Header Ads

INTERPRETACIÓN DE LA REVOLUCIÓN SOLAR

Por Adolph Weiss
interpretación de la carta natal védica, revolución solar y ciencia védica, consultas astrología védica colombia, estudio astrológico méxico, orissa mizar astrología védica,
Antes de suministrar puntos de referencia para interpretar revoluciones solares, deseo ceder la palabra al maestro Morin, quien en el libro XXIII de su obra (1) se ocupa de este tema, tan importante como difícil. Reprueba ante todo en un prefacio las faltas que sus precursores y contemporáneos cometen en la interpretación. Luego de discutir bastante circunstanciadamente la diferencia -ininteresante para nosotros en este lugar- entre la revolución de la natividad y la mundana, se dedica al tema -aquí tampoco esencial- de las revoluciones de los planetas, con excepción de las del Sol y la Luna , queriendo que se les atribuya cierto valor, aunque ninguno exagerado.
En cambio, destaca, por supuesto, el valor de las revoluciones del sol natal, y como prueba de que también los antiguos ya sustentaban esta opinión, menciona el siguiente fragmento del filósofo Hermes:

"La utilidad de conocer las cosas y sus efectos sobre los hombres se pone de manifiesto por la revolución del año. Porque todos, los babilonios como los hindúes, los persas y los egipcios, tanto los reyes como el pueblo, no se atrevían a emprender cosa alguna en un año, sin haber examinado antes la revolución de su año natal. Y si les parecía que el año fuese bueno, emprendían la obra, desistiendo de ella, sin embargo, en el caso contrario. Los reyes consultaban las natividades de sus generales y controlaban las revoluciones de sus propios años, y si les parecía que la revolución de uno de los generales significara poderío y victoria para el rey, lo enviaban contra los enemigos, licenciándolo en el caso contrario. Y no sólo eran las natividades de sus generales las que observaban, sino también las de sus embajadores, para saber si la revolución de los mismos indicaba un fin exitoso. Los enviaban en caso de que las revoluciones abrieran buenas perspectivas; en cambio, si las perspectivas parecían menos buenas, enviaban, en vez de aquéllos, a otros embajadores cuyas revoluciones anuales prometían éxitos favorables. Asimismo, era usual que los reyes si en un año cualquiera de su cuadro celeste natal veían un obstáculo a alguna de sus empresas, desistían simplemente de diligenciada. En forma igual trataban tanto los reyes como el pueblo de averiguar mediante las revoluciones anuales los remedios, comidas y bebidas útiles para ellos y las favorables ocasiones de compra y venta, y se aprovechaban del momento oportuno para todo esto, desistiendo de todo cuanto fuera perjudicial durante este año. Con esto formaban su juicio tanto según sus propias natividades como según las de otras personas. Si los hombres querían engendrar hijos,escudriñaban no sólo su propio año, sino también el de la mujer, cohabitando con ellas si las figuras indicaban descendencia, y buscando, en el caso contrario, a otras mujeres cuyas natividades indicaban que darían a luz hijos. Por consiguiente, la revolución anual es muy útil y provechosa".

A continuación, Morin recalca la necesidad de que exista un gráfico solar exacto. Se extiende algo circunstanciadamente sobre las razones de por qué esta figura no ha de establecerse para la latitud del lugar natal,sino para la del paradero actual del nativo; refuta también la objeción de que de esta manera el nativo puede sustraerse a su destino astrológicamente expresado o que el establecimiento de la figura de la revolución para aquel lugar electivo menoscaba la seguridad de la predicción sacada de la natividad en virtud de las direcciones, y subraya que el valor de las direcciones es superior al de la revolución, la cual no es significativa sino hasta donde está de acuerdo con las primeras.

