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ANDRÉ BARBAULT Y SU VISIÓN DE LA ASTROLOGÍA


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Me ha parecido oportuno insertar algunos extractos de conceptos vertidos por André Barbault en su obra TRATADO PRÁCTICO DE ASTROLOGÍA. Las opiniones del autor son de palpitante actualidad y considero que deberían ser examinadas juiciosamente y tenidas muy en cuenta en todo lo que pesan y valen. Barbault marcó una impronta difícil de borrar en la historia de esta disciplina en el siglo XX, sobre todo en el campo de la astrología mundial, y aunque cuenta con un gran número de detractores no por ello deja de ser menos valioso y consistente su pensamiento. Dice así:
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"¿Qué se entiende por tradición astrológica? Históricamente hablando, ésta comprende las enseñanzas grecolatinas: el ASTRONÓMICO de Manilius (siglo I), el QUADRIPARTIT y el CENTILOQUE de Ptolomeo (siglo II), los libros de MATEMÁTICA DE LOS ASTROS de Firmicus Maternus ( siglo IV); Las aportaciones de los astrólogos árabes entre los siglos VIII y XV (Albumazar, Albategnius, Almanzor, Haly); Finalmente los de la cristiandad, del renacimiento en el siglo XVIII: Las obras de Guaric, Ferrier, Junctin y Morin, para no citar más que los nombres más importantes. Psicológicamente hablando, esta tradición tomada globalmente forma una masa de materiales, acumulados de siglo en siglo junto con la marca de las civilizaciones, cuya suma es de una homogeneidad dudosa y cuyas enseñanzas, espesas y difusas, presentan un valor desigual.

Se comprenderá entonces que nos hemos muy bien guardado de integrar todos los factores tradicionales: No hemos conservado más que los elementos esenciales, las piezas “ clásicas” dentro del estilo de Ptolomeo y de Morin. ¿Quiere ello decir,no obstante,que hay que cerrarse a la asimilación de factores insuficientemente verificados, pero susceptibles de aportar un perfeccionamiento de nuestra disciplina? Ciertamente no, y por ello investigadores contemporáneos se han orientado a la integración de elementos antiguos, con la esperanza de obtener una especie de “ refinamiento” de nuestro conocimiento. Y con esta intención se ha creado un interés por temas de segundo orden como los decanatos, las partes, los medio-puntos y los grados monómeros.

Así como el zodiaco ha sido dividido en 12 signos, lo ha sido igualmente en 36 zonas de 10º llamadas DECANATOS. Cada decanato ha sido situado bajo la regencia de un planeta del septenario tradicional, pero han sido propuestos dos sistemas de repartición: Uno distribuye los planetas en su orden de velocidad y repartición geocéntrica: Saturno está en el tercer decanato de Tauro, Júpiter en el 1º, Marte en el 2º y el sol en el tercer decanato de Tauro, Júpiter en el 1º, Marte en 2º y el sol en el tercer decanato de Géminis; Venus en el 1º, Mercurio en el 2º y la Luna en el tercer decanato de Cáncer; Y, así, a continuación. El otro reparte los planetas haciendo de cada signo una triplicidad en miniatura, en función del principio que quiere que el todo esté  en la parte: En el primer decanato de Aries es Marte, el 2º del Sol (Leo) y el tercero de Júpiter (Sagitario); El primer decanato de Leo es del Sol, el 2º de Júpiter (Sagitario) y el 3º de Marte (Aries), etc.Ciertamente, podemos admitir, a priori, que pueden existir matices en el valor de las tendencias dentro de cada signo pero, una vez hecho este acto de fe, ¿En qué sistema de referencia hay que fiarse? Por lo que sabemos ninguna verificación seria de estos decanatos ha sido jamás intentada (y lo mismo sucede respecto a los TÉRMINOS, que son franjas zodiacales irregulares de 3º a 8º de extensión); No puede pues tomárselos en consideración en la interpretación, pero constituyen un problema a considerar dentro del programa de investigaciones. Otro tanto puede decirse de las 28 MORADAS LUNARES que escalonan el zodíaco de 13 en 13º aproximadamente.

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Los astrólogos árabes han añadido a los elementos clásicos gran cantidad de nuevos factores de interpretación, todos ellos surgidos de la relación de tres puntos clásicos: Èstos son las PARTES o “ suertes” ( de la muerte, de la mala suerte, del amor, de la belleza, de los poderes, de los hijos, de las tierras, de los peligros, etc….¡ hay cerca de un centenar!) de las que dichos astrólogos han atestado los  temas ¿Hace falta decir que esta proliferación de factores constituye la flor y nata de la astrología en la fase de pensamiento mágico? Sin embargo hay que señalar que, a partir de la tradición grecolatina la mayoría de astrólogos han tomado en consideración un factor de este tipo: LA PARTE DE LA FORTUNA. Su cálculo se hace tomando la distancia que separa a la luna del sol, siguiendo el orden de los signos, y contando esta distancia a partir del ascendente (se toma siempre el sol como punto de partida). Siendo su fórmula los puntos AS+ ( luna-sol).  Este dato es considerado como un factor de suerte en general. Este no es un factor astronómico.Es un lugar de RELACIONES de puntos astronómicos. Aunque no inspire confianza (por algo será su denominación), no podría rechazàrsela a priori, aunque ninguna verificación sistemática haya sido realizada. Si la parte es el lugar de una relación de tres factores, el MEDIO-PUNTO es simplemente el lugar (grado) equidistante a dos planetas o entre un planeta y un ángulo del cielo. Comprendemos fácilmente que el Medio-punto es la expresión de un concurso de fuerzas o de una relación que merece nuestra consideración; es un factor que contribuye a extraer la estructura simétrica de un tema (en Luis XIV, por ejemplo, vemos aparecer una notable arquitectura que integra a 6 de los 7 planetas antiguos: Júpiter es Medio -punto de Marte – Sol,encontrándose ambos a la misma distancia de Saturno en oposición a la Luna - Venus) y una escuela alemana contemporánea incluso ha creado un método de interpretación sobre su principio (el método Ebertin). Pero,por serio que sea este factor y apreciable que sea su aportación, no debe sustituir a lo primordial alejándonos de la gran arteria central que constituye, en el campo de la interpretación, la posición de los cuerpos celestes.

