas rivales, hará prodigios de equilibrista entre estas dos pasiones contrarias. Muy distinto sin duda es el marciano-jupiteriano, Enrique IV, que le sucede: no será, en absoluto, hombre de refinamientos y estética. Pero el signo de Libra, que ocupa su Ascendente y su Júpiter, no es, por ello, menos perceptible en la trama de su carácter social, flexible, conciliador, oportunista y en su manera de predicar por doquier se enfrentan las rivalidades religiosas, la conciliación y la calma. Su inquietud religiosa será quizá por momentos ambigüa: oscilaciones de su fiel interior, abjurará del protestantismo, revocará su abjuración forzada y, finalmente, se convertirá al catolicismo, pensando que "París bien vale una misa". Su política religiosa se apoyará en los moderados de ambas religiones; lo que querrá es ser el fiel de ambos partidos: rey de los católicos y los protestantes, acostumbrando a los franceses a la coexistencia de ambas confesiones. Una vez en el poder, impondrá una autoridad cada vez más creciente, a la manera amena y sonriente de su signo. Bajo su penacho de plumas blanco, este pacífico Libra (1) calmará los espíritus, detendrá las espadas y realizará la triple pacificación política, religiosa y extranjera. Libra como su padre -esta vez por la presencia del Sol, Luna y Júpiter en el signo, pero saturnino-, Luis XIII es tan sentimental e introvertido como Enrique IV lo es extrovertido. Rey social, dedicado al bienestar público, humano, tolerante y preocupado por la justicia, consolidará la paz religiosa a través del "Edicto de Gracia". El rasgo Libra de su reinado se encuentra en la gran y larga colaboración con Richelieu (que tiene el Ascendente en Libra). Aunque el gran ministro desempeñó en él la parte preponderante, es equivocado el menospreciar el papel del monarca. Uncidos ambos al timón del estado, el rey irá mano a mano con su ministro, en contacto cotidiano con él, protegiéndole contra sus enemigos y sacrificándole su madre, testimoniándole una confianza constante a despecho de una afección ambivalente. Richelieu tomó en mano la diplomacia y apoyó la acción del Rey en las alianzas, mientras que Luis XIII detentó el poder en el interior y fue dueño del Ejército. Tuvo "el don Libra" de desaparecer tras el genio de su ministro y su colaboración duró hasta la muerte de ambos, con cinco meses de intervalo. El Sol y Mercurio en Libra son igualmente observables en Luis-Felipe, príncipe afable, cortés, seductor, adicto a los principios de moderación liberal, monarca rodeado de instituciones republicanas, instaurador de un gobierno del "justo medio'', y que dio dieciocho años de paz al país. Menos perceptible es el Sol-Libra (se encuentra solo, es verdad) de Carlos X (su fiel interior oscila entre los extremos de joven príncipe libertino y viejo rey devoto), demasiado marcado por una rúbrica planetaria contraria.