Luego pasa al cálculo de la figura de la revolución, capítulo que demuestra claramente las dificultades con que el astrólogo de aquella época tenía que luchar en el dominio puramente técnico, y después discute que los cuerpos celestes de la revolución deben ser considerados según las reglas de la teoría de las determinaciones tan rigurosamente como los de la figura natal, pero que la vigencia temporal de estas determinaciones sólo abarca el año de la revolución de referencia. Sus exposiciones sobre este tema son tan fundamentales que las cito aquí textualmente:

"Cómo hay que determinar, esto es algo que ha de comprenderse en el sentido de los preceptos que siguen:

En el cuadro celeste natal han de determinarse el cielo entero, todas sus partes así como todos los planetas y todos los acontecimientos presentes y futuros, y esto no separadamente para cada uno de ellos, sino todo en su conjunto; vale decir, pues, que no debe ser determinada cada una de las partes celestes en sí, ni cada uno de los planetas en sí en relación con todas las vivencias del nacido, sino todas las partes celestes y todos los destinos del nacido, por corresponderles precisamente este mismo cuadro natal, el que contiene en su particularidad aquellos destinos, indicándolos por primera vez.

Pero ello no obstante, la determinación de cada planeta radical aislado contiene en sí los destinos durante toda la vida, como este mismo planeta puede provocarlos por direcciones, revoluciones y tránsitos de este mismo planeta.

En cambio, en el caso de la revolución anual del sol, el cielo y los planetas son determinados hacia los acontecimientos futuros, desde luego,tan sólo para la duración de esta revolución, cuya figura corresponde a estos destinos. Por lo tanto, no son determinados en sí, tal como sucede en el momento natal, sino sólo en consideración a la natividad, es decir, como eficaces para los acontecimientos especiales. Ahora bien, aunque en la revolución tanto las divisiones del cielo como los planetas se determinan en relación con el nativo de acuerdo con el significado de las casas que ocupan, dominan o alcanzan con sus aspectos, siguen manteniendo siempre, además, su determinación primitiva y actúan en el sentido de esta determinación primitiva también en la revolución. Si, por ejemplo, Marte se colocaba primitivamente en la casa VIII, no sólo su lugar radical, sino él mismo, dondequiera que se aloje en las diversas revoluciones, deberá ser contemplado como anareta o indicador primitivo de la muerte, y esta su determinación original deberá ser combinada con la nueva que le cabe en la revolución de referencia, ya sea en virtud de la casa, ya sea en virtud de l'as demás circunstancias del cuadro celeste.

Es en esta forma, pues, que la nueva determinación, distinta en cada uno de los años, lleva consigo la primitiva, efectuándola a su vez, ya que,como fue dicho, aquella primitiva sigue siendo válida muy generalmente para toda la duración de la vida del nativo. Por consiguiente, si Marte llega por la revolución desde la casa VIII al Asc. natal, se presenta para el nativo la amenaza de la muerte, de una enfermedad o de riesgo de la vida.

Y si, fuera de ello, ese Marte se sitúa en la casa VII de la revolución (es decir que el punto eclíptico del Asc. radical junto con Marte se sitúa en la casa VII del horóscopo anual; Dr. A. W.), hay que temer que luchas, riesgo de la vida o la muerte por enemigos abiertos o por su partícipe matrimonial le sean casi seguros; y asimismo se indicarán enfermedad o peligro de muerte en caso de que Marte llegue desde VIII  radical al Asc. de la revolución, y en un grado aún mucho mayor, en caso de que el mismo Asc. se encuentre en el lugar radical de Marte, y Marte mismo, en el Asc. Lo mismo rige para las demás partes del cielo.

Si, por ejemplo, el Asc. natal llega a la casa VIII de la figura solar (VIII. s), o la Cc VIII radical al Asc. de la revolución, se indicarán en ambos casos enfermedad o peligro de muerte.

Ahora bien, tanto el radical lugar marcial, el' que sigue unido con el mismo punto celeste, como Marte mismo, el que continúa moviéndose en la bóveda celeste, recibirán en las diversas revoluciones un significado que cambiará, según el caso, en relación con la figura entera, y de ahí que es dable preguntar cuál de las nuevas determinaciones tiene preferencia y es más eficaz, la del radical lugar marcial o la de Marte mismo, aun cuando se considere, además, su significado y determinación primitivos.

