EL SIGNO DE LIBRA
André
Barbault
Simbolismo:
Simboliza en la Naturaleza el equilibrio de los días y las noches, marcado por
el predominio del mundo nocturno y el declive del mundo diurno que es el de la
luz y el calor (caída del Sol). Los últimos frutos maduros se desprenden de los
árboles; ésta es la prefiguración de una era de reposo, de relajación, de paz,
en la que las formas exteriores van borrándose progresivamente ante la vida
interior. Este crepúsculo otoñal de la Naturaleza se encuentra en dialéctica con
una aurora del alma, simbolizada por la exaltación de Saturno, que valoriza las
tendencias de desapego, desprendimiento, renuncia, victoria de lo espiritual
sobre lo material. El símbolo (los dos platillos de la balanza) significa tanto
una relación de equilibrio entre dos alternativas, como una oposición de los
contrarios y una asociación de los complementarios.
A
diferencia de Aries, brutal, anguloso, cuadrado, es el signo del camino del
centro, de la medida, de los semitonos, de los matices; es un signo de Aire de
naturaleza sutil y etérea bajo la tutela de Venus la tranquilizadora, la
Venus-Afrodita de las rosas de otoño, ordenadora celeste del amor, de lo bello,
de lo justo, inspiradora de las artes.
Psicología:
La naturaleza de este tipo está basada en el equilibrio de dos temperamentos
opuestos: uno nervioso (Saturno), delicado, refinado, evadiéndose de la materia
o depurándola, y otro sanguíneo (Venus), volátil, destinado a realizarse a
través de los intercambios, realizados con fluidez, con el medio ambiente. Es
la conjunción del don venusino de la juventud y del agotamiento saturnino de la
vida: nervioso expansivo o sanguíneo que ha perdido su riqueza plástica. El ser
se inclina pues alternativamente hacia la espontaneidad y la meditación, el
abandono y el temor, la llamada y el retrocesoante la vida ... Naturaleza del
“Justo medio", inclinada a los compromisos, concesiones y términos medios,
pero también a las posiciones tibias y a las actitudes del "nadar y
guardar la ropa". Ponderación, tolerancia, pacifismo, sentimiento de
ecuanimidad. Carácter social, adaptable, a veces oportunista, amable, delicado,
gracioso y armonioso, pero voluntad de ecuanimidad. Carácter social, adaptable,
a veces oportunista, amable, delicado, gracioso y armonioso, pero voluntad débil,
desarmada tanto por la indecisión y la duda entre dos solicitaciones opuestas,
como por el deseo de agradar. Disposición más afeminada que viril en detrimento
de la voluntad de poder y en beneficio del refinamiento estético o espiritual.
Dialéctica:
Este tipo da, según el predominio de Júpiter o Saturno, del Sol o de la Luna:
a) El Sentimental
extrovertido que se expande simpatizando y entregándose, que se siente apegado
al mundo por toda una red de lazos, de afecciones y da curso libre a sus
impulsos generosos que le arrojan en brazos del otro, animando su sentimiento
todo lo que toca a través de su calor comunicativo. Sabe ganarse los corazones
y atraerse a la gente. Este ser hospitalario es de una acogida espontánea, que
se extiende en abanico a todo. su entorno, a todo el medio, próximo o lejano,
al que se apega y abandona.
a) El Sentimental
introvertido: de extensivo el sentimiento se
convierte en intensivo; se concentra sobre una sola persona en lugar de
desgranarse con gracia. Si existe más intensidad, existe también más fragilidad
por la inquietud en que hace vivir; puede retirarse para evitar la rudeza
exterior. Su carácter está hecho de reservas y silencios, con una estabilidad en
el humor que le presta una calma agradable, pero esta superficie aparentemente
tranquila no deja de cubrir agudas pasiones de sensibilidad más o menos
dolorosa.
Destino:
Le falta agresividad conquistadora, lo que le da desventajas en la lucha por la
vida y no hace de él un hacedor de fortuna. Pertenece a la raza de esos seres
sensibles y refinados que se construye una existencia agradable y armoniosa, al
margen de los grandes anhelos terrestres y en la que los valores del
"ser" poseen prioridad sobre los valores del "tener".