Existe toda una literatura astrológica que se ha dedicado a darnos para cada grado del Zodíaco un contenido de interpretación: escena, alegoría o imagen simbólica. Nos libraremos mucho de rechazar a priori la hipótesis de una cualidad específica de cada grado zodiacal, pero no existe ninguna demostración digna de este nombre respecto a una base auténtica de estos grados MONÓMEROS, sin contar con que esta verificación no es fácil de realizar. Además, al confrontar las distintas fuentes a las que se puede acudir, nos ahogamos en un dédalo de contradicciones laboriosas, al mismo tiempo que las imágenes simbólicas de la mayoría de grados constituyen enigmas o abarcan una tal cantidad de posibilidades que hay como para perderse.Se desconoce qué principio analógico preside la elaboración de esta lotería de 360º o se suponen en varios, pero ¿cual es bueno? Por ello no dejaremos de recomendar prudencia frente a esta fuente de informaciones, al menos en el estado actual de cosas. Existen aún otros factores a considerar.Señalemos sobre todo LAS HORAS PLANETARIAS, sistema que coloca a las horas del día bajo la tutela de un planeta.

He aquí,en líneas generales,el repertorio de piezas inscritas en el programa de verificación de la astrología tradicional. Nunca sería demasiado precisar que, por interesantes o seductoras que parezcan que sean estas partes, se presentan al margen de la interpretación clásica; constituyen de alguna forma problemas “ periféricos” respecto al cuerpo central del método. En la medida en que puedan ser válidas, estas materias son susceptibles de integrarse al edificio con el fin de completarlo.

Es imposible ser objetivo frente a estos temas tan oscuros o desconocidos, pero que por una razón práctica, los tenemos personalmente como sospechosos, cuando no en reserva. La astrología necesita construirse; Y lo logrará mejor concentrándose sobre lo esencial para asegurarse un pleno dominio, más que dispersándose en multitud de factores heterogéneos. Desde hace un cierto número de años, se ha visto surgir, a nivel astrológico, una fauna de métodos y sistemas personales que han complicado más que enriquecido y que sobre todo han testimoniado la impotencia de sus creadores, insuficientemente formados en la escuela clásica. Cada cosa a su tiempo: En primer lugar, hay que tener las ideas claras respecto a lo esencial de nuestro tema, aclarándolo y librándolo a toda su límpida simplicidad. Y únicamente a partir de este dominio, tras habernos situado en este nivel central y estructural, será posible solucionar dichos problemas periféricos.

Mucho más imperiosa que la integración de nuevos datos, tradicionales o modernos, es la asimilación de factores primordiales. Pues todavía quedan muchos puntos oscuros para estudiar, lagunas a llenar, esfuerzos a realizar, antes que la lectura del tema sea suficientemente satisfactoria.

Son las dificultades, de alguna forma internas, inherentes a la materia tratada: La vida humana, y al ángulo simbólico desde el que la captamos  ¿Hay que asombrarse de ello si los símbolos que tratamos poseen una naturaleza polivalente y dialéctica? Ahora bien, lo que constatamos respecto a las propiedades dialécticas del símbolo, lo observamos igualmente respecto a su polivalencia.

Vemos pues que no todo està reglamentado en el conocimiento astrológico. Lo contrario por lo demás no habría hecho más que suscitar sospechas sobre el valor mismo de este conocimiento. Pero éste es perfeccionable.

Tampoco hay que correr el peligro de pedir demasiado a la astrología, esperar de ella más de lo que puede dar. Puesto que esta trata sobre el ser último, su naturaleza y su destino, el hombre posee, en general, frente a ella una actitud impregnada de mentalidad mágica: con la astrologìa no se tiene derecho a engañarse y si el deber de saberlo todo… incluso sus adversarios tienen esa actitud irracional. Ahora bien, si actualmente éste es un conocimiento que se está formando, que se perfecciona, que obtiene resultados apreciables, es todavía un conocimiento en marcha, que se plantea mil problemas, que comporta mil oscuridades: un conocimiento muy imperfecto, en una palabra, y que no puede, de ninguna forma, tener la pretensión de satisfacer la avidez del saber humano en su terreno mismo. Es como los demás conocimientos humanos: Psicología,medicina….-Y menos avanzada que éstos- que todavía tienen mucho por descubrir. Hay, pues, que aceptar la situación tal cual es.

Alan de Los Mares

Bogotá Colombia