Digo yo, sin embargo, que el significado del lugar radical de Marte tiene la preferencia y es más eficaz, por lo cual es él quien debe ser tomado en cuenta en primer término también en las revoluciones de acuerdo con las posiciones celeste y terrestre (es decir, zodiacal y local; Dr. A. W.) de ambos lugares en la revolución, y de acuerdo con sus aspectos. De ahí que, si Marte vuelve a su lugar radical, la determinación de ese mismo lugar en la revolución será la más fuerte, y esto a causa de la unidad del lugar y la posición. Lo mismo rige para los demás planetas e indicadores. Es esto lo que revela muy a las claras también el lugar radical del Sol en aquellas revoluciones en que su determinación es la misma que la del lugar del Sol movido, y en que las posiciones de los dos, del celeste y del terrestre, son iguales según el signo y la casa en la revolución, puesto que en este caso ambos lugares son una misma cosa. Porque, fuera de ello, los planetas son determinados en la revolución en nuevo sentido hacia el nativo; según el significado de las casas en que se encuentran, determinan a su vez también las partes del cielo por ellos ocupadas hacia el nativo, tal como sucede en el momento natal.

Y si estas partes ya estaban determinadas desde la rádix, ya sea según las cúspides de casas, ya sea según los lugares de los planetas o de sus aspectos, tal determinación será fuerte y eficaz en la revolución, según la categoría y la fuerza de ese lugar. Sin embargo, si alguna parte del cielo radical no estaba determinada, sino distinta de otras (según su naturaleza) o plácticamente separada de ellas, tal determinación sólo será débil, a menos que el planeta determinador sea reforzado por su posición en la figura o por sus relaciones con otros. Con que, si Marte colocado en la casa VIII radical o el regente de esta última llegan en la revolución al lugar del regente del Asc. radical o al menos a una cuadratura pláctica con este lugar, indicarán riesgo de la vida o enfermedad. Pero si no se vinculan al menos plácticamente con ningún lugar de la figura radical, no determinarán sino muy débilmente la parte en que se encuentran, y sólo tendrán un efecto muy débil, excepto que lleguen a colocarse en el Asc. o en las casas XII u VIII, respectivamente, de la figura solar; en estos casos impartirán una determinación muy eficaz, porque es igual o análoga a la que tienen en la rádix.

Es por esta razón que la determinación de los astros en la revolución siempre ha de relacionarse con su primitiva, la que sigue siendo fundamental y decisiva para el transcurso de la vida y lleva consigo su eficacia a la revolución; porque constituye como causa primera el punto de partida de la segunda, la que, sin embargo, reacciona sobre la primera, determinándola a su vez cualitativamente. Es así, pues, que la determinación de los planetas en una revolución tiene un efecto decisivo especial en algún sentido, pero su significado general procede desde la determinación radical.

Porque, si la revolución actuara independientemente y sin tal relación,el destino determinado por el nacimiento se anularía siempre de nuevo por las revoluciones, y estas últimas podrían disponer de la natividad y hasta obrar contra ella, la cual, por tanto, ya no merecería confianza alguna, lo que corre contra la más evidente experiencia.

Fuera de ello, ha de observarse que la determinación natal persiste durante toda la vida, y esto por la razón de que durante toda la vida del nativo se enfilan sucesivamente los efectos de los tránsitos planetarios sobre el Asc., el MC, el Sol, la Luna y los demás lugares de la natividad. En cambio,la determinación de la revolución no perdura más que la revolución misma, es decir que comprende tan sólo el año de la revolución solar en cuestión, como tampoco los tránsitos planetarios sobre los lugares de la revolución tienen efectos extendidos a más allá del período de esta revolución.

Pero esto no impide que la revolución. produzca efectos persistentes durante el resto de la vida; porque la fuerza y la eficacia de la revolución consisten precisamente en que provoca algo especial y duradero. Finalmente se consideran en la revolución del Sol en primer lugar el Sol mismo con su sistema o sus trabantes, pero en segundo lugar también la Luna . El Sol sólo se determina según las casas de la figura, puesto que se encuentra en su lugar radical. Pero ha de observarse su posición relativa a sus trabantes y la Luna , los que se determinan según el signo, la casa y la posición (mutua; Dr. A. W.)".