Triunfa
más particularmente por su sentido asociativo y cooperativo, en colaboración, y
sufre fuertemente la huella conyugal, buena o mala.
REY
ENRIQUE III DE FRANCIA
Libra
por el Sol, Mercurio y Marte en el signo, con dominante venusina y lunar,
Enrique III es el tipo de príncipe delicado, que prefirió siempre a la caza y a
la vida física las alegrías del espíritu, los placeres femeninos y todos los
refinamientos del Renacimiento. También es, respecto a su tiempo, la encarnación
de una civilización de la que ninguna otra conoció su refinamiento. Sabemos del
tiempo que consagraba a su aseo personal: barberos, perfumistas, modistas,
masajistas ... permitían que el augusto personaje llegara al Consejo de Estado
ataviado, maquillado, embellecido: bigotes alisados, pendientes, cadenas de orfebrería,
satenes o terciopelos, pañuelo, abrigo, gorgueras, guantes. Este príncipe
liberal (2), cuya política oscila entre las dos facciones religiosas rivales,
hará prodigios de equilibrista entre estas dos pasiones contrarias.
Muy
distinto sin duda es el marciano-jupiteriano, Enrique IV, que le sucede: no
será, en absoluto, hombre de refinamientos y estética. Pero el signo de Libra,
que ocupa su Ascendente y su Júpiter, no es, por ello, menos perceptible en la
trama de su carácter social, flexible, conciliador, oportunista y en su manera
de predicar por doquier se enfrentan las rivalidades religiosas, la
conciliación y la calma. Su inquietud religiosa será quizá por momentos
ambigüa: oscilaciones de su fiel interior, abjurará del protestantismo,
revocará su abjuración forzada y, finalmente, se convertirá al catolicismo,
pensando que "París bien vale una misa". Su política religidsa se
apoyará en los moderados de ambas religiones; lo que querrá es ser el fiel de
ambos partidos: rey de los católicos y los protestantes, acostumbrando a los
franceses a la coexistencia de ambas confesiones. Una vez en el poder, impondrá
una autoridad cada vez más creciente, a la manera amena y sonriente de su signo.
Bajo su penacho de plumas blanco, este pacífico Libra (1) calmará los
espíritus, detendrá las espadas y realizará la triple pacificación política,
religiosa y extranjera. Libra como su padre -esta vez por la presencia del Sol,
Luna y Júpiter en el
signo,
pero saturnino-, Luis XIII es tan sentimental e introvertido como Enrique IV lo
es extrovertido. Rey social, dedicado al bienestar público, humano, tolerante y
preocupado por la justicia, consolidará la paz religiosa a través del
"Edicto de Gracia". El rasgo Libra de su reinado se encuentra en la
gran y larga colaboración con Richelieu (que tiene el Ascendente en Libra).
Aunque el gran ministro desempeñó en él la parte preponderante, es equivocado
el menospreciar el papel del monarca. Uncidos ambos al timón del estado, el rey
irá mano a mano con su ministro, en contacto cotidiano con él, protegiéndole contra
sus enemigos y sacrificándole su madre, testimoniándole una confianza constante
a despecho de una afección ambivalente. Richelieu tomó en mano la diplomacia y
apoyó la acción del Rey en las alianzas, mientras que Luis XIII detentó el
poder en el interior y fue dueño del Ejército.
Tuvo
"el don Libra" de desaparecer tras el genio de su ministro y su
colaboración duró hasta la muerte de ambos, con cinco meses de intervalo. El
Sol y Mercurio en Libra son igualmente observables en Luis Felipe, príncipe
afable, cortés, seductor, adicto a los principios de moderación liberal,
monarca rodeado de instituciones republicanas, instaurador de un gobierno del
"justo medio'', y que dio dieciocho años de paz al país. Menos perceptible
es el Sol-Libra (se encuentra solo, es verdad) de Carlos X (su fiel interior
oscila entre los extremos de joven príncipe libertino y viejo rey' devoto),
demasiado marcado por una rúbrica planetaria contraria.
(1)
. Hay que señalar que sufría crisis de cólicos nefríticos.
(2)
Urano conjunción Sol, regente del Asc
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