Pero las discusiones más fundamentales de Morin son las referentes a la cuestión de si la figura de la revolución solar tiene una eficacia más fuerte que la natividad, o sí puede realizar algo que no fue indicado en el momento natal. Motiva y comenta su teoría por medio de 25 figuras, cuyas más importantes reproduzco en el apéndice (figuras N°• 10-16) según los originales contenidos en las "Tablas Rudolfinas". Son precisamente aquellas a que Morin dedica textos explicativos, de manera que el estudiante puede consultarlas en conexión con aquellos textos. Dice Morin:

"Esta cuestión es de importancia extraordinaria, porque de su resolución depende el juicio acertado de las revoluciones. Se comprueba, además,no sólo por el raciocinio, sino también por la experiencia. En suma, afirmamos que la revolución en sí no puede provocar efectos que no estén indicados desde el principio en la natividad. La influencia celeste, impresa en el hombre en su momento natal y visible en él, comprende lo que, tan pronto como ha nacido, se efectúa en él por actos de acuerdo con su constitución física, su temperamento, su salud, sus disposiciones, su espíritu; le está inherente como potencial y, por tanto, como futuro, en tanto que concierne a los cambios principales de su cuerpo, su alma, su suerte y su infortunio. De ahí se sigue lógicamente que de todo esto no puede presentarse al nativo en el futuro nada que no esté indicado como posibilidad ya en sus constelaciones natales, por lo cual una revolución en sí no puede indicar nada, o, al menos, nada importante, que no se haya indicado ya antes en las constelaciones natales.

Ahora bien, el hecho de que el nacimiento comprende corno posibilidad todo cuanto ocurra al nativo en el futuro y posea alguna importancia para él en lo referente a su cuerpo, su alma y su suerte, se demuestra claramente por las direcciones y revoluciones, las que desarrollan los destinos del nativo. En efecto, sin alguna dirección o revolución relacionadas con la natividad no hay ningún cambio de cierta importancia. Los diversos cambios esenciales tienen también sus direcciones y revoluciones relacionadas con la natividad y que los provocan. Las direcciones actúan sobre el nativo al día de sus cumpleaños, como lo hemos explicado en Lib. II, Sec. III, Cap. II. Pertenecen, pues, a esta figura natal, la que, por consiguiente, significa ya en sí misma el cambio como posibilidad futura.
En el fondo, esta teoría se confirma por sí misma, porque de otra manera no se podría tener confianza alguna en las natividades si niegan que haya matrimonio, descendencia y dignidades, pero si esta negación pudiera invertirse en su contrario por las revoluciones posteriores. Porque no hay, por ejemplo, ningún individuo que, según su natividad, sea tan miserable e infeliz que no puedan alcanzarlo también revoluciones agraciadas y correspondientes a aquélla, si siguiera con vida durante un lapso lo suficiente largo. Pero es precisamente esto lo que es refutado por la experiencia.

Cardano, en su 'Lib. de Rev.', Cap. III, confirma esta opinión, diciendo:
'Si en una natividad no se encuentran indicios de honores, no puede provocarlos ninguna revolución".

Pero mientras que, por un lado, expone en Lib. de Judic. Genet., Cap. VI: 'En cuanto a la interpretación, la naturaleza de las revoluciones sigue a la naturaleza de la natividad', juzga en Cap. VII dos de sus revoluciones, la 34ª- y la 36ª-, y las significaciones de las casas en forma tal corno si fuesen dos natividades, a pesar de no tener la más mínima razón para tal proceder ya sea en virtud de su cuadro celeste natal o de sus direcciones.

Esto, sin embargo, contradice toda consideración racional, dada la dependencia natural de las revoluciones del cuadro celeste natal y las direcciones, ya que sin estas últimas las revoluciones no podrían producir ningún efecto importante.

(1) Astrología Gallica